Un viaje a la cueva del gigante

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El Córdoba, que nunca venció en La Coruña, ante el mejor anfitrión de la categoría · Un descenso, un ascenso frustrado y una eliminación copera en la lista negra

Charles se lamenta ante Valerón en el partido de Copa del Rey de la temporada 2010-11 en Riazor (3-1).
Charles se lamenta ante Valerón en el partido de Copa del Rey de la temporada 2010-11 en Riazor (3-1).
Francisco Merino / Córdoba

23 de marzo 2012 - 05:02

Depor-Córdoba, duelo entre aspirantes al ascenso. ¿A que suena bien? Desde luego, mucho mejor que hace quince años, cuando el conjunto blanquiverde visitó Riazor para medir sus fuerzas con el filial coruñés en una dramática última jornada del play off para subir a Segunda. Era el último día del campeonato 96-97 en Segunda B, uno de los más enloquecidos que se recuerdan por El Arcángel. La época de Rafael Gómez en la presidencia, con toda la dosis de exceso -en expectativas, ilusión y gasto- que la presencia del carismático empresario cordobés generaba. Ganó el equipo por 0-1, pero la gloria no fue para él ni para el baby Depor sino para el Elche, que hizo lo que tenía que hacer en Barakaldo y se llevó el billete para la categoría de plata. Unos días antes se había sufrido el Deportivazo, un 1-4 en casa que dejó traumatizada a una legión de aficionados. Qué tiempos aquellos.

Ahora el Córdoba está asentado en Segunda, con razonables sueños de promocionar hacia la élite, y Gómez es el líder de UCOR, la segunda fuerza política más votada por los cordobeses en las últimas elecciones municipales. Soplan otros vientos, por fortuna para un cordobesismo que lleva decenios sin presenciar encuentros como el que este fin de semana se disputará en el coliseo deportivista. Los anfitriones van a velocidad de crucero, líderes y con una hoja de servicios intimidadora cuando ejercen en casa. Los visitantes, con la etiqueta de revelación ya caducada y sustituida por un bien ganado prestigio, afrontan la cita conscientes de que un resultado positivo en la guarida del mejor equipo de la división supondría una potente vitamina para la esperanza ante lo que se avecina. No es, evidentemente, un partido más. Se trata de un test de primera magnitud para un Córdoba que no encuentra un presagio positivo en las estadísticas. Si fuera fiel a la tradición, saldría del estadio gallego con la frente más o menos alzada pero sin puntos en el casillero. Pero entre las características más acusadas de la escuadra de Paco Jémez en este curso 11-12 está la rebeldía ante el destino. Romper cadenas históricas, especialmente las negativas, es un hecho que no ha resultado frustrante sino, al contrario, muy estimulante. "No hay partido más bonito para jugar", ha proclamado el técnico blanquiverde, exjugador del Depor y en plena efervescencia en su nueva faceta con la pizarra.

SIN ALEGRÍAS

Ni los tanteos acumulados en el pasado ni los datos del presente (40 puntos sobre 45 posibles, diez victorias consecutivas) ofrecen síntomas que inciten al Córdoba a bailar de alegría en su viaje a La Coruña. Los números son contundentes: jamás han ganado los blanquiverdes en Riazor, donde sólo pueden presumir de haber conquistado un par de empates en doce visitas durante las etapas en las que ambos coincidieron en Primera y Segunda División. De hecho, las trayectorias de Depor y Córdoba fueron bastante similares en el pasado siglo. Los dos compartieron vecindario en la élite durante la década de los 60, que fue para los cordobesistas su edad de oro. Pese a que los de El Arcángel lograron mejores clasificaciones, nunca pudieron vencer en campo gallego. Ni siquiera hacer un gol hasta su última visita, en la campaña 71-72, la última del Córdoba en Primera y también saldada con derrota (3-2).

No fueron mucho mejores las cosas para el Córdoba en Segunda durante la década de los 70 (un empate sin goles). Lo peor llegó en la jornada 38 de la Liga 77-78. El Córdoba encajó un doloroso 6-1 que selló su descenso matemático a Segunda B. Tampoco resultaron agradables las experiencias a principios de los 80, cuando definitivamente comenzaron a cambiar las cosas para ambas entidades. El Córdoba descendió otra vez a Segunda B en 1982-83, el año posterior al Mundial de Naranjito, y el Depor empezó a elevar sus cotas hasta conseguir el ascenso a Primera División, donde se ha mantenido veinte años consiguiendo títulos y presencias en Europa.

Los caminos del fútbol han vuelto a cruzar a dos históricos. La última vez que el Córdoba jugó un partido de Liga de élite en Riazor fue en la primera jornada de la Liga 71-72 en Primera División, el cielo al que ambos aspiran. El Depor lleva algo más de nueve meses sin tocarlo. El Córdoba, cuarenta años.

ESA MANO, SESMA...

El Córdoba tiene en Riazor uno de sus recuerdos más desgraciados en la Copa del Rey. En enero de 2011, el conjunto blanquiverde visitaba a los gallegos en los octavos de final de la Copa del Rey con un 1-1 en la ida. El Depor, en Primera, las pasaba canutas. Los blanquiverdes albergaban una justificada esperanza de alcanzar la gesta. A punto estuvieron de hacerlo. Con 0-0 en el marcador y los locales dejándose llevar, Arteaga sorprendió con un golazo que puso el tanteo en 0-1 en el minuto 86. El Córdoba estuvo cuatro minutos en la siguiente ronda. Justo hasta que en el último suspiro, Jonathan Sesma sacó la mano en una acción sin peligro en el área cordobesa y cometió un penalti infame. Adrián marcó el 1-1 y llevó el pleito a la prórroga. Allí, entre el actual delantero del Atlético de Madrid, que completó un hat-trick, y el veterano Juan Carlos Valerón se encargaron de noquear al Córdoba (3-1).

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