Solo sí es sí: UP pierde, el PSOE no gana

La crisis de la coalición, resista o no, exhibe las profundas diferencias del proyecto social de ambos partidos y empina la cuesta de futuros acuerdos

Ione Belarra e Irene Montero en un acto celebrado para reivindicar la postura de Unidas Podemos sobre la Ley del 'sólo sí es sí'.

Ione Belarra e Irene Montero en un acto celebrado para reivindicar la postura de Unidas Podemos sobre la Ley del 'sólo sí es sí'. / Sergio Pérez (Madrid)

La democracia es una práctica política con dos caras: la victoria y la derrota. Solo se puede jugar si se está dispuesto a aceptar las dos. Irene Montero ha perdido en el episodio de la Ley del solo sí es sí. Ha perdido por muchas razones: porque sus efectos han sido funestos y alarmantes (500 rebajas de condena a agresores sexuales y 30 excarcelaciones); es una derrota en toda regla porque su enroque posterior ha dividido al gobierno de forma peligrosa; porque la sociedad en su conjunto ha puesto en duda la ley y la responsabiliza a ella, aunque hay que recordar que el texto salió del Consejo de ministros no solo del ministerio de Unidas Podemos; ha sido una derrota porque este episodio consolida la idea de la insolvencia técnica de la ministra y su equipo; y ha perdido Montero porque comete el peor de los defectos políticos: no admitir que ha perdido.

Frenar antes del abismo

El comportamiento de Montero, equidistante entre el enfurruñamiento infantil y el dogmatismo de solo yo tengo razón le llevará a seguir ahondando el boquete en el que se ha metido. Deberían haber aprendido ya que para evitar una derrota cuando no tienes posibilidades de ganar solo hay dos estrategias: no emprender ese camino o detenerse a tiempo antes del abismo. Y si ya se ha metido en el bucle solo puede negociar, transaccionar y sacar un nuevo texto pactado y corregido. En definitiva, hacer política. Pero si se sigue empujando aun al filo del acantilado alguien pierde. Siempre ocurre. Y no podía ganar porque no hay sociedad que transija con la reducción de penas a quienes han cometido uno de los delitos más infames, máxime cuando el socio mayoritario vira el timón. Ni hay opinión publicada que deje pasar la oportunidad de machacar sobre los errores políticos. La opinión pública raramente entra en pormenores técnicos. Ve lo que ve. Y, obviamente, ve lo que le enseñan. Las emociones mueven más al voto que las razones pero los datos construyen el marco emocional. Más de 500 rebajas de penas y decenas de excarcelaciones de agresores sexuales revientan cualquier armadura racional.

Empate en cesiones

El PSOE perdió frente a UP en la elaboración de la Ley trans: no logró imponer su criterio en la comisión de Igualdad respecto a la exigencia de un aval judicial para que los menores de entre 14 y 16 años puedan cambiarse el nombre y el sexo en el DNI. Los socialistas entraron en la ley tal cual estaba y no presentaron nuevas enmiendas.

Acaban de resolver los socios sus importantes diferencias en la Ley de bienestar animal: el PSOE pretendía sacar del texto a los perros de caza y a los animales dedicados a labores como el deporte, el rescate, el trabajo con la policía o el pastoreo, lo que enervó a UP, que consideraba que deberían ser igualmente protegidos sin distinguir la labor a la que se dedican. El PSOE necesitaba templar a los cazadores -hay 334.635 licencias en España- cuyo enfado con el Gobierno contribuyó al desastre electoral en Andalucía. UP ha cedido. Es otra forma de resolver los contenciosos. Eso sí, sin ambages, Ione Belarra, la ministra de Derechos Sociales, cuyo departamento impulsa la ley, ha acusado al PSOE de ponerse del lado de los maltratadores de animales, que es otra forma de profundizar en la crisis.

Pedro Sánchez durante su asistencia al Consejo de la UE esta semana en Bruselas. Pedro Sánchez durante su asistencia al Consejo de la UE esta semana en Bruselas.

Pedro Sánchez durante su asistencia al Consejo de la UE esta semana en Bruselas. / Stephanie Lecocq / EFE (Bruselas)

No hay desempate

En esta ley no ha habido forma de momento de desempatar. El PSOE ya ha registrado en solitario -sin UP- la reforma de la ley del solo sí es sí. Choca con su socio en la forma de entender la delimitación de los delitos sexuales: el consentimiento ha sido siempre la clave de bóveda en este tipo de delitos. El PSOE sostiene que en su propuesta no se toca pero UP considera que al incluir de nuevo el concepto de la necesaria existencia de violencia o intimidación para establecer las penas impone una nueva lectura del delito en vez de anclarse al consentimiento con única condición. La crisis es seria. Es la tercera colisión grave en proyectos legislativos, lo que dibuja, además de una inestabilidad al límite, las profundas diferencias (e intereses) que configuran el proyecto social del PSOE -con su teoría base anclada en los valores de la socialdemocracia -y el de UP -con origen postcomunista y ferozmente anticapitalista-, al que Felipe González, impar crítico de la formación izquierdista, llegó a bautizar como Leninismo 3.0. Belarra ha sido explícita: “Hay dos fuerzas políticas en este Gobierno: una que cuando se produce una ofensiva mediática, política y judicial como la que está viviendo la ley del solo sí es sí, defiende los avances, en este caso los avances feministas, y otra fuerza que no”.

Maneras de perder

UP pierde pero el PSOE no gana. Lleva plomo en las alas. Los socialistas solo están controlando daños. No van a rascar nada con la reforma, solo evitan ahondar en el perjuicio producido, que tiene a sus candidatos con las carnes abiertas. El PP ya se ha encargado de recordar que esta es también la ley de Page, Vara, Andreu y Armengol, anunciando implícitamente que los van a freír en ese perol durante la campaña electoral. Es el PSOE quien más se juega en el envite y ha llegado demasiado lejos. “La ley ha tenido algunos efectos indeseados en su aplicación. Digo efectos indeseados y me quedo corto” ha dicho Pedro Sánchez. Mientras la ministra de Justicia, Pilar Llop, añadía que UP está en el relato político de las cosas y no en hacer leyes que mejoren la vida de los ciudadanos. Irene Montero no se quedó callada: “Vamos a evitar volver al Código Penal de La Manada”. Virtuoso carrusel de pellizcos entre socios.

Todos han desenfundado ya, aunque deben apuntar bien porque se necesitarán después de diciembre para formar gobierno si es que la aritmética lo permite. El Gobierno de coalición queda seriamente tocado a once teóricos meses de las elecciones, aunque sobre el papel el adelanto está descartado por la presidencia europea de turno, que concluye el 31 de diciembre. Los presupuestos están aprobados y si la agenda legislativa no avanza más no será letal: la coalición deja como legado, en el peor de los casos, 200 leyes y tres presupuestos, una producción legislativa muy superior a la de legislaturas anteriores. Pero las consecuencias a futuro son más graves que una posible ruptura de la coalición.

Hay muchas formas de perder. La más tonta es la derrota que se ha podido evitar y que cuando se produce no admite dudas. Y la peor de todas es cuando pierden todos.

Alberto Núñez Feijóo, a su llegada al Senado donde se aprobaron la ley trans y la reforma de la ley del aborto. Alberto Núñez Feijóo, a su llegada al Senado donde se aprobaron la ley trans y la reforma de la ley del aborto.

Alberto Núñez Feijóo, a su llegada al Senado donde se aprobaron la ley trans y la reforma de la ley del aborto. / Gustavo Valiente / Europa Press (Madrid)

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