Música

India Martínez se reencuentra con Córdoba y su "familia" en una noche "emocionante"

Concierto de India Martínez en Córdoba.

Concierto de India Martínez en Córdoba. / Miguel Ángel Salas

La cordobesa India Martínez regresó ayer a su "tierra bonita" y un lugar soñado para ella, la plaza de toros de Córdoba "que tantas veces he visto lejana". La joven presentó ayer en el coso de Los Califas su octavo trabajo discográfico, un álbum que lleva el nombre del barrio donde nació y creció, Palmeras.

La cita comenzó con garra y fuerza, después de una noche que se preveía lluviosa, el tiempo dio una tregua y dejó que India Martínez pudiera sentir su cuidad. Arrancó con un fragmento de La Saeta, que sonaba "espectacular" de su voz. Antes de continuar hizo una breve pausa para saludar a su público cordobés, donde había muchas caras conocidas para ella, entre ellas la de su padre que vino desde Almería o su abuela.

Se dirigió a Córdoba como "familia" y, tras la presentación interpretó con ímpetu y acompañada en todo momento con calor del público temas como Todo no es casualidad, Corazón hambriento y Convénceme. En este punto destacó la motivación y "ganas de fiesta" de los asistentes desde el inicio del espectáculo, lo que hizo que llegase el momento de "gitanear", entonando La Gitana, canción que representa los orígenes de la artista, su barrio y sus principios en la música. Es por ello que se trasladó hasta Las Palmeras para rodar el videoclip de la canción rodeada de toda "su gente".

Este es su octavo álbum con el que vuelve a sus orígenes para recordar quién es, de dónde viene y hacer homenaje al humilde barrio cordobés de Las Palmeras, donde creció hasta trasladarse a Almería y al que le guarda especial cariño. A pesar de su juventud, la cordobesa ha conseguido ser ya una veterana en el mundo de la música y posicionarse a nivel nacional consiguiendo discos de oro y platino.

La Gitana destacó por la presencia de su cajón flamenco que recordaba a la India de ocho años que cantaba en un corro con sus amigas del colegio Duque de Rivas, simulando que las papeleras eran ese instrumento. "Esto es increíble y emocionante, de verme en el barrio soñando con las niñas a verme aquí”, confesaba después de que todo el coso de Los Califas coreara su nombre.

El concierto continuó con Solo tú -tema que dedicó a los acompañantes, reconociendo el cariño "de las personas que tenemos al lado y que no debemos olvidar"- y A mí no me hables y seguidamente deleitó con un momento "especial" para ella. "Lo hago porque me siento en casa, hoy más que nunca", subrayó mientras se subía al piano para cantar algunos temas de otros artistas como Un ramito de violetas con el que consiguió que cantara toda la plaza. Este momento fue uno de los más emotivos para ella, ya que se atrevió una canción que había cantado por última vez a su abuela, fallecida recientemente.

Continúa la cita musical con Ángel y después pide a Córdoba que "baje las estrellas", encendiendo los móviles, para interpretar Olvidé respirar.

Hoy voy a verte de nuevo parecía el final del encuentro, pero India Martínez volvió al escenario escuchando las réplicas de sus fans, con la canción que todos estaban esperando: 90 minutos. "No podía hacerme de rogar", dijo.

Es aquí cuando se vivió el momento más íntimo de la noche. Se bajó del escenario y entonó "un himno" de la artista, Vencer al amor, con el que pudo acercarse a caras conocidas y cantar de cerca a su abuela. India volvió a emocionarse al acabar, al reconocer tantos familiares y amigos que habían ido a verla.

Y ya casi llegando al final de la noche, recordó el momento de la grabación del videoclip de La Gitana en su bloque 11 de Las Palmeras y pidió formar un "corro flamenco" con canciones como Ali Ali O, que canto acompañada de palmas y a capela.

Los gatos no ladran puso el broche de oro a una noche increíble para Córdoba y para la artista. "Vaya noche bonita me habéis regalado. Os quiero", se despidió.

La cordobesa de bastó de un bajo, un piano, dos voces femeninas que coreaban y llevaban el compás de las palmas para deslumbrar con su desgarradora voz, que en ocasiones proyectó incluso sin micrófono.

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