"Las costuras con África se están abriendo"
maría iglesias | periodista y escritora
LOS PUENTES POSIBLES. María Iglesias (Sevilla, 1976) es redactora especializada en política internacional, migraciones y derechos humanos. En 2016 recibió el Premio de Comunicación de la Asociación de la Prensa de Sevilla y, en 2019, el VII Premio Francisco Ayala de Narrativa por su obra Plata. En Horizonte (Edhasa) recorre, sobre la posibilidad de un puente en el Estrecho, Horizonte “los vínculos entre los personajes llegados a España, los que permanecen en África y quienes están alrededor del fenómeno migratorio, con la pretensión de que también se cree esa conexión con los lectores”.
–En el libro anterior, hablaba de la crisis de refugiados sirios. En este, ficcionaliza la emigración en África. ¿Cuál ha sido la relación?
–Ha sido un proceso muy natural, el de mirar qué lleva ocurriendo con el fenómeno migratorio al otro lado del Mediterráneo durante más de 30 años. Fui entrevistando a cada vez más personas que viven directamente este proceso en torno al Estrecho, que es un escenario muy orgánico. La historia parte de dos hechos: la entrevista real a Sani Ladan en noviembre de 2018 y el descubrimiento de que existía el proyecto de construir un puente.
–La hemorragia de muertes tiene dos efectos –apunta en la novela–:disuasorio para los que quieran llegar; resignado para los que estamos aquí.
–Y un tercero, el de la esclavitud anhelada: gente que llega, por propia voluntad y pagando mucho dinero, a someterse a un periodo de explotación asumido.
–“Hay que ir más allá del drama de las historias individuales –dice también–, dejar de ver a los migrantes como víctimas”.
–Claro, como periodista, las historias son tan tremendas que cómo no vas a contarlas, porque sientes que estás hurtando la verdad y la justicia. Pero hay que seguir la línea de por qué vienen así y cómo podría ser de otra manera. Los jóvenes africanos son sujetos activos, con un conocimiento del mundo que les hacer programar e imaginar realidades alternativas.
–Uno de los datos que se suelen obviar al hablar de inmigración es que la mayor parte llega en avión.
–Lo que explica que la mayoría sean hispanoamericanos:¿por qué ellos pueden venir con visado de estancia turística y los africanos, no? Forma parte de la serie de injusticias basadas en el racismo y el menosprecio de África. Como el hecho de que el bebé de dos inmigrantes nacido en España no sea español de derecho, y estos jóvenes luego tengan que tramitar la nacionalidad por arraigo.
–La novela llega en un momento, además, en el que el Sahel y países como Níger viven un revulsivo.
–Se escucha la preocupación de que deje de haber presencia militar occidental en la zona, por el tema yihadista... Pero, por ejemplo, desde que llegó el ejército francés en 2013 a la zona, las operaciones yihadistas se han multiplicado: la población local no ve que la llegada de los europeos les haya protegido. La realidad, en efecto, está cumpliendo algunos de los temas que se avanzan como hipótesis:la nueva generación africana le está echando un pulso a Europa. Incluso gobiernos de corte progresista, como hemos visto ahora, permiten cosas como la masacre de la valla de Melilla. Ese empeño de las vallas, de los muros, de las concertinas... Es como si no hubiera ninguna otra alternativa, pero sí que la hay. Las costuras están saltando por todos los lados.
–Y luego está el paraguas de los BRICS. Da la sensación de que vamos a caballo perdedor.
–Europa tiene la alternativa de reaccionar pero, si no lo hace, ellos van a seguir su camino igual. La novela plantea esa opción de que sea común. Ahora nos da por señalar sus relaciones con China y Rusia pero nosotros comerciamos con ellos a lo grande.
–¿Miedo a perder privilegios?
–Es que nosotros también nos jugamos muchas cosas, incluido el tema medioambiental. Llevamos 400 años siendo sus negreros, porque la descolonización nunca llegó del todo. Pero ahora se abre un nuevo escenario: saben que China y Rusia vienen con sus intereses, pero se consideran perfectamente preparados para lidiar con ello porque tienen sus cuadros universitarios, economistas, abogados, profesores... No tenemos en cuenta su universo urbano.
–En la novela, habla de una red panafricana que, con otro nombre, existe.
–Urgences Panafricanistes. Entrevistar a su líder, Kemi Seba, fue una experiencia muy curiosa. La viabilidad de un proyecto común a lo largo de 55 países, con realidades muy distintas e incluso enfrentamientos entre ellos es algo que puede mover al escepticismo pero, de momento, el tablero está cambiando.
–Y luego está el proyecto del puente, que hila la historia.
–Un plan que, en 40 años, ha despertado poco debate, y mi sensación es que es más útil tenerlo camuflado en unas siglas impronunciables. La galería de la que se habla en uno de los capítulos en Tarifa, existe, y era una idea que discurrió muy en paralelo al Eurotúnel, aunque su complejidad técnica es mayor.Sin embargo, yo pienso que la mayor complejidad es estratégica.
–Las nuevas tecnologías tienen gran importancia en la historia como elemento de denuncia: ¿dónde estamos los periodistas?
–Las nuevas tecnologías son fundamentales para la articulación de esta nueva gente africana, que es más consciente de su propia fuerza y recursos, tanto en el continente como en la diáspora. Y cada vez hay menos periodistas sobre el terreno, pero creo que la labor que podemos hacer periodistas periféricos, andaluces o canarios, es fundamental, contactando con compañeros que sí estén allí y aprovechando que muchas veces tenemos idiomas comunes.
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