Economía

La nueva política alimentaria verde de Bruselas provoca recelo en el campo

Un agricultor andaluz tira tomates al ganado en una protesta por los bajos precios de los productos del campo.

Un agricultor andaluz tira tomates al ganado en una protesta por los bajos precios de los productos del campo. / Javier Alonso

La Comisión Europea (CE) presentará el miércoles su estrategia De la granja a la mesa, que abre el debate sobre la oportunidad de cambiar la producción de alimentos y elevar las exigencias ambientales a la salida de la pandemia, pero despierta recelos y críticas de los agricultores, que perciben muchas acusaciones y pocos apoyos a la hora de combatir el cambio climático.

El coronavirus retrasó esta estrategia, muy esperada, que plantea modificaciones en la cadena de producción agroalimentaria, y retos muy concretos, como la limitación de pesticidas, fertilizantes y antibióticos; también afecta a la pesca.

El plan forma parte del Pacto Verde europeo, piedra angular del equipo de la CE que lidera Ursula von der Leyen y cuya ambición es conseguir en 2050 una economía neutra en emisiones de CO2.

El Ejecutivo comunitario quiere salir del Covid-19 avanzando en la lucha contra el cambio climático, pero las organizaciones que representan a los agricultores y ganaderos han cuestionado si el momento es oportuno y, sobre todo, si ese incremento de exigencias va a poner en riesgo la oferta de alimentos a los ciudadanos europeos que en esta crisis han tenido sus neveras llenas.

La estrategia no es una propuesta legislativa, sino una comunicación con ideas para abrir la discusión sobre una transición hacia una producción "sostenible", según el vicepresidente de la CE que la coordina, Frans Timmermans.

Sin tiempo

Bruselas insiste en que no hay tiempo que perder contra el clima y ve la crisis como una oportunidad para el propio sector agrícola y para que los ciudadanos se replanteen si es conveniente pagar más por alimentos mejores.

Según fuentes del sector, en los borradores han figurado cifras como rebajas de uso de pesticidas del 50% o el plazo de 2030, al igual que un incremento de la proporción de la agricultura ecológica.

Otro propósito es rebajar el desperdicio alimentario, según ha declarado esta semana la comisaria europea de Salud y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, ante una reunión de la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo, en la que muchos eurodiputados se hicieron eco de las dudas sobre el "realismo" de estos planes.

La comisaria ha negado una confrontación entre la sostenibilidad y la oferta de alimentos e insiste en que el objetivo es ayudar y no penalizar.

Visión del campo

Por su parte, el director de Relaciones Internacionales de Cooperativas Agro-alimentarias, Gabriel Trenzado, señaló al respecto que "no es el momento" de presentar la estrategia, que debería posponerse a septiembre u octubre, y cree que el proyecto es "un salto al vacío", basado en una "visión negativa" de los agricultores, sin tener en cuenta la labor social o su aportación al medioambiente.

A su juicio, la CE marca retos que "no se ajustan a la realidad" y vuelve a "culpar" al agricultor de los problemas climáticos, opinión expresada también por el comité de organizaciones agrarias y cooperativas comunitarias (Copa-Cogeca).

Para el presidente del Consejo Europeo de Jóvenes Agricultores (CEJA), Jannes Maes, es un ejemplo de la "falta" de medidas para favorecer el relevo generacional.

Trenzado cuestiona un incremento de requisitos que encarecerán el modelo productivo, dificultarán la continuidad de la actividad del agricultor ahora que se ha demostrado que es esencial, y, en consecuencia, los precios de venta al público: "¿Van a exigir esas limitaciones a los productos importados?".

Para las cooperativas, la estrategia "demoniza" la producción cárnica, sin evidencias científicas. "Pedimos que baje el tono y que ayuden con incentivos a la agricultura", añaden.

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