Cántico reaviva su fulgor con la reedición del facsímil de la revista

Cántico fue, como tantas veces se ha dicho y escrito, una revista insólita en su época. El grupo formado por Pablo García Baena, Ricardo Molina, Juan Bernier, Julio Aumente y Mario López, más los pintores Ginés Liébana y Miguel del Moral, apostó por una poesía muy alejada en sus conceptos estéticos de las corrientes de la época. "Frente a la frialdad de los poetas de Garcilaso y el tremendismo de los de Espadaña -señala la directora general del Libro y del Patrimonio Bibliográfico y Documental de la Consejería de Cultura de la Junta, Rafaela Valenzuela-, los poetas de Cántico se abren paso enlazando con lo mejor de las anteriores tradiciones poéticas, de Góngora a la Generación del 27". "Espadaña y Garcilaso han quedado eclipsadas por el paso del tiempo, pero Cántico es hoy un fulgor", apunta el poeta Manuel Gahete. La huella histórica del grupo ha sido estudiada con detalle en las últimas décadas y ahora vuelve a impregnar el primer plano de la actualidad literaria con la reedición facsímil de la revista, presentada ayer en el Palacio de la Merced

El volumen incluye todos los números de Cántico, un proyecto que duró diez años, de 1947 a 1957, si bien presenta dos etapas: de 1947 a 1949 y de 1954 a 1957. La reedición (que en principio estaba prevista para 2007, con motivo del 60º aniversario del nacimiento de la revista y el 50º de su último número) ha sido posible gracias a la colaboración entre la Diputación, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y la Fundación CajaSur.

Esta reedición (la primera edición facsímil de la revista fue publicada por la Diputación en 1983) cuenta como novedad con un prólogo en el que Pablo García Baena explica cómo surgieron el grupo y la publicación. El reciente premio Reina Sofía indicó ayer que la de Cántico "fue una poesía expresamente impura e intensamente humana", una búsqueda de "plenitud armónica de intelecto y sentido" en un oscuro contexto social, político y cultural. El autor de Junio destacó el "diverso mundo interior" de los poetas de Cántico, que sin embargo participaban conjuntamente de "una denominación de origen a la que posteriormente se ha llamado escuela cordobesa". Con versos y vino, paseos y lecturas compartidas fue creciendo la amistad entre los jóvenes, que en los años anteriores al surgimiento de la revista colaboraron en proyectos conjuntos de índole literaria y teatral. García Baena evocó una vez más las vivencias que tanto ha contado, las anécdotas que los jóvenes poetas y los entrevistadores siempre le requieren, entre ellas la decisión de los cinco vates de presentarse al premio Adonais (el más prestigioso de la época en materia poética) de 1947, que fue ganado por José Hierro con su obra Alegría.

"Cántico mantuvo siempre una clara voz independiente", aseveró el poeta. La revista nació y creció "sin mecenas milagrosos, con el único aliento económico de los amigos". Un fulgor vital y esteticista frente a la poesía oficial ("de cartón piedra", según el autor de Antiguo muchacho) de la época. Un "clamor de voces desacordes con el ambiente que las rodeaba".

Fueron audaces, arriesgaron, innovaron. Manuel Gahete, presente en el acto en representación de la Fundación CajaSur, alabó la amplitud de miras del grupo, que incluyó en su publicación a relevantes poetas ingleses, franceses o italianos (Claudel, Pasolini, Auden, Gide...) y que dedicó números a la poesía catalana y a la gallega. Otro de los hitos de Cántico es el monográfico de homenaje a Luis Cernuda. Y todo esto "sin manifiestos ni declaraciones estéticas", según Rafaela Valenzuela, que destacó la incorporación de Vicente Núñez en la segunda etapa del proyecto.

El delegado de Cultura de la Diputación, José Mariscal, considera que Cántico "es una de las más importantes empresas literarias que ha habido en nuestro país en el pasado siglo, un emblema de la mejor poesía andaluza y española".

El nombre de la publicación surge de dos referencias fundamentales para este grupo de escritores y artistas: el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz y el Cántico de Jorge Guillén.