Conversaciones con África

Cumbre ue-áfrica en lisboa De 53 jefes de Estado, 14 llevan más de 20 años instalados en el poder

La reunión que hoy se inicia, marcada por la polémica negativa de Brown a sentarse con Mugabe, supone una oportunidad única para un continente empobrecido

El líder libio, Muamar Gadafi, durante su encuentro ayer en la Universidad de Lisboa.
El líder libio, Muamar Gadafi, durante su encuentro ayer en la Universidad de Lisboa.
Javier Arenas Ramírez / Lisboa

08 de diciembre 2007 - 02:50

"Después del largo ciclo de las guerras, nos toca el ciclo del Desarrollo. Todavía no lo notamos, pero lo esperamos". Con este sentimiento se llega desde África a esta cumbre de Lisboa, que debería ser mucho más que la presencia de Mugabe -el dictador de Zimbabwe ya está aquí-, la ausencia, por ello, del premier británico Gordon Brown o la siempre llamativa caravana del coronel Gadafi, que ha montado campamento junto al Tajo, con su jaima personal y las de los más de 200 miembros de su comitiva.

El primer Nobel africano de Literatura de la historia, el nigeriano Wole Soyinka, denuncia que "África padece la enfermedad de la farsa democrática".

Es verdad, que la realidad es aún cruel. De 53 Jefes de Estado, 14 llevan más de 20 años instalados en el poder. Los más aferrados al cargo, el propio Mugabe, Obiang en Guinea Ecuatorial y Dos Santos en Angola (28 años), Gadafi (38 años) y hasta cuatro décadas seguidas Omar Bongo, en Gabón.

La esperanza media de vida para más de 500 millones de personas es de tan sólo 47 años. Malaria y SIDA -cinco millones de seropositivos- son las peores amenazas. Después de las guerras que, en los últimos 25 años han causado 5 millones de muertos. Hasta doscientos mil millones de euros se han enterrado en 126 conflictos armados, algunos aún latentes.

La emigración lanza -cada año en rumbo sur/norte- decenas de miles de arriesgados ilegales. De ellos varios miles mueren en el empeño. En el 2006 sólo en la travesía a Canarias, seis mil se quedaron en aguas del Atlántico. Y trescientos millones de personas viven con menos de un dólar al día.

Pero, aún en medio de ese largo y negro túnel empieza a verse algún rayo de luz. En los últimos diez años las exportaciones africanas han crecido un 26 por ciento. Y hay quienes lo miran ya no como un continente castigado sino como un cierto oasis de oportunidades. Y China -como no también aquí- ya se hace notar. Aprovechando la distracción de los europeos, se han invertido ya 800.000 millones de euros y se han establecido 800 empresas y 80.000 trabajadores chinos en un continente muy rico en recursos naturales.

Europa intenta ahora frenar esa ofensiva asiática a la vez que cerrar viejas heridas del culpable pasado colonialista en el continente. Ya se ha decidido crear una embajada europea en Addis Abeba, para coordinar los esfuerzos. Y se trabaja en varios campos: paz y seguridad, democracia y Derechos Humanos, desarrollo y fin de la pobreza, energía y medio ambiente y freno a los movimientos migratorios incontrolados.

España ha introducido el interés por el problema migratorio en la conciencia oficial y social europea y sin duda será tema abanderado de la aportación de nuestro Gobierno en esta Cumbre de Lisboa. Zapatero, junto con Sarkozy, Merkel, Prodi y el anfitrión Sócrates, tienen ante sí el reto de combinar cooperación con alianzas.

El presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, escribe un artículo exclusivo en el semanario portugués Visáo, en el que expresa su confianza en el futuro de África: "Espero que Europa esté a la altura del enorme desafío, con visión y con pasión". A partir de hoy veremos. Hasta ahora, desde Europa, se ha hablado mucho de África, pero poco con África. Espera un continente no pobre, pero sí empobrecido, que comienza a despegar.

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