DISCO BOY | FESTIVAL DE CINE DE SEVILLA

No tomarás el nombre de Denis en vano

Rogowski busca un futuro en la Legión extranjera en 'Disco boy'.

Rogowski busca un futuro en la Legión extranjera en 'Disco boy'.

No hay muchas cosas buenas que decir de esta Disco boy, en la que Franz Rogowski, aprovechando su visita a Polonia con los hinchas de un club de fútbol bielorruso, se cuela hasta el mismísimo París a golpe de elipsis como quien hace una excursión por el Parque de María Luisa. Para darnos a entender que la cosa tampoco era tan fácil, su autor, Giacomo Abbruzzese, se carga al amigo acompañante, atropellado por la lancha motora de unos guardias de fronteras que patrullaban beodos a golpe de música electrónica y derrape acuático.

Lo mejor que aporta una cinta como esta es descubrir la influencia que la magistral Beau travail comienza a provocar en las nuevas generaciones de cineastas, convertida ya en una obra mítica del cine transfronterizo entre lo queer y una nueva masculinidad en crisis por su pulsión homosexual; también entre el filme de legionarios y el musical; o entre África y Europa. Abbruzzese, que parte la película en dos para mostrarnos al Otro (el africano, el negro, el guerrillero) y la empatía del protagonista, tiene alguna buena escena (el rescate aéreo de Rogowski) y otras imposibles (el intento de imitar el mítico baile final de Lavant en la citada obra de Denis).