Mayo Festivo

Las Cruces de Córdoba entran en ebullición

  • Miles de cordobeses y turistas abarrotan las plazas y las calles en una jornada casi veraniega que instala de manera definitiva la ansiada normalidad

Ambiente en la Cuesta del Bailío, en la Cruz de la Hermandad de la Paz.

Ambiente en la Cuesta del Bailío, en la Cruz de la Hermandad de la Paz. / Miguel Ángel Salas

Mayo ya toca las palmas, y a Javi no hace falta que se las toquen. Camisa entre abierta y chaqueta para luego, que refresca y la brusca bajada de la temperatura cuando el sol se esconde da sorpresas de efecto retardado. La experiencia, que no la edad, es la mejor de las prevenciones en estos casos. Sobre todo cuando la jornada, en este primer día grande de las Cruces en Córdoba, amenaza con ser larga (o muy larga), con juntar la mañana con la noche sin reparar en la tarde, cuando la música se detiene, para alivio de los vecinos, mientras el calor aprieta. Porque abril da sus últimos coletazos disfrazado de agosto, con casi 30 grados en el termómetro y una sensación térmica superior, más aún si el riego en la Cruz ha sido interno.

Y eso, por lo que parece, no es exclusivo; más bien, una tendencia general. Ya se sabe que el líquido, aunque no sea agua, es el mejor antídoto para contrarrestar las gotas de sudor. Eso lo saben aquí, en Madrid y hasta en Sao Paulo, porque hay cosas que no entienden de idiomas ni de costumbres. Y en mayo, y en Córdoba, todo el mundo es bienvenido, sobre todo si sigue al dedillo aquello de "donde fueres, haz lo que vieres". Si toca Cruces, toca Cruces, que ya habrá tiempo de Patios y de Feria, aunque un buen entrenamiento da ventaja para afrontar con más garantías (de éxito o fracaso, que de todo habrá) las curvas de las próximas semanas.

"Hay muchas ganas de pasarlo bien, se respira en el ambiente que la gente tiene muchas ganas de fiesta", resume a la perfección Mirella, madrileña, mientras recorre una de las calles empedradas de San Basilio. Una parada en la Sosia, la sede de la Asociación de Vecinos Alcázar Viejo cuya Cruz, que te recibe, ha sido galardonada con uno de los primeros premios en la modalidad de recintos cerrados. Pero abiertos, porque allí todo el mundo es bien recibido. Luego otra parada en la plaza de la Puerta de la Luna, en la confluencia entre Fleming y Cairuán. La música suena, pero permite hablar; en otras, se llega a hacer insoportable. Hacer bueno el dicho del término medio y la virtud es una buena idea, casi siempre.

Aunque visto lo visto, en algunas cosas el paso de 0 a 100 ha sido vertiginoso. La nueva normalidad, lo más parecido que se recuerda a la vieja, a la de antes de que el dichoso bichito nos robara dos años de vida -por desgracia, a miles se la ha arrebatado-, ya se ha instalado de forma definitiva. "Estas Cruces me han traído el recuerdo de la Córdoba de antes, la de siempre, ha sido una vuelta a los orígenes porque estos dos años han parecido dos siglos", esboza con una sonrisa, perenne, en la cara, Pepe, cordobés de Fuente Palmera, que ahora pasa unos días en la capital llegado desde Madrid, donde el trabajo lo llevó hace unos años. Ya estuvo en la Cata y ahora repite en Cruces; amenaza con repetir en Feria, porque la tierra, tira, y no poco.

Cientos de personas en la plaza Conde de Priego, en la Cruz de la Hermandad del Resucitado. Cientos de personas en la plaza Conde de Priego, en la Cruz de la Hermandad del Resucitado.

Cientos de personas en la plaza Conde de Priego, en la Cruz de la Hermandad del Resucitado. / Miguel Ángel Salas

La música se para. Son las cinco de la tarde, hora taurina, hora futbolera. Pero no toca ni una cosa ni la otra, aunque suene a intermedio, a cambio de tercio. Las cruces se van apagando -aunque no echen el cierre- mientras los grupos, muchos de ellos con la excusa de despedir la soltería de algún amigo (aunque por los atuendos de algunos, lo mismo ese apelativo pasa a mejor vida a la vuelta), buscan aliento en otros escenarios. Gafas de sol en la cara. El descanso del guerrero no es descanso, precisamente. Un break, con dance, para mantener el fuego vivo, que luego hay que encender la traca final.

Porque este sábado, veraniego, de trajín, bullas y ambientazo, se juntará con el domingo, y casi el lunes. El Puente es casi acueducto. Porque mayo ya está aquí, a la espera de la confirmación del calendario, en solo unas horas. Córdoba lo sabe, lo disfruta, lo saborea, lo come y lo bebe. Compartiendo, porque compartir es vivir. Y después de que el 2020 y el 2021 se escaparan en blanco, teñido de negro en muchos casos, las ganas no hay quien las pare. Cruces de ebullición. La normalidad, la que tanto se ansiaba, está presente. "Dos cervezas y un botella de fino, por favor".

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