Esa montaña rusa emocional llamada Britney Spears
La Princesa del Pop, apartada de la música desde enero de 2019, está totalmente volcada en su familia. Se cumplen 21 años del lanzamiento de su primer disco, 'Baby One More Time', del que se vendieron 30 millones de copias. El entrenador personal Sam Asghari, con el que mantiene una relación desde hace más de tres años, le ha aportado un ambiente estable, sano y equilibrado
El tercer revival del Club de Mickey Mouse en 1992 supuso la plataforma de lanzamiento de actores actualmente reconocidos como Ryan Gosling o Keri Russell y de cantantes como Christina Aguilera o Justin Timberlake. Pero había una niña de apenas 11 o 12 años que destacaba por encima de todos ellos, por lo menos en aquel momento, se llamaba Britney Spears y todavía no sabía el fenómeno de masas que sería cinco años después.
Fue con su primer disco, Baby One More Time, que este 12 de enero cumple 21 años, con el que se empezó a fraguar la carrera de un icono pop que rompió todos los récords de ventas y traspasó fronteras. Es, para muchos críticos musicales, la responsable del renacimiento del pop adolescente de finales de los 90, con más de 30 millones de copias vendidas de su trabajo debut en todo el mundo. Además, su influencia en la industria fue clave para muchos grupos y solistas del siglo XXI.
La Princesa del Pop es dos décadas después de su puesta de largo musical una de las artistas con mayores ventas de discos de la historia, con más de 200 millones de copias vendidas de sus nueve álbumes de estudio. Cifras que generaron millonarios ingresos y la colocaron en el podio de la lista Forbes de las cien celebridades más poderosas e influyentes del mundo en 2002 y una de las más premiadas con 391 galardones, entre ellos 12 MTV Video Music Awards.
Primer matrimonio de 55 horas
Sin embargo, siete años después de su explosiva irrupción discográfica empezó su peor pesadilla personal. Las adicciones, los desequilibrios, la fama desmedida y la presión mediática a la que se vio sometida con poco más de 20 años la llevaron a perder el control. La fiesta de Nochevieja de 2003 terminó con una boda sorpresa el mismo 1 de enero de 2004 en Las Vegas. El señor Spears, Jason Alexander, un amigo de sus años de instituto, lo fue solo durante 55 horas, dos días de pánico para el entorno de la cantante, que logró convencerla de anular el matrimonio. Sin acuerdo prenupcial, una separación o divorcio hubiera supuesto la pérdida de la mitad de su patrimonio.
Aquel arranque de año frenético era solo el aperitivo de lo que estaba por llegar porque nueve meses después, Spears contrajo matrimonio con Kevin Federline, un bailarín con el que mantuvo una tortuosa relación de apenas tres años y de la que nacieron sus dos hijos: Sean Preston y Jayden James. "Creo que me casé por razones equivocadas. En lugar de seguir a mi corazón y hacer algo que me hiciera realmente feliz", llegó a decir sobre esta historia de amor, que terminó en un conflictivo proceso de divorcio y en la pérdida de la custodia de sus hijos, debido al abuso de sustancias nocivas y de las consiguientes entradas y salidas de centros de rehabilitación y de centros mentales donde le habrían diagnosticado con trastorno bipolar.
El año 2007 fue tan “horribilis” como lo fue 1992 para la reina Isabel II. Spears llegó a raparse el pelo delante de los paparazzi en un posible ataque de locura y terminó siendo tutelada por su propio padre con 26 años. Desde entonces, cada paso de la estrella estaba bien vigilado por Jamie Spears, acusado el pasado verano de haber agredido físicamente al mayor de sus nietos durante una discusión. Un desencuentro que provocó la denuncia de Federline y la posterior restricción judicial que impide a los niños estar cerca de su abuelo. Por ese motivo, Spears solo tiene el 30% de los derechos de custodia sin supervisión, una situación que, junto a los problemas de salud que arrastra su progenitor, habrían podido provocar una recaída en su salud mental.
Residencia cancelada
Hace justo un año, la cantante decidió apartarse de la música por un tiempo indefinido, una decisión que postergaba sine die su segunda residencia de conciertos en Las Vegas, cancelación de 32 espectáculos por los que iba a cobrar medio millón de euros cada uno. "Hace dos meses, mi padre fue hospitalizado y casi muere. Estamos todos muy agradecidos de que sobreviviera, pero todavía tiene un largo camino que recorrer. He tenido que tomar una decisión muy difícil para centrar todas mis energías en mi familia", aseguró en el comunicado lanzado por redes sociales junto a una fotografía de la infancia junto a sus padres
La historia se repetía, pero esta vez en sentido contrario. Si hace doce años fue su familia la que la salvó de caer en una espiral de autodestrucción, ahora ha sido ella la que ha decidido aparcarlo todo para dedicarles todo su tiempo. Pese a estar en un segundo plano mediático, Spears ha encontrado en las redes el espacio desde el que conectar con sus millones de adeptos. Comenzó 2020 practicando deporte, una rutina diaria que comparte con su actual pareja, Sam Asghari, un entrenador personal que parece haberle aportado el equilibrio emocional que tanto ansiaba.
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