Córdoba, 1483 El primer fuego de la Inquisición

Manuel Ramos Gil descubre la identidad de los primeros quemados por el Santo Oficio en la ciudad

Manuel Ramos Gil, en la Casa de las Cabezas. Arriba, grabado sobre la Inquisición de M. V. de Féréal (1845).
Manuel Ramos Gil, en la Casa de las Cabezas. Arriba, grabado sobre la Inquisición de M. V. de Féréal (1845).

El establecimiento y los primeros años de la Inquisición en Córdoba constituyen una sugerente materia de estudio en la que hay mucho por avanzar por las notables lagunas que existen. Varios autores han indagado en ello y ahora Manuel Ramos Gil, director del proyecto de turismo cultural Casa de las Cabezas, realiza una aportación que obliga a un ejercicio de reescritura histórica: los primeros quemados por el macabro tribunal en la ciudad fueron Martín Fernández Membreque y su esposa, Juana Fernández, por complot judaizante. El auto de fe se celebró el sábado 16 de agosto de 1483 y su linaje fue prácticamente exterminado por el inquisidor Diego Rodríguez Lucero, apodado Tenebrero.

"El proceso ha sido fascinante y nos estamos encontrando con muchas más cosas", indica Ramos, notario de profesión y que recuerda a Rafael Gracia Boix como el autor de "la obra culmen" sobre el desarrollo en la ciudad de la sangrienta institución fundada en 1478 por los Reyes Católicos. El autor de Autos de fe y causas de la Inquisición en Córdoba "dedicó su vida a esto", pero los datos y casos consignados en sus obras están marcados por un lastre fundamental: la pérdida de los archivos del tribunal.

El hallazgo de Ramos se produce en el marco de su investigación sobre Juan de Córdoba, "rico mercader y prestamista converso" que vivió en la Casa de las Cabezas, perteneciente al linaje Membreque. La Inquisición, explica, "llega a Córdoba en 1482. Hay una primera etapa de la que hasta ahora, por falta de información, se venía diciendo que no fue muy sangrienta, pero lo que estoy encontrando no va en esta línea. El baño de sangre (o mejor dicho, de hogueras) que Diego Rodríguez Lucero dio a Córdoba culmina el 22 de diciembre de 1504 con un auténtico apocalipsis, el mayor auto de fe en la historia de la Inquisición a nivel mundial, con 107 quemados: Córdoba tiene ese triste honor". Añade el experto que, "al parecer", todo había empezado "con lo que la Inquisición o el pueblo de Córdoba conocían como el asunto de los sermones y sinagogas". A pesar de la pérdida de los archivos "Gracia Boix descubre un par de procedimientos de los Membreque" y a partir de ello otros autores y Ramos han "reconstruido aquel asunto de los sermones y sinagogas, que fue básicamente una gran causa que promovió Rodríguez Lucero contra los conversos judaizantes: estaba absolutamente obsesionado con los falsos conversos. Lo que mantiene gente muy autorizada es que las conversiones fueron forzadas en la inmensa mayoría y que en la intimidad eran judaizantes, eran unos héroes, unos mártires".

A Juan de Córdoba, por entonces propietario de la Casa de las Cabezas, "lo acusa la Inquisición nada menos que de tener allí una sinagoga y de albergar a los judíos del barrio, y a su sobrino, el bachiller Membreque, conocido como El Rabino, de predicar". Sobre esta causa se crea un auto de fe "cuyo calibre todavía hay que determinar, pero ya se han descubierto 81 víctimas en 1501, 27 en 1502 y 107 en 1504". "Aún estamos en pañales: no conocemos la lista de los nombres, salvo algún caso", manifiesta el especialista.

En las recientes obras de rehabilitación de la casa aparecieron unos restos en el sótano de lo que parecía "una pequeña piscina" que los arqueólogos relacionaron con un depósito de agua de época romana. Fue el embajador de Canadá en España, de religión judía y que realizó una visita privada a este espacio, el que dio la clave de que aquellos restos se correspondían con los de una bañera ritual judía.

La investigación conduce a Ramos a un acta posterior conservada en Córdoba en la que el concejo pide al rey "que proveyese lo que había que hacer" con lo que había sido la casa. El castigo de la Inquisición implicaba también la confiscación de todos los bienes muebles e inmuebles del reo, si bien las sinagogas eran además demolidas. "La casa fue destruida" como pena accesoria.

El rastreo de las huellas de los Membreque lleva a Ramos a encontrar en el Archivo de Simancas, procedente del archivo de los condes de Luque, una escritura pública de un apoderado de los reyes que tenía la potestad de vender los bienes confiscados a los condenados que aporta la identidad de los primeros quemados, el citado matrimonio formado por Martín Fernández Membreque y Juana Fernández. Es el notario Diego Ruiz, que vivió en la Córdoba de finales del XV, el que saca a la luz el primer auto de fe en la ciudad y describe el trágico acontecimiento que tuvo que presenciar. "La Historia decía hasta ahora que el primer quemado por la Inquisición en la ciudad fue el tesorero de la Catedral, Pedro Fernández de Alcaudete, en 1484, por judaizante. Gracia Boix apunta que parece ser que un año antes habían quemado a una señora acusada de ser su manceba, pero su identidad se desconoce".

"Estas investigaciones que yo hago -aclara Ramos- son de carácter exclusivamente histórico: ni mucho menos estoy intentando atacar a la Iglesia. Soy católico y practicante. La Iglesia católica ha pedido perdón por estos hechos, cosa que no se ha producido en ninguna otra religión en la que siguen haciendo barbaridades. Digo esto porque no quiero que gente que está en una línea ideológica determinada se apunte a este carro".

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