Javier Castaño corta la única oreja a un buen toro de Miura

Efe Málaga

20 de agosto 2014 - 05:00

El mal juego de las reses de la legendaria ganadería sevillana de Miura en la tercera de abono de la Feria de Málaga redujo el balance de la encerrona del diestro extremeño Antonio Ferrera a cuatro silencios, una ovación tras petición, y palmas de despedida. Pese a estar bien presentados, los toros de Miura fueron acusando una tras otra una alarmante falta de fuerza, fundamentalmente en los cuartos traseros. Ferrera lo puso todo de su parte para lograr el triunfo, tal y como quedó patente desde que saltara el primero, un astado tan noble como inválido. Banderilleó con solvencia, estuvo técnicamente correcto ante un toro protestón, pero el lucimiento era imposible. En este caso estuvo poco acertado con los aceros.

Más certero se mostró en el segundo, un toro en el que se le solicitó una oreja que el palco no concedió. Fue un miura con el que se pudieron vivir pasajes de calidad por el pitón derecho, ya que por el izquierdo sabía lo que se dejaba atrás. Ferrera estuvo muy por encima de este toro, y de toda la miurada en general.

En el tercero se volvió a las andadas. En este caso compartió tercio de banderillas con lDavid Adalid y Fernando Sánchez, habitualmente en la cuadrilla de Castaño, brillando los tres a gran altura; aunque nuevamente el burel echó por tierra todo el empeño del diestro. Bastante tuvo con mantener en pie a un inválido al que estoqueó con solvencia. Banderilleó con Javier Ambel y Jaime Padilla. Con honestidad, insistió a pesar de que había poco que sacar a un toro que embestía con la cara por las nubes.

Por instantes pareció que el quinto podía levantar la tarde, pero fue un espejismo. Ferrera lo recibió con una larga cambiada y por primera vez en la encerrona pudo estirarse con el capote. Se arrancó largo al caballo, aunque sin mucha fiereza, y cumplió en un tercio de palos compartido esta vez con Marcos Galán. Pero en la muleta demostró que estaba falto de casta y no arremetió a los engaños. Sólo quedó la vía del arrimón.

El sexto y último tampoco mejoró el sabor que dejaba la tarde, a pesar de que Ferrera peleó por ella hasta el final. Las palmas de despedida sirvieron de consuelo para Antonio Ferrera en su fallida apuesta por los toros de Miura para encerrarse en solitario en una plaza de primera categoría como es la de Málaga.

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