Veronese convierte 'La gaviota' de Chéjov en 'Los hijos se han dormido'
Malena Alterio, Ginés García Millán y Susi Sánchez interpretan la obra en el Teatro Central


El Teatro Central de Sevilla acoge hoy y mañana la versión que de La gaviota de Anton Chéjov ha realizado el aclamado Daniel Veronese, Los hijos se han dormido, una adaptación que cuenta con un sólido reparto en el que figuran, entre otros, Malena Alterio, Susi Sánchez o Ginés García Millán.
Daniel Veronese vuelve a releer al dramaturgo ruso y completa con esta obra su trilogía chejoviana, iniciada con Tres hermanas (cuya reinterpretación llamó Un hombre que se ahoga), que estuvo seguida por Tío Vania (convertida en Espía a una mujer que se mata)y que es completada ahora con esta nueva mirada a La gaviota.
Figura central del universo teatral argentino cuyo trabajo se ha podido ver con asiduidad por Andalucía -ha colaborado con los granadinos Histrión en Los corderos y Teatro para pájaros-, Veronese ha mostrado desde sus comienzos su preocupación por la palabra y una sensibilidad exquisita para dirigir actores. El bonaerense puede llevar a escena tanto textos propios como clásicos de la dramaturgia universal, aunque someta estos últimos a un proceso de despojamiento que busca lo esencial y que es una de las marcas de la casa de su estética.
Así, Los hijos se han dormido, reescritura libre de La gaviota, es un ejemplo de esa habilidad de Veronese para abordar aquellos aspectos de una obra que requieren ser cambiados en una puesta actual. Tras la criba queda lo esencial del autor ruso: "su mirada sobre la fragilidad de la condición humana, los duros desencuentros entre el deseo y la vida que sacuden a sus criaturas, su humor, su melancolía, todo lo que en una versión más clásica nos conmovía también", apuntan desde el teatro.
Una de las diferencias de este montaje, en el que aparecen también otros intérpretes conocidos como Pablo Rivero, Miguel Rellán o Aníbal Soto, es que al lado de Chéjov aparece también la voz del autor-director, que transfiere al texto una perspectiva actual y confiere al clásico un ritmo casi vodevilesco.
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