Cultura

Diego Carretero y Manzanares salen a hombros en Alicante

  • Morante de la Puebla fue silenciado en un lote que resultó deslucido de Juan Pedro Domecq

El joven albaceteño Diego Carretero saldó con tres orejas su triunfal tarde de alternativa en Alicante, donde salió a hombros junto al torero de la tierra, José María Manzanares, mientras que Morante no pasó de los detalles ante un lote vacío por blando y descastado de Juan Pedro Domecq.

Se lidiaron seis toros de Juan Pedro Domecq, terciados, cómodos por delante, noblotes, blandos y descastados en conjunto. Las excepciones a tan deslucido envío fueron los dos últimos, dos grandes toros por bravos y enclasados.

José Antonio Morante de la Puebla, de catafalco y oro: pinchazo, estocada trasera y descabello (silencio); y dos pinchazos y media atravesada (silencio).

José María Manzanares, de azul marino y oro: dos pinchazos y estocada (silencio); y gran estocada (dos orejas).

Diego Carretero, de blanco y oro, y que tomaba la alternativa: pinchazo y estocada (oreja tras aviso); y estocada (dos orejas).

Al finalizar el paseíllo el Club Taurino de Alicante hizo entrega a Manzanares del premio a la mejor faena de la feria de Hogueras del año pasado.

El coso taurino registró tres cuartos largos de entrada en los tendidos.

Carretero ya logró una oreja del toro de la ceremonia, un animal dócil y blandengue que le dejó estar muy a gusto de principio a fin. Manejó con soltura el capote y se le vio también muy resuelto en el último tercio, donde logró muletazos de mucha entidad.

Pero lo gordo llegaría en el sexto, un gran toro de Juan Pedro Domecq al que Carretero cuajó una labor de altas cotas en la que hubo muletazos extraordinarios sobre ambas manos, muy templados, muy largos y con expresión. Importante actuación del manchego, que agarró una buena estocada que le granjeó las dos orejas.

El otro pasaje grande de la función fue la faena de Manzanares al quinto, el otro toro importante del sexteto. El alicantino toreó con empaque y prestancia, elegancia y mucho gusto por el pitón derecho, por donde más y mejor se acopló el alicantino a lo largo de una faena vibrante y muy comunicativa con sus paisanos. La gran estocada final fue clave para la concesión de las dos orejas.

Antes, con el inválido y muy descastado tercero, Manzanares pasó sin pena ni gloria, ora por la nula condición del animal, ora también por la evidente displicencia del diestro.

También se echó en falta algo más de Morante de la Puebla, al que le tocó en suerte el lote más deslucido, todo hay que decirlo. Su primero, al menos, le dejó estar y con él dejó algún fogonazo aislado de exquisito corte, mas el conjunto no llegó a ningún lado. Menos aún con el moribundo cuarto, con el que tampoco se dio demasiada coba.

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