Cultura

La escultora Ana Prada recorre su trayectoria en el C3A con la exposición 'Todo es otro'

  • La artista revisa sus trabajos desde 1994 en la muestra que se ubica en el centro de Miraflores

Varias de las esculturas de Ana Prada en el C3A.

Varias de las esculturas de Ana Prada en el C3A.

El Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) acoge la exposición Todo es otro, de la escultora Ana Prada (Zamora, 1965), una revisión de sus trabajos desde 1994. La obra de esta artista parte del objeto cotidiano para construir, desde la unidad de medida imaginaria de tazas, pelotas de golf, rulos o cuchillos, estructuras geométricas complejas, a veces de escala monumental.

Esta interrelación entre objeto cotidiano y escultura está en el centro de la tensión conceptual y formal que gira entorno a estas obras. Al mismo tiempo, el volumen escultórico, la medida y el material generan diversos espacios y planos de perspectiva para el observador.

Lo que en la distancia puede parecer una retícula, un tótem o un cubo, en el plano cercano se desvela como un conjunto de cucharas o botes de plástico desprovistos de su función utilitaria.

Esta búsqueda de objetos, texturas, materiales y colores no es una asociación casual, sino el resultado de un proceso de experimentación donde las propiedades de estos elementos se subordina a la obra de arte. De esta manera, Ana Prada lleva los materiales al límite de su frontera física de carga, pesos y fuerzas.

Durante los años 90 y la primera década del siglo XXI la práctica de la artista está vinculada a la creación de obras para arquitecturas específicas e in situ. Estas obras eran en esencia efímeras, como podemos ver en la exposición a través de las instalaciones Monocromo culinario, azul turquesa (2009-2020) o Trenza rosa. XL (1994-2020), de las que se incluyen nuevas versiones.

Esta reflexión sobre la especificidad de la obra de arte en relación con la arquitectura da paso a obras en las que se analizan las capacidades escultóricas de los objetos elegidos.

Estos objetos pertenecen al ámbito doméstico en su mayoría, aunque no siempre, a la cocina, a los armarios, al cuidado del cuerpo en relación con la idea de belleza o los fluidos. Los títulos juegan con esta ambivalencia, reforzando o desactivando la conexión lingüística entre significante y significado.

Aquí la artista recurre a cómo se construye y completa la percepción visual. Al cortar, ocultar parcialmente y modificar estos objetos se puede intuir o no su uso primario, como en Serpertino (2019), obra generada a partir de jarras de cerámica. En ellas se siguen unas pautas similares a las de los fractales en el campo matemático, donde la repetición está presente en relación a una instrucción.

Al hablar de su trabajo la artista explica: “En el juego complejo de implicaciones mutuas que es la comunicación siempre nos olvidamos de la verdadera inestabilidad de las cosas y los significados. Busco establecer una comunicación defectuosa que deje sumido al receptor en un estado de incertidumbre o doble comprensión respecto a qué clase de mensaje es el mensaje que se presenta. Este empeño irresistible esta basado en mi fascinación con 'el otro', considerado siempre como algo diferente, aquello que es otro frente a la idea de ser considerado algo".

En esa línea, añade que "es mi determinación y deseo servirme de esta inestabilidad de los signos para enlazar al otro, controlar su mirada, provocar su curiosidad y en última instancia transformarlo en un voyeur. De esta manera estudio el mundo de los objetos y sus infinitas posibilidades".

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