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Reflexión del torero
Manuel Díaz El Cordobés se ha extendido hoy en Madrid para expresar sus sentimientos, emociones y recuerdos sobre 54 años de espera para el abrazo de su padre, Manuel Benítez. El diestro se ha mostrado intimista, con aire de líder en 'coaching' para sacar la mejor lección de cara a una vida ya libre de resquemores. Díaz recordaba en esta martes que cuando se decidió a hablar con su padre en esta última ocasión podía esperar ese "no" que ha encontrado toda vida, más de medio siglo.
"Tenia que defender la honestidad de mi madre", ha sido el motor de estos años, desde que María Dolores Díaz decidió que había que emprender el reconocimiento.
Se paró en la cuneta cuando iba para la finca del diestro veterano. A su lado estaba su esposa, Virginia Troconis, que le ha fortalecido en esta batalla y en esta recta final. Ese primer encuentro en la intimidad fue de lo más sencillo y sanador, al que también contribuyó la actual pareja del padre, Mari Ángeles: "Llegué a su finca, él estaba en mitad del camino, abrió los brazos y al llegar me dijo 'hijo, todo llega, ya estamos aquí", así fue ese primer abrazo antes de hacer el encuentro público y la primera vez que oía de su boca la palabra "hijo", ("se me clavaron dentro esas palabras" y se acurrucó en él, ha confeado). Fue además una decisión personal, sin que hubiera terceras personas.
Padre e hijo decididos a hablar, entenderse, Y quererse. Sobre esa sensacíón, al abrazarse, entendió Díaz que ante su padre estaba ante una persona "excepcional". "Perdona si he hecho algo en mi vida que no debiera, pero las circunstancias me han obligado", se disculpaba el hijo tras sus insistencia legal. "Él me miró y me dijo: No, perdóname tú a mí... Y ya está, qué más dará lo que haya pasado antes, era nuestro momento y lo que yo necesitaba", fue el momento del encuentro. "Lo conocía tanto sin haber estado con él", ha admitido.
Lo que ha venido lamentando ha sido la falta de oportunidades para hacer realidad el encuentro pese a que había personas que buscaban la unión, la reconciliación, "por una cosa u otra siempre se torcía". Una reconciliación que no llegaba por mediación tóxica de terceras personas, por dudas ante nuevos embrollos judiciales, sobre aspectos de herencias y reparto entre hermanos. Todo eso parece haber quedado atrás en este tranquilo encuentro donde a ambas partes lo que les queda es aprovechar el tiempo perdido. No habrá más momentos para que se tuerza la relación ni se escuchará a quienes se oponen a lo que es la estabilidad familiar.
Para dar este paso definitivo, curando heridas, para el hijo "fue fácil", "porque estaba haciendo lo que me decía mi corazón, mi verdad, y me sentía bien por lo que estaba haciendo, no me importaba que hubiese una negativa", ha reflexionado en su detenida charla y que ya no caben reproches. "Yo no guardo reproches a nadie", ha resaltado.
"La historia va a seguir. Seguiré viéndonos y yo no me lo voy a perder", ha insistido ante el futuro y no va a forzar nada más.
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