Estefanía de Mónaco: la madurez de la rebeldía
La princesa presidió la inauguración del Festival de Circo de Montecarlo más bella y elegante que nunca a punto de cumplir 55 años.
Estefanía de Mónaco fue la enfant terrible de la realeza europea. Lo mismo cantaba, que diseñaba bañadores, que se metía a vivir en el mundo del circo después de su tercer matrimonio con Adans Lopez Peres. Ahora su vida parece transcurrir por apacibles territorios donde el amor ya no la altera. No se le conocen relaciones oficiales, aunque puede que se guarde un as en la manga. A sus casi 55 años (que cumplirá el 1 de febrero), ha salido de su retiro voluntario para presidir el Festival de Circo de Montecarlo sorprendiendo a todos con un aspecto diferente y rejuvenecido.
Con un rostro bastante cambiado –para bien–, peinada con una clásica media melena y hasta estilosa, fuera de la imagen rebelde e informal a la que acostumbra, la hija menor de Rainiero de Mónaco y Grace Kelly asistió a la inauguración del Festival Internacional de Circo de Montecarlo, en su 44 edición ya, del que ella es presidenta de honor. La acompañaron sus hijos, Luis, Paulina y Camila. El mayor contrajo matrimonio el verano pasado con Marie Cavallier, con lo que no extraña que pronto esta pareja convierta a Estefanía en abuela por primera vez.
Aunque de los tres, la hija de Estefanía que más destacó fue Paulina Ducruet. Diseñadora de profesión, eligió la siempre acertada combinación blanco y negro aunque en su versión más innovadora: un falso vestido largo (pues está compuesto por dos piezas en realidad) en el que se disponen ambas tonalidades en un estampado rayado. Por un lado, llevaba blusa tipo body con escote en V y románticas mangas abullonadas, combinado con falda asimétrica, estampada en rayas y con motivos florales, ambos obra de la colombiana Silvia Tcherassi.
Su madre tampoco se quedó atrás en su elección de vestuario. Con un mono asimétrico rojo muy favorecedor que resalta su increíble figura, la pequeña de los Grimaldi llegó a la cita circense con un abrigo negro clásico sobre el que se puso la tradicional bufanda del circo de Mónaco. Llamaba la atención el original bolso de la princesa: un modelo de mano en blanco y negro con divertidas ilustraciones de motivos circenses.
Convertida en madre y 'hermana de', del príncipe Alberto de Mónaco, su eterno aliado y cómplice –antes que su hermana Carolina–, el soberano monegasco la acompañó también en esta ocasión. Unos días antes asistieron juntos también a un partido de fútbol entre el club local y el Paris St. Germain. Allí se vio a una Estefanía cercana, con mucho estilo y más guapa que nunca.
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