"Interpretación y docencia están estrechamente unidas"
Laura Lavilla | Soprano
La soprano Laura Lavilla presenta ‘Juego de duendes’, un recorrido por canciones españolas del siglo XX en torno a la infancia
La ficha
JUEGO DE DUENDES
Miguel Asins Arbó (1916-1996): Romance de la luna
Antón García Abril (1933-2021): Canciones de la cantata Alegrías: Mi padre tiene un castillo / Platero / Un aire de tu suspiro / Madre, si yo fuera una nube / Si yo sembrara mi corazón en el jardín
Xavier Montsalvatge (1912-2002): Canciones para niños: Paisaje / El lagarto está llorando / Caracola / Canción tonta / Canción china en Europa / Cancioncilla sevillana
Manuel de Falla (1876-1946): Preludios / Olas gigantes / ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos! / Tus ojillos negros
Amalthea (Laura Lavilla, soprano; Sofía Merchán, piano)
Calle 440
Madrileña de nacimiento, aunque criada en Zaragoza y formada en Valencia, Laura Lavilla llevaba tiempo dedicada casi exclusivamente a la docencia, pero hace unos años se unió a la joven pianista zamorana Sofía Merchán para crear Amalthea, un dúo que presenta ahora su primer CD.
–¿Cómo nace Amalthea?
–La carrera para una soprano es complicada si no tiene un buen agente. Yo terminé mis estudios en Valencia y tuve una breve carrera al principio, pasé por varias agencias, pero si las agencias no terminan de funcionar es difícil. Así que proyecté mi vida profesional hacia la docencia. Había muchos amigos que me decían que no podía ser, que tenía que seguir cantando, pero yo no lo veía viable y tenía que ganarme la vida. Sin embargo justo antes de la pandemia conocí a Sofía Merchán, que me dijo que tenía muchas ganas de hacer música de cámara española, porque ella pensaba que casi todos los cantantes que la hacían venían de la ópera o de la zarzuela y no hacían el trabajo con la profundidad que requería el género. Llegó la pandemia y la sensación de que todo iba mal se incrementó, y entonces pensé en sacar fuerzas y volver a hacer carrera de cantante. Así nació Amalthea. Decidimos formar un grupo de cámara estable para hacer canción de cámara de todo tipo, tanto francesa como alemana y española. Armamos unos cuantos programas, y en la búsqueda de repertorio que no se hacía muy a menudo encontramos la forma de grabar un disco, porque siempre gusta tener alguna referencia, dejar algo para el futuro.
–2020, un momento delicado para los conciertos…
–El artista necesita tener un poco la sensación de estar cambiando el mundo. A mí me pareció un momento ideal para hacer buena música, unirnos y tener un motor de cambio. Nació con la filosofía de que podemos seguir adelante pese a la oscuridad, los malos momentos, el encierro y todo eso.
–¿Tenían clara la presentación con este programa?
–No. Es algo que fue cuajándose. Teníamos claro que podría servirnos para conseguir conciertos, porque siempre están los típicos programas que son antologías de la zarzuela o temáticos de ópera… Nos acaban de pedir en Ponferrada uno justo sobre heroínas operísticas. Tener un soporte discográfico en el que pudieran escucharse estas canciones no tan conocidas, sus relaciones, podría animar a los programadores.
–Asins Arbó destacó mucho como músico de cine (las bandas sonoras de tantas películas de Berlanga eran suyas), también en la escritura para bandas, pero se lo conoce realmente muy poco en sus otras facetas…
–Tengo la suerte de tener partituras inéditas de una antología vocal, escrita e ilustrada por él. Saqué de ahí este Romance de la luna, una nana sobre un poema de Lorca. Tiene una antología vocal maravillosa, con muchas cosas que no están grabadas y en algún caso ni editadas.
–¿Las canciones extraídas de la cantata Alegrías de García abril estaban editadas en la versión pianística?
–Grabadas creo que no estaban. Siempre las he escuchado en versión orquestal y con coro. He visto algún vídeo por ahí. Por ejemplo, mi compañera Ofelia Sala las tiene en Youtube con Rubén Fernández AguirreOfelia SalaRubén Fernández Aguirre. Me interesaba de ellas estas dulzuras de melodía de García Abril, muy profundas, muy dulces, muy tiernas en la evocación de la relación entre el niño y la madre.
–Las Canciones para niños no son las más populares de Montsalvatge, pero sí se programan…
–Sí, las tiene grabadas por ejemplo Rosa Mateu. Pero lo curioso es que no suelen cantarse las seis. Y creo que es porque algunas son muy complicadas. Por ejemplo, El lagarto está llorando es bitonal y la melodía va chocando constantemente con el acompañamiento; la Canción china en Europa también es muy complicada. Suelo ver programadas cuatro o cinco, pero las seis es raro. Nunca las he escuchado enteras en concierto. Me parecieron divertidas, juegos, que los niños podían escuchar, asumir y plantear actividades pedagógicas en torno a ellas. Pero musicalmente son difíciles.
–Es una forma de unir su faceta de intérprete con la docente…
–Sí, pero es que creo que son facetas que están estrechamente unidas. El intérprete sólo puede existir si viene gente a escucharte y la gente sólo puede venir a escucharte si ha sido educada para ello.
–¿Qué otras dificultades hay en un programa como este?
–Sobre todo, yo diría que la emotividad, porque hay mucho gasto energético cuando te abres de verdad y expresas con sinceridad. Hay muchas emociones. Y luego técnicamente, aparte lo ya dicho de Monsalvatge, las de Falla son las más exigentes, porque tienen una tesitura más ancha y requieren mayor proyección en cuanto al uso del aire, la necesidad del fiato. Olas gigantes es, por ejemplo, muy exigente, pero también esa afinación ascendente que hay al principio en Ojillos negros, complicada, porque va semitonada en muchos momentos. Luego, por ejemplo, hay también un cambio armónico importante en Madre, si yo fuera una nube de García Abril, que no es nada fácil. Pero más que todo eso, repito, es la expresión emocional, porque cada canción es diferente, y cuando lo das todo tienes que tratar de rescatar tu niñez para expresar los afectos desde ahí, y eso no es fácil.
–El CD está grabado en febrero, ¿les ha dado tiempo a hacerlo en concierto?
–Sí. Hicimos un concierto de presentación en la SGAE y luego lo hicimos en otra sala. Ahora estamos a expensas de que los programadores quieran proponerlo. Lo hemos mandado a diversas salas, y a ver si nos hacen caso.
–¿El disco ayuda?
–Espero que sí, porque le mostramos nuestro trabajo, y es un concierto de 50 minutos. Hay programadores que no tienen necesariamente una gran cultura de música clásica, no tienen por qué conocer este repertorio y espero que el disco les ayude en este sentido.
–¿Cómo llegan al sello Calle 440?
–Son compañeros de estudio de Sofía. A mí me pareció bien, porque nos dieron lo que buscábamos. Lo hicimos en Quiet Music Studio. Queríamos un sonido muy acústico, que no hubiera ningún tipo de máquina filtrando sonido. Me interesaba que se escucharan las respiraciones, el fraseo tal cual es. No hay pistas cortadas y pegadas. Todas las canciones son en directo de arriba abajo. Necesitábamos un estudio de grabación que nos diera libertad para hacer eso, y lo conseguimos. Fuimos al final un poco apuradas para tener la edición para la presentación en la SGAE, pero el disco llegó a tiempo, a última hora, pero a tiempo. Estamos muy contentas.
–¿Hay algún otro proyecto de disco en marcha?
–Sí, decidimos hacer un trabajo vital. Este es el primer disco de tres. Habrá un segundo disco en italiano y francés sobre la edad adulta, y luego un tercer disco sobre el final de la vida con los grandes ciclos alemanes de cámara (Strauss, Mahler…). No queremos grabar por grabar, sino dar una seña de identidad a nuestro grupo y crear una continuidad en nuestro trabajo. Para mí es fundamental que lo que hago tenga coherencia.
–¿Es un proyecto a cuántos años?
–Podemos hablar a cinco años. Vamos a ver cómo sale la siembra de este primer disco. Hacemos también otros programas que nos piden. Yo tengo ahora cosas con orquesta. Ya veremos cómo va con este. Pero sea como sea, es posible que el año que viene nos pongamos con el tercero, con el alemán. Está pensado para desarrollar un trabajo bien hecho y para darnos el gusto nosotras dos. No tenemos una gran ambición hacia fuera. Pero si luego gusta y lo programan, pues mejor que mejor.
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