Tomás Ocaña Urwitz | Productor y director

"El toro ha sido un camino para hablar de la vida y de la muerte"

Tomás Ocaña Urwitz durante su paso por el Festival de Málaga.

Tomás Ocaña Urwitz durante su paso por el Festival de Málaga. / Domingo Mérida

Tomás Ocaña Urwitz, productor ejecutivo, director y periodista de investigación multipremiado, responsable de la serie Lucía en la telaraña, comenzó a gestar La última lidia hace cinco años. Junto al Grupo Izen lo pudo sacar adelante y ahora toca pasearlo por certámenes, como el Festival de Málaga, antes de su lanzamiento en cines y plataformas. Con el malagueño Saúl Jiménez Fortes como protagonista y distintas voces que aportan ángulos contrapuestos, “lo que queremos es mover sentimientos, mover las tripas. Para mí el éxito será que la gente salga discutiendo, con ganas de abrir el debate”.

–¿Cuál fue la pretensión al levantar el documental La última lidia?

–Trabajé muchos años en Estados Unidos y América Latina y la gente asocia los toros a España. Busqué y no encontraba ningún documental que explicase la tauromaquia, lo que es y que recogiese todas las visiones, los prismas, por qué hay gente a favor y en contra. Como no lo encontraba decidí hacerlo.

–¿Qué tenía que tener este documental?

–Como era un largo documental desde su concepción, necesitábamos una historia que contar. Tuvimos claro que lo primero que necesitábamos era un torero, de los mejores, y dispuesto a tener esta conversación. No fue un viaje fácil, pero cuando conocí a Saúl Jiménez Fortes lo tuve clarísimo que era él.

–¿Por qué Saúl Jiménez Fortes?

–Porque es un torero muy reconocido, con una gran calidad técnica y mucha valentía, que habla muy bien y que está dispuesto a tener esta conversación, lo cual agradezco mucho, porque no es fácil su posición. Él tiene que defender si esto tiene sentido o no, y va a haber otras voces. Hay ciertas partes del mundo taurino que no están dispuestos a tener esta conversación.

–¿Él se defiende y también se cuestiona?

–Sí, y eso es lo bonito, porque es una persona de una capacidad intelectual y de reflexión muy alta y está dispuesto a tener esta conversación con el espectador, consigo mismo y a defender por qué lo sigue haciendo después de haberse levantado de la cama de un hospital varias veces. Esto no es solo salir a la plaza a torear. Esto es pasarte tres meses en un hospital, estar a punto de morir y decidir que lo que quieres hacer con tu vida es volver a los ruedos. Tiene todos mis respetos.

–¿Y cuál es su principal defensa?

–Yo diría que es una defensa muy desde el corazón, desde el sentimiento profundo, el ama lo que hace, le parece una forma de crear arte y de enfrentarse a sus miedos. Una cosa muy bonita que nos ha pasado es que hemos empezado haciendo un documental sobre la tauromaquia y hemos acabado haciendo un documental sobre la vida. El toro ha sido un camino para hablar de la muerte, de las relaciones humanas, de cómo tratamos a los animales y la conexión con el campo y la naturaleza. Hay grandes debates detrás de la tauromaquia y el más palpable es la muerte.

–¿Ha titulado la película La última lidia porque ve el fin de los toros?

–No, sé que es una lectura que se puede hacer, pero le hemos puesto La última lidia porque lo que hace único la tauromaquia es que los dos pueden morir. El toro, la mayoría de las veces y el torero también puede hacerlo, Saúl ha estado a punto en un par de ocasiones. La idiosincrasia propia de esto es que se están jugando la vida.

–¿Qué dicen los detractores?

–Defienden que es algo de otra época y que no se puede aplaudir la muerte de un animal. Aunque muchos están en contra de los toros pero comen carne. Son las contradicciones del ser humano.

–¿Es una posición un tanto cómoda presentar ambas posturas y no tomar partido?

–Reivindico la equidistancia narrativa en este documental, es una decisión tomada muy a conciencia con Adolfo Moreno, que creó conmigo la historia. Nos parece que es el espectador el que tiene que sacar sus conclusiones. Te diría que hubiese sido mucho más cómodo optar por uno de los dos y posicionarme claramente a favor o claramente en contra. Querer estar en medio nos ha costado muchísimo trabajo y dar muchas explicaciones. Hemos sido honestos y transparentes y cuando le decías que había gente del otro bando muchos no querían participar. Ha sido muy llamativo, muchos que queríamos incluir, que sabíamos que tenían cosas interesantes que decir, se han negado. Por el miedo la rechazo social, al ‘hate’ es las redes, sobre todo.

–¿Hay miedo a decir lo que se piensa?

–Creo que vivimos en una sociedad en la que cada vez menos se puede decir lo que se piensa y la censura previa no es buena para nadie, menos aún en la cultura. Tendremos que escuchar a la gente y saber lo que piensan. Entender las situaciones no quiere decir que las secundes o compartas. Pero para entender tenemos que escuchar y conocer. Me parece injusto cuando dicen que son cuatro locos que se meten en una plaza a matar a un toro. Hay una cultura, una tradición, el ser humano viene enfrentándose al animal desde tiempos inmemoriales, lo cual no quiere decir que no creamos que se tenga que acabar, porque hemos cambiado muchas cosas primigenias, pero tampoco podemos simplificarlo tanto.

–¿Se trata la ley del bienestar animal?

–La hemos tocado un poco pero hemos querido que el documental trascendiese del detalle y del momento actual. Para nosotros es casi una discusión filosófica.

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