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La 'crisis naranja' desemboca en otras elecciones anticipadas

  • Las rivalidades internas, acentuadas por el conflicto en el Cáucaso, han provocado que el presidente ucraniano disuelva el Parlamento por tercera vez en tres años

El cada vez más impopular presidente de Ucrania, Viktor Yushchenko, anunció que por tercera vez desde la llamada "revolución naranja" de 2004 disuelve la Rada Suprema (Parlamento) y convoca a elecciones anticipadas para intentar resolver la crisis política planteada tras la disputa que lleva meses con su primera ministra Yulia Timoshenko.

El origen de esta crisis, al igual que en 2007 y 2006, son las rivalidades internas entre la elite política. El conflicto más reciente en el seno del Gobierno prooccidental estalló debido a la guerra en el Cáucaso y al nivel de relación que Ucrania debe tener con Rusia, su vecino rico en la energía que los ucranianos tanto precisan.

Los electores han sido llamados a las urnas para el 7 de diciembre. Aunque la primera ministra sea la política que goza de las mayores simpatías, no se avizora de momento la posibilidad de que esa ventaja pueda traducirse en una mayoría suficiente de los votos.

Según las encuestas, el 70% de los ucranianos rechaza la política de Yushchenko, quien no ha desperdiciado ninguna ocasión para inocomodar a su princesa del gas, la mucho más popular y querida Yulia Timoshenko, la mujer de las trenzas.

Yushchenko criticó que bajo el mando del presidente no se respetaron los acuerdos pactados en el marco de la coalición gubernamental, que se aprobaron leyes anticonstitucionales y que se desatendieron las reformas económicas. Se suma a ello que la inflación en Ucrania llegó al 16%, la más alta en Europa.

La actitud de neutralidad adoptada por Timoshenko en agosto durante la invasión rusa en Georgia fue calificada por la presidencia como de "alta traición". Mientras la primera ministra negociaba con Moscú el precio del gas ruso, Yushchenko dibujaba un escenario que incluía una posible invasión de Rusia a la península de la Crimea, lo que le sirvió para justificar un aumento en los gastos de defensa y la necesidad de que Ucrania se incorpore a la Alianza Atlántica.

Más allá de la aventura militar de Rusia en el Cáucaso, la mayoría de los ucranianos siente simpatías hacia los rusos. La mayoría rechaza el ingreso de su país en la OTAN, al igual que Moscú. También por ello, la parte oriental y rusoparlante del país espera que en estas elecciones triunfe, al igual que en septiembre de 2007, el ex primer ministro prorruso Viktor Yanukovich.

Ni Yanukovich ni Yushchenko alcanzaron un acuerdo con su rival Yulia Timoshenko desde la disolución de la coalición gubernamental a finales del verano boreal. La mayoría de la población habría visto con simpatía una alianza entre las dos fuerzas políticas más poderosas para impedir una ruptura en el país.

Los expertos creen que tras la elección, Yanukovich buscará una alianza política con Nuestra Ucrania, el partido político de Viktor Yushchenko. En ese caso, la princesa del gas podría, desde la oposición, prepararse tranquilamente para la elección presidencial que se celebrará en 2010, según el semanario Serkalo Nedeli de la capital, Kiev.

Timoshenko no consiguió rodearse de ministros competentes en su gabinete, afirma el columnista, para quien a la política más querida del país el papel de presidenta le iría mejor.

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