El horrible viaje de Romney

la carrera hacia la casa blanca El candidato republicano "se tendría que haber quedado en casa"

La falta de mano izquierda y los comentarios poco oportunos del líder republicano provocan indignación en el mundo árabe y contrariedad en Polonia y el Reino Unido

El candidato republicano a la presidencia de EEUU, Mitt Romney, junto a su esposa en Varsovia.
El candidato republicano a la presidencia de EEUU, Mitt Romney, junto a su esposa en Varsovia.
M. Mierke (Dpa) / Washington

06 de agosto 2012 - 05:03

Al final de una semana poco afortunada, uno de los colaboradores de Mitt Romney explotó. Un portavoz del candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos pidió a los periodistas que le "besaran en el culo" después de oír algunas preguntas que le hicieron por los patinazos de Romney en su gira por el Reino Unido, Israel y Polonia.

Romney acababa de visitar la plaza Pilsudski en Varsovia cuando los periodistas lo bombardearon a preguntas por algunas de sus desafortunadas declaraciones durante la gira. El rival de Barack Obama decidió ignorarlas, pero su portavoz no pudo contenerse, contó la cadena norteamericana CNN.

El incidente fue simbólico para los medios estadounidenses: sí, Romney consiguió ponerse en el foco público con su primer viaje al extranjero desde que es candidato. Desplazando incluso a Obama de las portadas. El problema es que no fue justamente con los titulares que le hubieran gustado al republicano.

"Mitt Romney se tenía que haber quedado en casa", resumió el conocido portal Politico. Y ningún periódico eludió la conclusión de que Romney consiguió confundir o enfadar a sus respectivos anfitriones, cuando no los ofendió directamente.

Romney quería destacar con el viaje su perfil en política extranjera. En Londres, sin embargo, perturbó primero al primer ministro, David Cameron, con sus dudas expresadas en voz alta sobre si la capital británica tenía la capacidad de organizar los Juegos Olímpicos.

En Israel provocó la indignación árabe cuando calificó a Jerusalén como "la capital de Israel", pese a que se trata de algo no reconocido a nivel internacional y la propia embajada estadounidense está en Tel Aviv. Y por último se vio confrontado con acusaciones de racismo por sostener que la superioridad económica de Israel sobre los palestinos también tiene un trasfondo cultural. Sobre la ocupación de los territorios palestinos no dijo una palabra.

El final de la gira en Polonia, en comparación, fue mejor. El histórico líder obrero Lech Walesa lo elogió: "Pensamos de forma similar", dijo. Aunque es bastante probable que Walesa siga enfadado con Obama porque el mandatario no tuvo tiempo para él durante una recepción con políticos polacos en la Casa Blanca.

La actual cúpula del sindicato Solidaridad, sin embargo, no fue tan generosa con Romney. El sindicato de Walesa recordó la posición más cercana a las patronales del republicano.

"Nuestra solidaridad está con los obreros y los sindicatos estadounidenses, cuya lucha siempre apoyaremos", señalaron representantes de Solidaridad. Y en Gdansk también se oyeron algunos cánticos a favor de Obama en las presentaciones públicas de Romney.

Las sobrias declaraciones del ministro de Exteriores polaco, Radoslav Sikorski, tampoco fueron justamente claras muestras de apoyo. "Polonia tiene excelentes relaciones con Estados Unidos, independientemente de quién esté en el poder", dijo Sikorski, que está casado con una norteamericana.

Para Romney quedó claro que el escenario internacional no concede tregua a los novatos.

La prensa estadounidense tampoco ahorró en críticas: "No es alentador", señaló The New York Times. Un "desastre", remató Politico.

Incluso el conservador The Wall Street Journal no pudo encontrar términos elogiosos. "Al menos es un claro amigo de Israel", señaló un columnista.

La crítica más despiadada que le pudieran hacer al candidato a la presidencia llegó desde el lado de los demócratas, como era de esperar. "No sé cómo actuaría en el cargo de jefe de Estado. Como turista armó un lío", zanjó el alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, uno de los hombres de confianza del actual presidente de Estados Unidos.

Para Romney no se trataba de buscar apoyos electorales. El voto judío representa sólo el 2% del electorado, y la mayoría apoya además tradicionalmente a los demócratas.

Y para llegar a los católicos estadounidenses de origen polaco, la mejor medida hubiera sido dirigirse a la comunidad polaca en Estados Unidos.

Lo más probable es que la gira buscara donaciones electorales.

Sólo la presentación en Jerusalén dio a las cajas de su campaña un millón de dólares, según The Washington Post.

Y su comentario sobre Jerusalén como capital de Israel debe haber satisfecho sobre todo al millonario estadounidense de origen judío Sheldon Adelson, que ya ha dicho que se gastará 100 millones de dólares para derrotar a Barack Obama.

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