Jesús Ferrero explora las pasiones más oscuras en su nueva novela
El escritor publica en la editorial Siruela 'El beso de la sirena negra', una obra policiaca protagonizada por la sofisticada investigadora privada Ágata Blanc


El escritor Jesús Ferrero ganó el premio Anagrama de Ensayo el pasado mes con Eros y Misos, una reflexión sobre las pasiones. Y ahora, en el panorama de ficción, aparece con El beso de la sirena negra, una novela policiaca en la que cruza el espejo para mirar cara a cara a lo más oscuro del deseo.
Para viajar por el lado más peligroso y desconocido del alma, Ferrero (Zamora, 1952) ha creado a la investigadora privada Ágata Blanc, una sofisticada mujer a la que le atrae "la curiosidad por conocer la zona oculta de las conciencias y el denso tejido de tinieblas que fluye por debajo de la conducta humana", y un personaje con el que el autor de Bélver Yin se apunta al género policiaco.
"Es una casualidad, y no me incorporo a la novela por moda; quienes me conocen saben que ya hice una pequeña incursión con El efecto Doppler, pero no conseguí encontrar el tono. Cuando apareció Ágata Blanc sí que sentí que era mi personaje", precisa el escritor.
Publicada por Siruela, El beso de la sirena negra cuenta cómo una universitaria muy preparada y sofisticada, Ágata Blanc, es requerida por una aristócrata, Lucía Valmorant, para que investigue la desaparición de su hija Alize, una mujer que ha querido estudiar medicina -"pareciéndose a la clase media", dice la madre-, y que siempre lleva bajo el brazo el libro Alicia al otro lado del espejo, de Lewis Carroll.
La investigación lleva a Blanc a París, donde descubre a Alize y sus crueles abismos psicológicos y físicos, y por donde aparecerá Marcel Proust, cuya imagen sirve de disfraz.
Londres, París, El Escorial y Madrid son los tres escenarios donde transcurre la narración y también son los lugares en los que se desarrolla la propia biografía de Jesús Ferrero, quien estudió Historia en la Escuela de Altos Estudios de París, ciudad donde vivió muchos años. Hoy El Escorial y la sierra de Madrid son los refugios del escritor.
"A través de Ágata Blanc quiero hacer una exploración del mundo de las pasiones. Ella misma confiesa que se siente atraída por el otro lado, que es la zona oscura del ser y la materia oscura del ser. Y piensa, con bastante razón, que en los ricos la materia oscura es todavía más oscura", dice con humor el autor.
Un viaje en el que Ferrero se ha mentido en la piel de una mujer, con absoluta normalidad, porque está convencido de que "todos somos andróginos física y mentalmente". "No hay nada que incorporar del otro sexo -relata- porque interiormente está incorporado".
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