¿A la tercera va la vencida?
Desde la primera tentativa de Gaucci en diciembre al frustrado pase a Víctor de Aldama en enero, el CCF lleva seis meses en un proceso abierto de venta
Regreso al pasado. La situación que hoy en día se vive en el Córdoba es un calco de la vivida durante finales de diciembre y enero. Fueron unos días frenéticos en los que el fútbol pasó a un segundo plano. Era la hora de comprar y de vender. Era el momento de que Prasa diera un paso al lado que todavía no se ha consumado, aunque parece que no se alargará mucho. La noticia estaba un día y otro también en la sede del grupo en Gran Capitán. Aquel capítulo se quedó abierto. Ya está en marcha el segundo. Pero entre uno y otro han pasado casi seis meses, muchos nombres y una cantidad infinita de rumores.
"Vamos con la idea de subir al Córdoba a Primera". Así de animoso se mostró el italiano Alessandro Gaucci el 14 de diciembre del año pasado, cuando reveló a El Día sus intenciones para el que iba a ser el club en el que iba a trabajar. En aquella época terminaba de negociar el intermediario romano con José Miguel Salinas el traspaso de poderes de la entidad, pero su interés venía de lejos. Durante el verano pasado, Gaucci ya asistió a algún partido del primer equipo blanquiverde durante la pretemporada, forjándose una primera idea de las necesidades de la plantilla y de los puestos a reforzar.
Cuando el propietario del club dio la definitiva vía libre a la negociación, Gaucci aceleró sus contactos en su país y concretó un acuerdo con Antonino Pulvirenti (a la sazón empresario y dueño del Catania, de la Serie A) para que éste fuese el mecenas de la operación.
Todo parecía hecho y apenas cinco días después confirmó la existencia de la empresa Augusta Business Capital, que iba a ser la compañía creada para la adquisición del club. A la expectativa creada se sumó la presencia del director deportivo del Catania, Pietro Lo Monaco, en el encuentro de Copa del Rey ante el Deportivo. Del hierático técnico apenas se pudo entresacar una frase: "Este equipo tiene fuego". Abandonó el palco en un día de intensa lluvia y nunca más fue visto en Córdoba.
Un día más tarde (el 22 de diciembre), el acuerdo se hizo carne. El club blanquiverde anunció de manera oficial en su página web que Augusta Business Capital asumía la deuda de la entidad y que se comprometía a dejar al club en un plazo de tres años consolidado en Primera División.
Todo un reto que, sin embargo, se fue difuminando inexplicablemente conforme avanzaron los días. Porque de lo acordado, nada. Desde Italia el propio Pulvirenti emitía un contracomunicado en el que se desmarcaba rotundamente de la operación. Verse en el primer plano mediático a miles de kilómetros de su casa no le hizo mucha gracia. Tocaba buscar un plan B.
Las negociaciones -sin que todavía estén muy claros los motivos- quedaron rotas con una rapidez mil veces superior a la que se tardaron en consumar y el 12 de enero, en un inesperado giro de los acontecimientos, Víctor de Aldama y su grupo Signum Inversiones se hacían -aparentemente- con el total del paquete accionarial del Córdoba apoyándose en un dinero que luego nunca apareció. En esta ocasión los plazos fueron mayores, pero al final acabaron igualmente rompiéndose.
Fue un compás de espera en el que los nombre siguieron surgiendo con cuentagotas. Una calma tensa que se rompió la pasada semana cuando el Córdoba ató la permanencia y el juez aceptó su entrada en el Concurso de Acreedores. El final del cuento aún no se ha escrito, pero parece que hay guión.
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