"Arriesgar implica hacer lo que crees sin pensar en qué va a pasar"

El malagueño encarna al payaso tonto con alma de maltratador en 'Balada triste de trompeta', de Álex de la Iglesia

Antonio de la Torre protagoniza el último delirio de Álex de la Iglesia.
Antonio de la Torre protagoniza el último delirio de Álex de la Iglesia.
Rocío Armas

23 de diciembre 2010 - 05:00

Que a Antonio de la Torre le gustan los desafíos no es noticia. Como tampoco lo es que se transforme en cada personaje que asume. Lo demostró en Gordos, su anterior aventura cinematográfica, y lo acaba de hacer para Balada triste de trompeta, su empresa más ambiciosa, que, además, lleva el sello de Álex de la Iglesia. Por él se ha convertido durante nueve semanas en un payaso tonto, "bueno con los niños y maltratador con las mujeres", que igual pega tiros y puñetazos que lucha por conquistar a una mujer. "En realidad es una historia de amor", confiesa, mientras descansa en el AVE de Barcelona a Madrid junto a Carlos Areces, de otro frenesí, el de la promoción de la película que acaba de llegar a los cines.

-¿Qué ha sido más complicado, engordar 30 kilos o ser uno de los payasos de Álex de la Iglesia?

-Son cosas diferentes. Aquello fue un trabajo de un año y esto se rodó en nueve semanas. Éste para mí es un reto mayor porque es una película de género, algo que yo nunca había hecho. Hay escenas de acción y momentos en los que tengo que trabajar con una máscara. Todo eso me provoca respeto. Tener la concentración y la relajación para sacar en momentos muy concretos una violencia extrema es difícil.

-Creo que hubo alguna escena que puso a prueba su resistencia...

-Hubo una en la que yo estaba en lo alto de un elefante semidesnudo en Madrid, en febrero y con una ola de frío impresionante, de temperaturas bajo cero. Aunque pusieron agua caliente porque había que simular lluvia, cuando me llegó el momento de rodar el agua ya había cogido temperatura ambiente. Además había muchos actores en la secuencia y yo decía: "¡Por favor, que no se equivoque ninguno!". Pero no se me veía bien la cabeza y hubo que repetir. En la tercera toma empezaron a darme espasmos de hipotermia.

-¿La película es un derroche de violencia y excesos, o algo más?

-Me parece una película inclasificable, mezcla drama, humor, violencia, acción y ternura. Es algo muy trepidante que me parece alucinante. Es una película arriesgada, valiente, genuina, especial y con una producción impresionante. Es un Fórmula 1.

-Usted ya trabajó con De la Iglesia en La comunidad. ¿Cómo cree que ha evolucionado hasta hoy?

-De entrada, creo que se ha atrevido a pegar cambios de género, como con Los crímenes de Oxford, por ejemplo. Le veo en esta película con un mayor peso, más madurez, una conexión con su infancia y con sus fantasmas de niño y a la vez manteniendo su sello. Está más maduro y grande que nunca.

-¿Por qué dice que es una película arriesgada?

-Porque lo es. Arriesgar implica hacer lo que crees que tienes que hacer sin pensar en qué van a decir los demás o qué va a pasar con eso.

-¿Arriesgar es también no saber cómo va a ir la taquilla con los tiempos que corren?

-La verdad es que tiene que hacer una buena taquilla para recuperar los seis millones de euros invertidos. No es moco de pavo.

-¿Qué le gustaría provocar en el espectador con su personaje?

-Me gustaría que se quedaran con que resulto lo más creíble y convincente posible.

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