El Córdoba B vivió el pasado sábado ante el Dos Hermanas uno de esos episodios por los que ningún entrenador quiere pasar. En el ecuador del segundo periodo, el meta blanquiverde Molero vio cartulina roja cuando el técnico, Pedrito, ya había hecho los tres cambios. ¿Qué ocurrió? "Fue una reacción instintiva", recuerda el defensa José Mari, que se enfundó los guantes y se dispuso a vivir una experiencia inolvidable de veintitrés minutos bajo el marco. "Íbamos perdiendo y no había tiempo que perder. Fue todo muy rápido y sin meditar. Alguien tenía que hacerlo", dice José Mari sobre su efímera experiencia como portero de Tercera cuando antes "sólo lo había hecho en partidillos con amigos".

En ese momento "sólo intentaba ayudar al equipo en lo que pudiera", dice el canterano cordobés, quien confiesa que se metió "en el papel de portero, hablando a los compañeros y animándoles para intentar remontar el partido". No tuvo excesivo trabajo - "sólo me lanzaron un par de córners y salí un par de veces"-, pero admite que "hubo un instante en el que me llegué a preguntar que es lo que hacía yo allí".

Acostumbrado a jugar de central, José Mari recalca que debajo de los palos "se ve muy diferente todo. Sentí impotencia pues veía que no podía ayudar a mis compañeros como me hubiera gustado ni irme para arriba". José Mari supo mantener su portería sin encajar gol en algo más de veinte minutos en los que le tocó la papeleta de sustituir a Molero, pero el filial cordobesista no pudo ni siquiera empatar y terminó cediendo los tres puntos en la Ciudad Deportiva ante el Dos Hermanas.

El central, tras la experiencia como arquero, asegura que "con tal de jugar estoy dispuesto a hacerlo de lo que sea, incluso de portero", aunque valora la importancia de un puesto es "es clave" porque "tienes que mandar y estar atento". Ahora, su preocupación es contribuir a la escalada del Córdoba B en el grupo X de la categoría, porque "aunque estamos haciendo buenos partidos, nos está faltando regularidad".