El Centro Pepe Espaliú muestra el mundo interior del artista a través de 42 obras
Inauguración Reconocimiento al autor cordobés
El edificio, ubicado en la calle Rey Heredia, recoge las inquietudes del autor cordobés a la vez que muestra su labor reivindicativa de la necesidad de apoyo a los enfermos de sida, virus que él padeció
Las emociones, inquietudes y pensamientos que Pepe Espaliú (1955-1993) albergó a lo largo de su vida y que plasmó en sus obras han quedado recogidos en el centro museográfico dedicado al artista cordobés que se inauguró ayer en la calle Rey Heredia. El mundo interior del autor, sus obsesiones, sus recelos y su visión de la vida aparecen a lo largo de las 42 obras que conforman esta colección permanente compuesta por pinturas, esculturas, dibujos, bocetos, vídeos y una serie fotográfica; una completa representación de las disciplinas que trabajó.
A lo largo de sus salas, el Centro Pepe Espaliú recoge las preocupaciones formales y conceptuales del autor cordobés y las presenta al visitante de forma cronológica en sus dos plantas. Según Manuel Espaliú, hermano del artista, el resultado es como el que él hubiera querido, "con testeros muy blancos y las obras muy independientes, que no estuvieran agrupadas". A su parecer, este museo ofrece una visión general de Espaliú "como creativo y como reivindicativo social por la labor que hizo, protagonizó y lideró en contra de la marginación de los enfermos de sida", virus que él padeció. "Al ser un gran comunicador estuvo muy al frente" de esa causa y "este centro da a conocer esa faceta".
El hermano del artista observó que para mostrar la totalidad de las facetas de Espaliú faltan algunas obras "más alegres" anteriores a las que realizó "desde la subjetividad de la enfermedad, que se ve plasmada en toda su trayectoria final". Sin embargo, confía en que esta colección se incremente a medio plazo con otras obras, ya sean de exposición permanente o temporales".
El galerista y albacea de Espaliú, Pepe Cobo, que acudió ayer a la inauguración de este centro, se mostró dispuesto "a ceder obras mías o de otros coleccionistas" porque "la voluntad es la de querer crecer". "Ya tenemos un referente para poder trabajar de cara a difundir la obra de Pepe en el futuro", recalcó.
Por otro lado, el alcalde de Córdoba, Andrés Ocaña, resaltó que con este museo "la ciudad tiene un proyecto de clara contemporaneidad" que a su vez "hace justicia" a la figura de este cordobés.
La cronología marca al visitante el recorrido del Centro Pepe Espaliú, un lugar en el que las obras dialogan con el espacio. La distribución, de la que se ha encargado José María Báez, se ha realizado articulando esa necesidad de que la obra esté en su sitio correcto pero sin que disloque la línea cronológica.
Por eso en la primera planta se ven las pinturas. De ellas las más antiguas son dos lienzos sin título de 1985 que se encuentran en el patio interior del edificio. Sin embargo, la pieza más importante por ser menos conocida es la serie fotográfica Última Cena, una performance realizada en su taller de Barcelona que está fechada en torno a 1975. En ella el autor emula de forma sucesiva la actitud y los gestos de cada uno de los apóstoles y de Jesús, siguiendo la iconografía de una convencional pintura de la Última Cena, que también se muestra como parte de esta colección.
En esta planta también se exhiben trabajos como Jugando en la sombra (1987), The visionary discipline I (1986), Oscuro negocio (1987) o The destruction is subtle (1986). Desde el punto de vista temático y formal las 42 obras se van mirando entre sí y el público puede observar que el artista trabajó sobre un leit motiv que va variando y se va repitiendo.
Tras vivir en París, Córdoba y Sevilla, a finales de los años 80 Espaliú se trasladó a Madrid, lo que coincidió con el abandono de la pintura y su dedicación al dibujo, la obra sobre papel y la escultura, circunstancia que se plasma en el segundo piso del Centro Espaliú. Aquí el discurso de sus trabajos gira en torno a su identidad, los conflictos con su naturaleza homosexual y a un sentimiento sadomasoquista del placer. "Los homosexuales hemos aceptado cobardemente vivir dentro de un esquema social impuesto del que estamos excluidos y con el que nada tenemos que ver. Limitados por el miedo al rechazo de nuestra condición sexual, hemos abolido sus legítimas y necesarias formas de expresión", escribió tiempo después en un artículo en el diario El País.
Es a partir de entonces cuando el artista insiste en simbologías relacionadas con lo vedado, lo prohibitivo y lo diferente. "Creo que siempre caigo en parecidas obsesiones. La idea de máscara africana y la de guante tienen una relación evidente. De fetiche en fetiche; de interior en interior, esa usual censura tuya de mi afición a la oscuridad", escribió el artista en una carta a su amigo Guillermo Paneque. Se refiere a sus series Glovemaking (de la que se exhiben tres ejemplares en el Centro Pepe Espaliú), Patrones (se exponen dos de ellos), Máscaras y Santos (se muestran dos en la segunda planta), fechadas en 1988.
En 1990, cuando residía en Nueva York, Espaliú se enteró de que padecía sida. Aunque al principio intentó evitar la enfermedad y olvidarla, se dio cuenta de que "huir no sirve para nada y opté por lo contrario", es decir, se integró en la causa. Esta situación personal propició la continua aparición en sus obras -como se aprecia en las expuestas en el Centro Espaliú- de ojos (la mirada de la sociedad, la vigilancia de la policía, el qué dirán), jeringuillas, muletas (por la necesidad de ayuda de los enfermos de sida) y una simbología sexual. En algunas ocasiones también introduce elementos que retrotraen a la infancia.
Entonces regresó a España y se involucró con las asociaciones y más tarde abarcó la vertiente política y social. A partir de este momento usó su obra como forma de llamar la atención sobre la necesidad de ayuda de los enfermos de sida, que en esos años eran estigmatizados y rechazados por la moral de la época. Fruto de esa labor social y reivindicativa son las variaciones realizadas con muletas (hay varias en la planta superior del centro), las jaulas ensambladas y sus esculturas denominadas Carrying, también presentes en el Centro Espaliú. Precisamente esta serie propició que se llevara a cabo en San Sebastián y en Madrid la acción Carrying, recogida en todos los periódicos de tirada nacional y que se ha convertido en una de las imágenes más conocidas del autor, que era paseado por la calle con los pies descalzos y llevado por dos personas. Estos dos vídeos forman parte de la colección que ofrece el centro, que completa su segunda planta con piezas como The interminable voyage (1991), Maternidad (1990) o El hijo pródigo (1992)
Su última acción fue El Nido, realizado en Holanda en el verano de 1993, en el que, subido a una plataforma de madera puesta en un árbol, da vueltas en torno al tronco y se va despojando de sus vestiduras. Con esta acción, que remite a sus comienzos conceptuales en Barcelona, cierra el círculo de su vida y su obra ya que poco después, el 2 de noviembre de 1993, moría en Córdoba, "a la que miraba como el destino final de sus aspiraciones", según señaló su hermano, precisamente cuando su obra su encontraba en pleno auge.
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