Pablo Poveda, escritor

“El modelo de negocio editorial está a punto de volar por los aires”

El escritor Pablo Poveda.

El escritor Pablo Poveda. / M. G.

Tiene 45 obras escritas y miles de copias vendidas, Pablo Poveda (Elche, 1989) es todo un fenómeno literario. Sin llegar a las librerías, es uno de los autores más leídos gracias a Amazon. Ahora, con la editorial Lantia y con ¿Quién mató a Laura Coves?, que podría llegar al cine, se adentra en el comercio tradicional. Se considera muy “disciplinado” y está convencido de que sus viajes y los “fregaos" en los que a veces se ha metido le han dado una experiencia que despliega en su exitosa novela negra.

–Cambió la guitarra por la pluma, ¿por qué?

–No tiene mucha relación el dejar una cosa por otra. La música se acabó. Yo tenía 18 o 19 años, entré en contacto con la literatura y me volqué en ello. Me pareció mucho más gratificante.

–¿Qué es para usted la literatura?

–Es un modo de terapia, el contar historias es lo que me llena. No sabría cómo serían mis días si hiciera otra cosa. Leer y escribir lo es todo.

–Cuando la imagen es lo que predomina hoy día, ¿qué espacio queda para las letras o cuál deberíamos darle?

–Hay mucha gente que lee. Creo que se tiene una concepción errónea, sobre todo en este país. Es cierto que hay que competir con otros formatos, pero yo, sin editorial y sin nadie que me haya respaldado, he vendido más de 150.000 libros y, como yo, muchos compañeros. Creo que va con la persona, pero eso es la diversidad.

–A las nuevas generaciones se les ha puesto el sambenito de que no leen, ¿tiene la misma percepción? ¿Necesitan un empuje?

–Es lo mismo de siempre. Un falso mito. Es cierto que nos llevan ventaja con todo el tema de redes sociales etcétera, pero también leen, porque hay mucha gente que en internet hace críticas y son seguidos. Lo mismo que en mi generación se decía que se estábamos enganchados a la Play, lo cierto es que muchos leían a Harry Potter, por poner un ejemplo.

–¿La crisis de las letras no es una impostura?

–Las letras se transforman. Cambian los modelos de entretenimiento y la manera de contar historias, pero creo que hay un discurso pesimista, que no viene de ahora, liderado por la mafia editorial, los grandes grupos que son los que realmente hacen negocio. Desde hace diez años el modelo de negocio tradicional está a punto de volar por los aires, es una muerte anunciada.

–¿El papel va a desaparecer?

–El papel se sigue vendiendo, pero las prácticas leoninas que siguen haciendo los que han manejado la industria caerán. Igual que la musical ha cambiado, a los libros también les toca. Se intenta tapar esto, porque la autopublicación o un escritor emprendedor nunca se ha visto como algo bueno, pero internet está democratizándolo todo. En el momento en el que pones acceso entre el escritor y el lector, el intermediario desaparece, y lo que les está pasando es eso. Es un modelo arcaico y obsoleto, pero la gente lee y va a seguir leyendo.

–Entonces, ¿o evolucionan o mueren?

–O cambian de mentalidad o no tienen nada que hacer.

–¿Qué se está haciendo mal?

–El mensaje que venden es totalmente falso. Si sigues el camino tradicional, el autor es raro que viva de la escritura algún día. Escriben una vez al año, se desaniman y van al dictamen de lo que dicen las editoriales. Esto hace que muchas veces se queden sus ideas en un cajón, pero el lector quiere más. Aunque ahora ya está muriendo esto, porque en el momento en el que los propios autores encuentran a su audiencia y saben cómo hacerla crecer, no se necesita a una editorial que marque pautas. Hay que cambiar el paradigma. Ahora ofrecemos un producto que es igual al que hay en las librerías.

"En el momento en el que pones acceso entre el escritor y el lector, el intermediario desaparece”

–¿Qué contenidos se demandan hoy?

–Buenas historias. La gente consume mucho entretenimiento por televisión y hay que entender que tu libro tiene que ser mejor que las series de una plataforma.

–¿Falta promoción en literatura?

–Ese es el primer problema del modelo tradicional. Publicas un libro y te dan 15 días de promoción, y el resto lo tiene que hacer un autor que no siempre sabe cómo hacerlo. Y luego está la otra cara, la de los que sabemos cómo hacerlo sin tener que poner una cartelera en una ciudad. Y eso se hace a través de anuncios de Amazon o de Facebook de pago que, con menos presupuesto, llegan a más personas. Está estudiado durante años y funciona.

–¿Las redes sociales son parte del secreto?

–Sí, pero no como la gente interpreta. No es ser activo todo el día. El éxito, además de trabajo disciplinado y aprender a escuchar al lector, es aprender a utilizar estas herramientas que son de pago. De este modo, se puede tener cero seguidores y vender libros, pero esto se desconoce, pero poco a poco los escritores van aprendiéndolo. Ven que las cosas florecen y que hay un cambio. La editorial nunca va a hacer ese trabajo por ellos, así que cuando tienes el control no los necesitas.

–Y, además, hay que enganchar al lector...

–No te va a comprar por segunda vez si la primera no le gusta. Con tanta distracción como hay ahora, solo tienes una bala para esa persona. Si no la atrapas, la pierdes.

–¿Ayuda el boca a boca?

–Hasta hace unos meses nunca había ido a una firma de libros o a una Feria, pero sí estoy en contacto con mis lectores. El boca a boca ayuda, pero el arma principal es internet. Yo no lo hubiera conseguido sin internet.

–Luego, dejar atrás la deshumanización, la despersonalización, es lo que le ha acercado a la gente...

–Es necesario. Siempre he sido transparente desde el principio y además mi forma de ser es bastante ácrata, no le tengo estima ni a la fama ni a los famosos ni a poner pedestales. De hecho, a medida que me acercaba a mis mitos, se me caían. Si tú me lees, por qué no voy a escuchar lo que tienes que decirme. Los escritores no existen sin lectores.

–¿Cuál es su musa?

–Lo que vives. Yo no espero a que llegue la inspiración. Yo me siento y trabajo. Escribo porque es mi ejercicio mental diario, me encanta, y sé que tengo a muchos lectores que quieren leer más. Por ellos tengo que estar ahí.

–¿Es muy austero en su forma de ser y de vivir?

–Mentiría si dijera que sí, pero no soy ostentoso. Me gusta disfrutar los días, pero mi vida es normal.

–¿Ser tan prolífico le ha generado detractores sobre la calidad de los escritos?

–Por supuesto, pero al final me remito a los números. Si consigues vender más de 150.000 copias podemos hablar de tú a tú. No estoy pendiente de críticas que vienen de la envidia o del desconocimiento. Prefiero centrarme en quienes me leen y repiten. Tengo la conciencia tranquila. El tiempo dirá. Si dentro de 100 años no me recuerdas, pues nada, me quedo con la gente que ha disfrutado con mi libro.

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