Crítica Flamenco cine

Estética conjunción de baile, música y arte

Sara Baras, durante su actuación en el Gran Teatro.

Sara Baras, durante su actuación en el Gran Teatro. / reportaje gráfico: jordi vidal

Nueva ocasión para aprovechar que Sara Baras con su compañía de baile flamenco, se desplazó a Córdoba, durante cinco días, presentando su último espectáculo, Sombras, comenzando el pasado jueves y que permanecerá hasta el próximo domingo en el Gran Teatro. Con el cual, sumó ya el décimo tercer montaje con su proyecto empresarial, acumulando la nada inocultable solera artística y vocacional en el mundo de las agrupaciones coreográficas de la danza. Conllevando con ello y las dos décadas de desplazamientos globales por escenarios de postín con ésta, la consistente aportación a la carrera profesional que la faculta como una de las figuras del mundo flamenco con tan dilatado y prestigioso oficio, y sumando estrenos.

Sombras nos resultó un alarde escénico que quiere ir a más, exhibiendo la autora gaditana los conocimientos del baile flamenco acumulados por tan aprovechados años, trabajando con esmerado esfuerzo e imaginativa recreación, incluyendo músicas ajenas para enriquecer sus logros, de la mano de Keko Baldomero y Ara Malikian. Y, según ella, conseguir proyectar: "... un viaje a través del tiempo, de los colores, del silencio y del bullicio, de la multitud y de la soledad, de la luz y de las sombras que nos persiguen o que nos acompañan, pero que no dejan de asombrarnos por lo que de ellas se desprenden", resultando la composición de más de una docena de coreografías, conduciéndola hasta el apoteosis final que se correspondió con tan fantástica imaginación, luciendo toda la agrupación vistoso y elegante ajuar, que incluyó el mantón y la bata de cola.

Se presentó Baras sola, pantalón y chaleco, con ideal estética y ética, iniciando su baile Sombras, incluyendo la piedra angular del montaje, una bella farruca que repitió al final, luego en serrana y macho de María Borrico, y alegrías. Para conjugar el corolario por romance y toná, como en zapateado. Quedando de manifiesto su dominio en cuantos movimientos plasmó conformando la iconografía, con el serpenteo de figura, giros, braceos elegantes, pies crepitantes, marcaje y chaflán, mudanzas, escobillas, tanto en solitaria exposición, como con su brillante grupo coral, sobresaliendo junto a José Serrano con el Pequeño vals vienés de Cohen, volviendo ambos con sus compañeros para hacerlo por bulerías. El cuerpo de baile en marianas y la fantasía que da nombre al espectáculo, como al denominado Travesía de Malikian, aportando éstos brillante conjunción en estilizados movimientos en meneo de caderas, taconeos, repentinos y precisos desplantes, denotando la línea de ejecución magistral de la señora de La Isla.

Por tangos, en solitario alcanzó momentos álgidos su partener el bailaor cordobés José Serrano que, con reluctante y viril puesta en escena, enjuto, poderoso y con ensimismado duende interior, fuerza y resolutividad denotó enorme talla y simpatía, como la de la cañaílla Sara Baras, que ya con todos se incorporó para el fin de fiesta y a saludar a su gente, como al gratificante público asistente por los espontáneos y coreados oles, para ella, cuál, anteriormente lo fue expresando con fragor y disfrutando para el resto de los brillantes participantes. Y, con un bis por bulerías, iniciar la despedida, no sin antes llamar a la niña de unos diez años Ana Reyes, presente en la sala y sobrina del importante cantaor cordobés Rubio de Pruna, para hacer su cante con ellos y darse una pataíta, con el respetable ya en pie sin cansarse de aplaudir.

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