"Además de cruel, la dictadura franquista fue mediocre y vulgar"

El novelista publica en la editorial Alianza 'Si el corazón pensara', un libro que define como "extraordinario" dentro de una producción entregada a la literatura juvenil

Antonio Rodríguez Almodóvar, con su libro.
Antonio Rodríguez Almodóvar, con su libro.
Pablo Bujalance

06 de febrero 2010 - 05:00

Antonio Rodríguez Almodóvar (Alcalá de Guadaíra, Sevilla, 1941) es especialmente conocido por sus libros escritos para los lectores más pequeños, dedicación que le hizo merecer en 2005 el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. Su empeño en el estudio y la divulgación de los cuentos populares españoles le valió además para encargarse del proyecto pedagógico del Parque de los Cuentos que la Consejería de Cultura construye actualmente en el Convento de la Trinidad de Málaga. Pero en su amplia bibliografía conviven también la novela, el teatro y la poesía. Si el corazón pensara, recién publicada por Alianza, es una mirada al franquismo desde el ángulo de un episodio digno de la mayor tradición picaresca y cervantina. El escritor presentará el libro, cuya portada está ocupada por el cuadro de Julio Romero de Torres Naranjas y limones, el próximo miércoles en el Museo de Bellas Artes de Córdoba.

-Si el corazón pensara es una historia, digamos, relajada, en un marco de tensión evidente como los primeros años del franquismo. ¿Qué busca con este contraste?

-La trama presenta un hecho divertido, al menos presuntamente, en el momento más duro del franquismo. Un vecino de un pueblo que se dedica al estraperlo descubre que la mujer que le enseñó a leer se dedica a la prostitución, y decide redimirla. Esto ocurre entre finales de los años 40 y comienzos de los 50, cuando parecía que había una posibilidad real de que el franquismo cayera a manos de una intervención extranjera, aunque al final salió reforzado. Era una época terrible. Existe cierta leyenda blanca que tiende a pensar que los abusos no fueron tales, y que, por ejemplo, Queipo de Llano resolvió su entrada en Sevilla en tres días. Pero pocos saben que en la ciudad se instalaron nada menos que cinco campos de concentración. Eso no se enseña en los libros de texto.

-Frente a eso presenta unos personajes deudores en gran parte de la novela picaresca.

-Sí. Se trata de una novela tragicómica, porque en el fondo lo que pretende es burlarse del franquismo. La dictadura, además de cruel, fue mediocre y vulgar, y por tanto más que propiciatorio objeto de burla, por mucho que sus protagonistas se las dieran de respetables e íntegros. Los personajes, efectivamente, tienen algo de la novela picaresca, y de algunos precedentes como La lozana andaluza, de Francisco Delicado. Practico un realismo impuro que me permite hacer guiños a los grandes episodios de la literatura española, especialmente en clave de farsa, como Cervantes, Fernando de Rojas y Valle-Inclán.

-Se adivina, precisamente, una intención singularmente cervantina, sobre todo al conjugar distintas realidades textuales para la construcción de esa farsa.

-Así es. Pero fíjate que no he sido consciente de ello hasta hace más bien poco. José María Merino lo afirmó en la primera presentación del libro, y no tuve más remedio que darle la razón. Como buen cervantista, me siento halagado.

-Buena parte de los acontecimientos que narra provienen de testimonios reales. ¿Le resultó difícil hacerse con ellos?

-No especialmente, si bien es cierto que la novela lleva detrás varios años de documentación e investigación pormenorizada. En cuanto a los testimonios, desde hace años asisto a las jornadas de memoria histórica que se celebran anualmente en los Reales Alcázares de Sevilla, donde participan historiadores y víctimas reales del franquismo, así que desde el principio he tenido un material muy valioso de primera mano. Y luego está mi propia memoria, y la de mi familia, que tiene una especial presencia.

-¿El asunto de la prostitución es también real?

-Sí. Y demuestra bien la hipocresía del régimen. Por entonces, en teoría, la prostitución estaba perseguida, pero se toleraba, especialmente desde la llegada de los soldados americanos. Hubo muchos casos de amistad e incluso matrimonio entre éstos y las meretrices. A raíz de esto, algún notable afirmó que el Pacto de Madrid del 53 sirvió para limpiar España de curritas.

-¿Avanza el Parque de los Cuentos al ritmo que debiera?

-Sí. De todas formas, todavía se está desarrollando la parte arquitectónica del proyecto, y ahí no intervengo yo. Pero el Parque de los Cuentos va a ser una realidad muy positiva para Málaga.

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