La teoría de los vasos
Después de siete jornadas, el CCF sigue sin ganar, aunque sólo ha perdido con tres de los claros candidatos a estar en la zona Champions El cambio de estilo debe pulirse aún más
El Córdoba no gana, pero tampoco pierde. Al menos con los rivales que están destinados a acompañarlo en la ardua pelea por la permanencia. El equipo no termina de ser solvente ni defensiva ni ofensivamente, pero sin acercarse ni de lejos a la perfección va tomando el pulso a la competición. Quizás demasiado lento, pero no más que un grupo de conjuntos con los que comparte síntomas en este arranque liguero. Por ahora, los blanquiverdes han alcanzado el segundo parón del campeonato con 4 puntos en su casillero y la sensación de que tienen que seguir puliendo detalles, sobre todo en este nuevo estilo más conservador que quiere imponer Albert Ferrer, para crecer en la clasificación. La situación no es ni la mejor ni la peor que cabría esperar, así que cada cual decida si se prefiere ver el vaso medio lleno o medio vacío.
Después de siete fechas, el CCF se mantiene como el único integrante de la Primera División con el casillero de victorias a cero. El dato no es positivo, pero tampoco para llevarse las manos a la cabeza, pues el cuadro cordobesista acabará ganando cuando se quite los complejos de recién ascendido y haga más cosas bien que mal en un partido, algo que llegará más pronto que tarde. Además, como contrapartida, baste reseñar que los blanquiverdes sólo han perdido con tres de los clarísimos aspirantes a pelear por todo y estar en las posiciones cabeceras de la tabla: el Real Madrid, el Sevilla y el Valencia. Ante el resto, rivales que a priori parten con el mismo objetivo de pasar los menos apuros posibles para mantener la categoría, salieron vivos. Aunque con distintas sensaciones que, con el paso de las semanas, no queda más remedio que mejorar.
En el estreno en casa ante el Celta, el CCF fue de más a menos, una tónica que le acompañó hasta hace algunas semanas fruto de la incapacidad para afrontar a tope los encuentros desde el inicio. Salvó un punto que pudieron ser tres por su descaro en el tramo final, algo que no sucedió luego en Almería, donde el empate se dio por bueno ante el acoso local. Esa dicotomía, mejorando la puesta en escena, se ha repetido en las dos últimas semanas: el triunfo hubiera sido justo ante el Espanyol y toda una sorpresa en Getafe. En ambos duelos, como en los anteriores, el resultado terminó siendo un empate que no satisface a medias, un resultado que no te llena el estómago, pero al menos sacia el apetito.
Sin embargo, el Córdoba necesita por muchos motivos darse ya un atracón. La confianza del grupo lo agradecería y, además, serviría para lanzar también un mensaje al resto de adversarios, que todavía ven a los blanquiverdes como un grupo novato lejos de su mejor nivel. Estuvo cerca en el Coliseum, más que nunca hasta ahora, pero un gol de Babá a sólo dos minutos para el 90' dio al traste con las ilusiones cordobesistas. El cabreo de Ferrer en la banda estaba más que justificado, aunque no hubiera sido justo por el pobre rendimiento dado por el equipo en tierras madrileñas.
¿Qué faltó en Getafe? El técnico echó en falta algo más de testiculina para no dejar escapar la primera renta favorable en lo que va de campeonato, pero quizás lo que no apareció fue ese oficio y esa experiencia tan necesarios para matar los partidos. Y, sobre todo, y no sólo en ese tramo final sino durante todo el encuentro, una mayor seguridad defensiva, mucha más contundencia atrás para evitar que el rival llegara continuamente en situación de ventaja al balcón del área de Juan Carlos.
Porque cuando un equipo como el Córdoba vira su estilo para tratar de crecer desde el rendimiento en campo propio, no se puede conceder tanta ventaja al enemigo. A pesar de jugar con seis hombres por detrás del balón y del intenso desgaste de los interiores, el conjunto de Ferrer no defendió nada bien en el Coliseum. Siempre superado por los costados (léase el origen del empate final, con el mediocampista superado por el lateral contrario), impreciso en el rechazo de acciones de estrategia -así llegó el gol mal anulado a Lafita, con dos toques del rival en el área pequeña- e incapaz de ganar los balones divididos, se mantuvo con vida más por desacierto de los azulones que por méritos propios. Y eso no siempre va a ocurrir. De ahí que haya que seguir trabajando para que, tras el parón, y con esa doble cita en El Arcángel ante el Málaga y la Real Sociedad la mejora sea palpable y llegue ese primer triunfo que tanto necesitan el equipo y la afición para seguir creyendo. Porque creer en uno mismo es el principio de todo en esta vida.
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