Los Patios de Córdoba en tiempos de crisis

Alfonso XII, 29: el patio de Córdoba que es un vergel de sombra

Alfonso, XII, 29: el patio de Córdoba vergel de sombra

Con estructura clásica, aroma antiguo y lifting arquitectónico contemporáneo, Alfonso XII, 29  es reclamo de miradas para todo aquel que observa ese espacio que linda con el que fue -antes de la desamortización del XIX- Hospital de San Bartolomé y que ahora es una plaza que lleva el nombre del santo. Colgado en un zaguán que mantiene los originales azulejos en tonos verdes al más puro estilo andaluz, un heráldico cordobán de cuero revela que en esa casa habitan los Muñoz Zafra; y, a escasos metros, en el patio, durante muchos años un cuadro de Nuestra Señora de la Antigua, patrona de Hinojosa del Duque, ha hablado de los orígenes de Jacinto Muñoz, quien nació en esa localidad de Los Pedroches y se mudó a Córdoba con tan sólo tres años junto a sus padres, Bernardo Muñoz y Guadalupe Barbarroja.

"Es un patio de arquitectura antigua, un patio de sombra", señala Inmaculada Zafra. "Es muy fresquito en invierno y en verano se  está de maravilla", apunta. "Es un patio con muchísima variedad floral", añade. En verano, como destaca Iluminada, conserva un frescor increíble que le proporcionan las plantas gracias a que no está compuesto por tabiques, sino por muros gruesos. Es uno de los más frescos de los Patios de Córdoba.

Fue Bernardo quien, recién iniciada la pasada década de los 70, compró el inmueble también del XIX, que junto al actual Alfonso XII, 31 formaban una única casa y en el que había una zapatería. Fue también él quien lo reformó con sus propias manos gracias a su trabajo como oficial de primera de albañilería, respetando las vigas de madera y un suelo antiquísimo por el que –en épocas de reforma- han tenido más de una oferta de compra, y descubriendo otros elementos que habían cubierto obras anteriores.

Comenzó a picar y aparecieron unos arcos que estaban tapados y columnas desaparecidas con bóvedas que eran romanas. Además, Bernardo sustituyó un frágil tejado original compuesto por cañizo, arena y carboncillo, y se inspiró en los azulejos del zaguán para colocar en el interior otros -también en relieve- con aspecto psicodélico y que le dieron mayor amplitud al patio, un recinto al que Iluminada le gusta llenar de plantas raras y extrañas, de esas que son difíciles de conseguir; eso sí, criadas en macetas sin pintar, porque le gusta que conserven el color natural del barro.

Muchos de los que visitan el barrio suelen decirle a Jacinto y a Iluminada que la casa huele a jazmín, a azahar, y es que siempre han tenido muchas plantas aromáticas, como manzanilla, curri, menta o poleo. En este patio Iluminada sabe bien como más de una vez ha referido que “cada planta tiene su rincón; la ubicas y, si se adapta, no la cambies, porque si no se siente a gusto se marchita y se muere”.

"La verdad es que en esta crisis del coronavirus, el patio está muy florecido, pero las flores crecen de forma triste y en silencio, ya que están acostumbradas a las visitas del mes de mayo y no tienen ese público", relata.

Aunque Iluminada ha confesado que le apasionan ese tipo de plantas -sobre todo, entre otros, los cactus, los farolillos chinos y, en especial, un rododendro que llena de color la vista-, es consciente de que en su particular vergel no pueden faltar gitanillas, geranios y pilistras. “Es lo típico de un patio”, ha defendido en más de una ocasión esta mujer nacida en Melilla, de madre melillense y padre cordobés que siempre vivió en una casa con patio. De hecho, Jacinto y ella se criaron juntos en una casa patio en la Huerta de la Reina, y siempre dice que se conocieron cuando ella tenía cuatro años y él le quitó el chupe.

Por esa personal galería de arte en la que han convertido el patio, los Muñoz Zafra también suelen tener repartidas obras creadas por Iluminada. Hay quien ha visto, por ejemplo, en el patio desde una muñeca construida con macetas grandes y pequeñas hasta una mesa de aspecto árabe hecha con una rueda de coche y cuerdas. Siempre ha defendido que le gustan mucho las manualidades, darles su propio toque personal. Ella diseña piezas con una facilidad asombrosa. Prueba de ello es un singular manantial con cascada y rocas volcánicas en el que se siente el correr del agua. Iluminada ha defendido en más de una ocasión que se siente orgullosa cuando ve que eso que ha creado tiene el reconocimiento de la gente.

Todo ello en un inmueble inmueble de estructura clásica, aroma antiguo y lifting arquitectónico contemporáneo que es reclamo de miradas junto a la plaza de San Bartolomé.

 

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