Congreso de la Lengua Española en Cádiz

Este artículo es del carajo (con perdón)

Russell Crowe, en lo alto del carajo de su barco, en 'Master and Commander'

Russell Crowe, en lo alto del carajo de su barco, en 'Master and Commander' / EFE

"Esto es del carajo", "qué carajo", puede pronunciarse con exclamación admirativa. Casi el mejor elogio que pudiéramos hacer a alguien, con familiaridad en esa fascinación, es decirle "eres del carajo". Y en contrasentido, según tono y contexto, la misma palabra se convierte en ofensiva, y con carácter grave: "váyase usted al carajo". El tuteo llega a agravar la expresión, "vete al carajo". Es decir, piérdete de mi vista, que es el desprecio más inmediato y directo que podemos hacer a alguien.

El término malsonante carajo tiene una procedencia náutica que terminó derivando en alusión genital. Es decir, fue un término naval antes que nabal. El carajo era la cesta del palo mayor, como lugar de vigía y para desplegar la vela principal (de ahí también la expresión "al carajo la vela"). De la admiración del tamaño de la nave se pasó a la comparación con el miembro viril.

Cuando enviamos "al carajo" como destino pedimos al interlocutor que se pierda de vista. Bien lejos, dentro de lo que cabe. En un universo tan pequeño como un barco de vela marcharse a lo alto del palo mayor era el lugar más inaccesible. De ahí que los tripulantes enviados al carajo se convirtieran en "carajotes", con el meneo de la navegación. En el mismísimo carajo se sufre la "carajera", tan típica de los que no se aclaran.

Y no es lo mismo, qué va, "mandar al carajo" que "irse al carajo", en verbo reflexivo. Es otra expresión marinera que sigue significando lo mismo con los siglos: hundirse. Cuando un barco (es decir, una empresa, un proyecto, una gestión de un equipo) naufraga y se hunde "se va al carajo". Cuando el carajo toca el agua el resto de la embarcación se va a pique irremisiblemente.

Desde lo alto del palo mayor los accidentes eran además muy graves. Una caída desde lo alto era un "carajazo". Cuando en tierra sufrimos una caída aparatosa es todo un "carajazo". Bien lo saben en su expresión los gaditanos y el resto de andaluces, en especial en las ciudades donde tienen puerto. Y en toda la América que habla en español "carajo" es tan admirativa como ofensiva, según el verbo, el lugar y el tono.

Pero todo comenzó en la expresión de los marineros andaluces. Qué carajo. Con perdón.

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