Espartaco, ante cinco toros, logra del último los máximos trofeos


En los tendidos decían que eñ diestro sevillano Juan Antonio Ruiz Espartaco cumplía treinta y cinco años de alternativa. Otros incluso se atrevían a decir que llevaba cinco años sin vestirse de luces. Y llevaban razón pero en el ruedo se vio a un torero preparado, dispuesto y con sitio. El que da una temporada completa y no una celebración. La garra, la raza y la conexión con los tendidos devolvieron al sevillano a su versión de siempre pero con eso que da el tiempo. No se conformó con las cuatro orejas que cortó a cuatro toros -dos y dos- sino que además pidió el sobrero, donde estalló el éxtasis. Le acompañó el rejoneador Andrés Romero que no quiso ser un convidado de piedra y salió también por la Puerta Grande.
Quiso uno más Espartaco para continuar disfrutando del toreo 35 años después. El sobrero de regalo de Albarreal que le hizo sentirse torero, como si el tiempo no hubiera pasado. Desde que se abrió con el capote, con cadencia y compás, parecía que era el primer astado al que se hacía frente, en una tarde de cinco. Con la muleta lo pulseó, lo toreo con los vuelos, mostrándole una tan solo el trozito de muleta que asomaba entre el estaquillador y el albero. Al natural se vio al Espartaco de siempre con el poso y la sabiduría que da el tiempo. Una versión 35.0. El estoconazo final le llevó a pasear el rabo con el que terminó una tarde para su historia.
El tercero de Juan Pedro, que se lo brindó a su hijo, lo toreó Espartacomuy templado sobre ambos pitones en una faena de sabor antiguo. El castaño tuvo buen son y lo entendió a la perfección. Destacaron los variados remates por molinetes o perfectos pases del desprecio. Mató de media tras pinchazo y cortó dos orejas. Espartaco recogió una ovación en el toro de su vuelta a los ruedos cinco años después. El torero tuvo que imponerse con un toro sin ninguna posibilidad por mirón e incierto. Erró en la suerte suprema. Espartaco sacó su versión de siempre en el cuarto. El jabonero de Juan Pedro fue muy desclasado y tuvo muchas teclas, al que poco a poco el sevillano fue metiendo en el canasto. Conectó rápidamente con los tendidos, en una faena muy templada. Estocada y descabello fueron previas a pasear las dos orejas. Se impuso al sexto por tesón y fue el capítulo precedente al sobrero de regalo.
El rejoneador Andrés Romero llegó al momento cúspide de la faena con Guajiro con el que se dejó llegar mucho al astado de Albarrán. Mató de buen rejón de muerte y cortó dos orejas. Con el primero destacó en banderillas con Cantú y con Bambú. Cerró la lidia con Chamán con el que se lució con las cortas. Mató de una estocada baja al segundo encuentro.
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