Cultura

Louis Garrel filma en 'Two friends' su "manifiesto por la inmadurez"

  • El francés narra la historia "tierna" y "ligera" de un trío amoroso con treintañeros perdidos

El francés Louis Garrel ha comenzado su carrera como director -de largometraje: antes rodó dos cortos y un mediometraje- enredado en un triángulo amoroso, como ocurrió en Soñadores, el drama sesentayochista de Bertolucci con el que el actor, hijo de Philipe Garrel (presente también en la Sección Oficial de este año), alcanzó en 2003 la notoriedad ante el gran público. Con Les deux amis en su título original, Two friends en el elegido por el SEFF, o Dos amigos para que nos entendamos todos, Garrel inauguró ayer el festival invocando la ligereza, el romanticismo y el espíritu de la nouvelle vague; pero desde su tiempo y a su manera, vinculada en parte al tono de otros títulos del cine galo reciente como La chica del 14 de julio, donde aparecía el mismo Vincent Macaigne que protagoniza Two friends junto a Garrel y Golshifeth Farahani.

En torno a ésta se despliega el "estudio sentimental", la galería de "altibajos del corazón" y, en última instancia, el "manifiesto por la inmadurez" que es la película en palabras de Garrel. También, el retrato de dos treintañeros perdidos, azotados por una adolescencia tardía y pertinaz cual sequía legendaria, incapaces ambos de pensar en otra cosa que no sea el amor. A ellos se acerca el filme con "ternura", "para que no duelan a pesar de que son personajes dolorosos y un poco patéticos", apuntó el director. La película se abre con el fruto de la discordia, el personaje al que da vida la iraní Farahani -estupenda, con una presencia rotunda y magnética-, que se prepara para salir momentáneamente de la cárcel y dirigirse a su puesto de trabajo en un puesto de bollería en una estación, antes de regresar, como cada jornada, a dormir en prisión.

Allí, en la tienda de la estación, la conoció Clément (Macaigne), un tipo enamorado del amor, noble, generoso, inocente y vulnerable en grados extremos, el cual la lleva sometiendo una temporada a un inofensivo y conmovedor asedio en modo amor-cortés-medieval. Y allí la conocerá también su amigo Abel (Garrel), hastiado de vivir en los brazos de las mujeres, distante, chulito y semipoeta, arquetipo del malote misterioso. La pugna por la mujer la dividirá a ella -que disfruta de esas dos formas distintas pero complementarias de ser querida- y a los amigos, entre los que estallarán las pequeñas rencillas acumuladas calladamente durante toda una vida.

"Decir sólo la verdad haría inaguantable cualquier relación", dijo Garrel a propósito de las cosas que se dicen, y sobre todo callan, los viejos amigos en su combate amoroso. "Por eso cuando me hablan de la importancia de la sinceridad siempre recuerdo algo que escribió Truffaut: que no hay nada peor que la gente sincera, y que lo más importante en la vida es tener delicadeza. Creo que la película trata de eso también", añadió el director, que como además sabe que tiene "fama de aburrido en Francia", optó deliberadamente por la comedia para debutar en la dirección. Ese tono se impone sobre todo en el tratamiento de las fricciones masculinas, que él quiso abordar incorporando "elementos como de tebeo y esas peleas conyugales del cine clásico, sólo que yo las traslado a la amistad entre dos hombres".

Dice además el protagonista de Canciones de amor o Los amantes regulares (dirigida por su padre y escrita por Christophe Honoré, que firma junto a Garrel el guión de Two friends), a propósito de la inmadurez de sus criaturas, que él las comprende perfectamente. "Siempre pienso: mañana seré yo mismo. Eso es inmadurez, ¿no? No me engaño al respecto. Pero por eso mismo no creo que se pueda considerar que la película trata cuestiones adolescentes", afirmó Garrel, que si antes invocó a Truffaut, en esta ocasión recurrió a Milan Kundera para dar lustre a su discurso. Two friends, su triángulo amoroso sin tragedia, ni drama, ni demasiado dolor, viene a ser algo parecido a su respuesta, dijo, a la duda que expresaba -más bien retóricamente- el escritor cuando dijo que no sabía si la profundidad se encuentra en la ligereza o en la gravedad.

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