La Fundación Gala une carnaval y teatro con una muestra de máscaras

La exposición 'La vida feliz: el bululú castellano y máscaras de Edmundo Torres' rescata un antiguo tipo de teatro castellano en el que interviene un solo actor y elementos de la iconografía popular peruana

Andrés Peláez y José María Gala, observando algunas de las piezas que se exhiben.
Andrés Peláez y José María Gala, observando algunas de las piezas que se exhiben.
Ángela Alba / Córdoba

03 de marzo 2011 - 05:00

Personajes populares, dioses, arcángeles furiosos, tipos populares y diablos danzantes son los protagonistas de La vida feliz: el bululú castellano y máscaras de Edmundo Torres, una exposición que hasta el mes de mayo ocupará dos salas de la Fundación Antonio Gala y en la que el carnaval se mezcla con el teatro. Edmundo Torres es el artífice de estas obras de arte que retratan desde a Frida Khalo, Carmen Miranda y Cantinflas hasta Ekeko, el dios de la fortuna, o Machutusoj, el espíritu de los cerros.

La muestra presenta en una de las salas una serie de 24 máscaras de alegres coloridos realizadas con muy diversos materiales: goma, tela, lana, papel, yeso, cuero, vidrio, terciopelo, cartón, semillas, plumas, pedrería, pergaminos, pellejos o madera. "Todas están hechas por el quizás mejor constructor de máscaras tanto de Hispanoamérica como de Europa, que es Edmundo Torres", explicó Andrés Peláez, director del Museo Nacional del Teatro (MNT).

El punto de partida de esta exposición es el carnaval de Puno, en Perú, que está protegido como Patrimonio de la Humanidad y es "uno de los más interesantes de todo el mundo". Así, muchas de estas máscaras están relacionadas con los motivos que se suelen utilizar en esta fiesta popular.

El Museo del Teatro compró esta colección de máscaras en una gira que Edmundo Torres realizó por Europa y ahora forman parte de sus fondos. En ellas "hay personajes de la mitología hispanoamericana, personajes que se toman en Puno pero que tienen origen mexicano, como las calaveras" y también hay máscaras de personas muy conocidas "que se incorporan a lo popular, como es el caso de la pintora Frida Khalo, Cantinflas o Carmen Miranda". También hay elementos religiosos como una Virgen del Rosario de Pomata o un San Martín de Porres. También se pueden ver máscaras de personajes tan pintorescos como una China diabla, Calaca Cotrina, Callahua, Llamero Janiacho o K'usillo.

Otra de las salas exhibe el bululú, la formación más pequeña de teatro, en la que un único actor iba por los pueblos manejando una serie de muñecos con los que interpretaba textos clásicos o improvisaba obras sobre noticias que habían ocurrido. "Además de un entretenedor era un noticiero", apuntó Peláez. El bululú se contrataba en época de carnaval porque entonces "estaba todo un poco permitido, había manga ancha tanto con la Iglesia, como con los políticos", lo que permitía al actor poder arremeter contra los estamentos.

Aquí se muestra una colección de muñecos o tipos populares diseñados por Manuel Collado para el montaje de Ha llegado el bululú, y las marionetas realizadas por Ignacio Zuloaga en 1928 para El retablo de Maese Pedro de Manuel de Falla.

stats