Alma de latón

Una escena del 'remake' firmado por Jose Padilha.
Una escena del 'remake' firmado por Jose Padilha.

Ciencia ficción, EEUU, 2014, 114 min. Dirección: José Padilha. Guión: Joshua Zetumer, James Vanderbilt, Nick Schenk. Fotografía: Lalo Carvalho. Música: Pedro Bromfman. Intérpretes: Joel Kinnaman, Gary Oldman, Michael Keaton, Abbie Cornish, Samuel L. Jackson, Jackie Earle Haley. Arcángel, Guadalquivir, El Tablero, Artesiete-Lucena.

En algún despacho de Metro-Goldwyn-Mayer y Columbia, o de lo que hoy quede de ellas, un grupo de ejecutivos treintañeros se reúnen para hacer un brain-storming y decidir el próximo proyecto para un blockbuster. Después de darle muchas vueltas y proponer ideas a cada cual más disparatada, uno de ellos, tal vez el menos brillante aunque con varios MBA en su currículum, va y dice: ¿por qué no un remake de aquella popular Robocop de los 80 y toda una gama de productos derivados? ¡Eureka!, exclaman todos.

Esta podría ser, de manera aproximada, la escena que ha dado lugar a este nuevo Robocop. Tampoco es muy descabellado aventurar que, tratándose de una película donde la exaltación del militarismo, la acción policial y el armamento de última generación, por supuesto camuflada de mensaje humanista y crítico, es su principal atracción, en esa misma reunión hipotética también hubo un ejecutivo espabilado que, con cifras de taquilla en la mano y algún informe de una agencia de representación artística encima de la mesa, concluyó que el brasileño José Padilha, director de las dos exitosas entregas de Tropa de élite, podría ser la mejor, más dócil y barata opción para ponerse al frente del proyecto.

Un lavado de cara digital, nuevos diseños y tonalidades acordes a los tiempos y un subrayado de su vertiente más paródica del lado de los personajes secundarios (a los que se prestan, en su versión más histriónica, Oldman, Keaton y Jackson) completan esta enésima revisión de la mitología frankensteniana con mensajes de alarma sobre la escalada del pensamiento reaccionario gritados tan en voz alta que resulta casi imposible tomárselos en serio. Sobre todo cuando lo que queda entre escena de acción y escena de acción no es sino una burda caricatura de la manipulación de las multinacionales y su alianza con el poder y los medios de comunicación. Habrá muchos que piquen, claro.

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