Los Patios en tiempos de crisis

San Basilio, 14: Un patio de Córdoba con abolengo

San Basilio, 14: Un patio de Córdoba con abolengo

Luis Navas recibe encapado en forma de estatua, sombrero cordobés en mano y capa, a quien se adentra en el Alcázar Viejo tras pasar por Caballerizas Reales. Como si tomara vida para que sus labios pronunciaran su tradicional “no lo dude, Córdoba no se puede comparar con ninguna otra ciudad”, el que fuera componente del grupo Los de Sierra Morena invita a comprobar lo cierto de sus palabras en el barrio. Si tomara vida, el rapsoda volvería su inmortalizada cabeza bronceada hacia la derecha para mostrar el camino que lleva a San Basilio, 14, una vivienda que mantiene la esencia de antaño. "Se trata de una casa del siglo XVI que está construida con bases de la muralla que rodea al Alcázar Viejo, cuando ya se quedó obsoleta como línea defensiva; la muralla se usó como muro de carga", detalla Ignacio Álvarez.

Ignació Álvarez y Carmen Ibáñez son los cuidadores del patio de San Basilio, 14, casa en la que viven. "Se trata de un inmueble que siempre ha estado habitado vía alquiler desde que se marchara su última propietaria, Encarnación Lorente, ya fallecida, "y a quien al igual que a su marido, Aurelio, guardamos un cariño especial porque cuando llegamos a esta casa, aunque ya no vivían aquí, tanto ella como su marido nos acogieron con los brazos abiertos a Carmen y a mí", sentencia.

Si Luis Navas pudiera girar el cuello, vería cómo Carmen, en época visitable, suele invitar a los turistas a pasar una más que vetusta puerta de madera para adentrarlos en un recinto en el que las macetas, puertas, ventanas y hasta canalones guardan el abolengo de décadas atrás. "Este patio nunca se ha reformado ni por instituciones públicas ni por privadas. Lo que ha tenido que hacérsele se lo hemos hecho los propios vecinos", cuenta Ignacio. "Mantiene original todo, la cocina, los lavaderos... Insisto, cuando ha habido que arreglarle algo lo hemos arreglado los vecinos", asevera. Una cocina en la que ha ido recopilando cachivaches de todo tipo relacionados con los patios y en la que quiere montar un pequeño Museo de los Patios. "Se trata de objetos que me han ido regalando vecinos, familia y amigos y que tienen más valor cultural que otra cosa", sentencia.

Ignacio asegura que tanto su patio como otros de Alcázar Viejo están espectaculares: "Están cuidados al día y al detalle y se puede decir que tenemos un pique sano entre los vecinos para ello, pero todos están espectaculares", asegura. Y añade que "ahora, con esto del coronavirus, estamos con la incertidumbre de no saber qué va a pasar con las visitas a los patios, cuándo los vamos a poder abrir y cómo, son muchos los días en los que llamo al Instituto Municipal de Turismo (Imtur) y al Patronato Provincial de Turismo de la Diputación para ver por dónde va a ir la cosa, pero son todo dudas, esto nos está haciendo mucho daño a los que componemos el sector del turismo de esta ciudad". Y es que el patio de San Basilio, 14 pertenece a la Ruta de Patios que Ignacio dirige y que está compuesta, además de por su patio, por los de Martín de Roa, 7; Duartas, 2; La Barrera, 1, y Postrera, 28.

En cuanto al vergel del patio, puntualiza que conserva geranios que alcanzan los 15 años y gitanillas, dispuestas en los balcones, de las que en el patio hay repartidas más de 500 macetas que tan solo llevan un suplemento este año de 27 más, algunas de medio metro. A todo ello hay que sumarle medinillas, helechos gigantes, orejas de elefantes, costilla de adán y helechos muy antiguos, enumera. Como también no olvida, entre otras plantas, reseñar las "lamelias y tres arriates, uno de ellos con begonias y la flor de la gamba y los otros dos con pericones blancos, o sea, con margaritas", detalla quien con su mujer es la pareja más joven que cada año "presentamos el patio a la Fiesta y al concurso municipal", sostiene Ignacio.

En San Basilio, 14, la conjunción de la arquitectura popular y la disposición floral roza la perfección, algo a lo que contribuye de manera muy visual la cascada de macetas que caen por sus paredes y que en primavera suman un multicolor arco iris al verde tradicional del recinto para el disfrute de los miles de turistas que pasan por la casa, comprobando que el rapsoda llevaba razón, un Luis Navas que, al paso de éstos, no se resiste a que sus pétreos labios impidan que brote silenciosamente de su alma su clásico: ¡Cómo me voy a callar, si de Córdoba hay que hablar hasta que el mundo se asombre!

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