Cultura

Isabel Bono reivindica el placer de escribir todos los días y “emocionar”

  • La ganadora del Premio de Novela Café Gijón reconoce que no puede elegir entre la poesía y la prosa porque ella es de “sumar siempre” y sostiene que los poetas viven “en carne viva”

Isabel Bono, a la derecha, con el periodista Luis Miranda y Luisa Castro.

Isabel Bono, a la derecha, con el periodista Luis Miranda y Luisa Castro. / Juan Ayala

Isabel Bono (Málaga 1964) confiesa que llega a Festival Internacional de Poesía Cosmopoética en “modo fan” por aquello de haber podido hacer una lectura junto a autores como Luisa Castro –que tuvo lugar en el Palacio de Orive y, por cierto, con quien nunca antes había coincidido– o compartir experiencias y confidencias con alguno de los protagonistas de esta nueva edición de la cita con la poesía en Córdoba.

La ganadora del Premio de Novela Café Gijón en 2016 con Una casa en Bleturge reivindica “el placer de escribir todos los días”, algo que ella hace cada jornada para reflejar sus sueños. Se trata de algo que descubrió cuando apenas era una niña –con apenas siete años– y fue gracias a un cuento infantil con el que pudo comprobar el poder de la escritura y su capacidad de “emocionar a la gente”.

Es más, escribió un pequeño cuento sobre un caracol y un oso y cómo se intercambiaban sus casas y, así, comenzó su carrera literaria. Ahora, después de tantos años continúa escribiendo y “salgo con la misma pasión”, asegura. Es más, reconoce que el día que no escribe nota algo, como si le faltase algo, y, además, “engordo”. “La escritura me tiene dominada”, apunta.

Gran parte de su trayectoria profesional ha estado centrada en la poesía, pero Bono permaneció siete años sin escribir versos –entre 2000 y 2007–. “Me obligué a no escribirlos porque estaba harta”, recuerda.

La autora malagueña asegura que "me obligué a no escribir poemas porque estaba harta"

Y es que, según cuenta, “la poesía viene por el camino de la intuición, mientras que la prosa, desde la reflexión”. Bono sostiene también que “todos los poetas viven en carne viva” y que ella, ahora mismo, tiene la cabeza en la prosa y que se siente más cómoda. “Sigo intentando fascinarme, pero los poemas no vienen y he perdido ligereza”. Aún así, la autora malagueña reconoce que necesita que vuelvan sus versos como en 2007, después de no hacerlo durante todos esos años y que espera que lleguen “de cualquier cosa, de escuchar una frase o ver un gesto”. “Espero que los poemas sigan viniendo”, confía.

Es por ello que tiene en la recámara bastantes poemas porque sostiene que “tampoco hay que publicarlo todo”. “Los tengo como los ahorros y, eso me da tranquilidad”, añade. Es más, tiene pendiente la publicación de un libro de poemas titulado Me muero, “que está en la línea de Lo seco”, otra obra de versos que “tuvo una gran acogida entre el público joven”, en el que cuenta “los arañazos” de su infancia” y que el último que escriba será “alegremente hacia el desastre”, que es una actitud que defiende.

En su primera novela Una casa en Bleturge, Bono aborda cómo continua la vida de una familia tras la muerte de un hijo de cuatro años “y cómo se relacionan entre ellos porque quería hablar sobre la pérdida de un hijo”, detalla. Ahora, está a la espera de que su segunda novela sea publicada por una editorial porque hasta la fecha “nadie se ha atrevido”. Aún así, dice sin tapujos que no tiene “presión por publicar”. La autora reconoce también que no va a elegir “nunca” entre la poesía y la prosa porque ella es más bien de “sumar siempre”.

También ella defiende como la Premio Nobel de Literatura Svetlana Alexiévich –que fue la encargada de abrir el pasado viernes la nueva cita de Cosmopoética en Córdoba– el hecho de poder encontrar belleza en el horror. “Hay que tener una mirada un poco distinta”, sostiene la autora malagueña.

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