Un inmenso campo de cadáveres y chatarra
Los rebeldes se comprometen a permitir los trabajos de rescate en un lugar donde existe una 'tregua' no pactada
Un inmenso campo cercano a la localidad ucraniana de Grabovo, en la región de Donetsk, es el dramático escenario donde permanecen desperdigados los restos metálicos del avión malasio que se estrelló el jueves junto a decenas de cadáveres de los casi 300 pasajeros que iban a bordo.
A unos 80 kilómetros de la capital regional, Donetsk, en el conflictivo este de Ucrania, un espectáculo dantesco se abre ante los ojos de los pocos periodistas que llegaron al lugar del suceso después de pasar una decena de puestos de control de los rebeldes prorrusos.
Éstos custodian la zona del desastre y vigilan a los periodistas que hacen su trabajo entre los restos de la tragedia.
Un gran fragmento del fuselaje del avión deja ver claramente el emblema de la compañía aérea Malaysia Airlines, cuyo vuelo MH17, que cubría la ruta Amsterdam-Kuala Lumpur, se estrelló derribado supuestamente por un misil tierra-aire, de cuyo disparo Occidente acusa a los insurgentes apoyados por Rusia.
Otros trozos más pequeños del aparato están diseminados en una amplia zona, y entre ellos aparecen también numerosos cuerpos de hombres y mujeres que viajaban en el fatídico vuelo.
Aún quedan trazas de fuego y humo que emanan de los restos del accidente y el lugar está poblado por muchos milicianos armados hasta los dientes. Éstos dejan a los periodistas trabajar y aseguran que no han recogido los cuerpos porque no es su trabajo y porque permiten que los socorristas del Servicio Nacional de Situaciones de Emergencia cumplan sus labores. Los equipos de rescate acarrean sin cesar camillas en los que trasladan cadáveres en una amplia área de una decena de kilómetros cuadrados.
Uno de los comandantes rebeldes cuyo mote de guerra es Ugrumin dice que no es cierto que ellos dispararan el misil que derribó el aparato malasio cuando volaba a más de 10.000 metros de altura. "Es una provocación de los servicios de seguridad ucranianos", asegura.
En la zona del desastre no hay disparos a pesar de encontrarse en una de las regiones separatistas donde se enfrentan los insurgentes prorrusos con el Ejército ucraniano desde abril. Aunque no se llegó a un alto el fuego entre las partes, de hecho rige una especie de tregua desde que tuvo lugar el dramático suceso.
Además, según informó ayer el Servicio de Seguridad ucraniano desde Kiev, los rebeldes se comprometieron a permitir los trabajos de rescate de las víctimas en un radio de 20 kilómetros.
Así lo acordó el llamado Grupo de Contacto, formado por representantes de Ucrania, Rusia y la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), en una videoconferencia que tuvo lugar la noche del viernes con los prorrusos desde Kiev.
"Las negociaciones a tres bandas terminaron con el acuerdo de que se creará una zona de 20 kilómetros cuadrados para que Ucrania pueda cumplir su tarea humanitaria, recoger los cuerpos y entregarlos a sus familiares", aseguró Valentin Nalivaichenko, jefe de los servicios de seguridad.
Numerosos países y el Consejo de Seguridad de la ONU exigieron que se lleve a cabo una investigación independiente para aclarar las causas del siniestro del avión de Malaysia Airlines y pidieron que los prorrusos permitan el acceso a la zona de la tragedia.
Sin embargo, el Gobierno de Ucrania denunció ayer que los rebeldes se llevaron 38 cuerpos de los fallecidos en el siniestro.
"Milicianos armados alejaron a los equipos de rescate y los dejaron sin medios de comunicación. Cargaron los cuerpos en un camión como sacos. Según los milicianos, se disponían a llevarlos a la ciudad de Donetsk", dijo una fuente del Gobierno local de esa región ucraniana.
Kiev también acusó Rusia de ayudar a los separatistas "a destruir las pruebas de un crimen internacional".
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