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El cordobés Alberto Toril firma un curso histórico en el Real Madrid juvenil · Tras ganar Liga y Copa de Campeones, va a por el 'triplete' en la Copa del Rey

Toril, en El Arcángel, en un Madrid-Atlético de Los Califas.
Toril, en El Arcángel, en un Madrid-Atlético de Los Califas.
Francisco Merino / Córdoba

17 de mayo 2010 - 05:02

Lo tiene muy claro. Faltaría más. Haber vestido en alguna ocasión la camiseta del Real Madrid es suficiente para entender que en la casa blanca no se admiten sonrisas por ser segundo. José Alberto Toril ya formó parte de esta exigente institución como futbolista, tras proyectarse desde las divisiones inferiores -el Real lo reclutó desde el Séneca con 16 años- hasta alcanzar la primera plantilla, donde disfrutó como un espectador de lujo -apenas un par de intervenciones en dos años- de una Copa del Rey (93) y una Supercopa de España (94) conquistadas por la quinta del Buitre. Apenas superaba los veinte años y era utópico que Benito Floro le buscara un hueco entre elementos del calibre de Míchel, Martín Vázquez, Luis Milla o Prosinecki.

Pasó de puntillas por el Bernabéu, eclipsado por las figuras y castigado por las lesiones, pero nadie podrá decir que no hizo suyo el espíritu de la entidad, esa capacidad de resistencia a la derrota que los madridistas reconocen como el cimiento de su filosofía. Toril volvió al Madrid en 2008, catorce años después de haberse marchado sin ruido como jugador, y ahora es considerado uno de los talentos emergentes de los banquillos. ¿Sus méritos? El próximo fin de semana, el juvenil A peleará por conquistar la Copa del Rey. Sería su tercer título de la temporada, después de arrasar en el campeonato de Liga en la División de Honor y adjudicarse, con una impecable actuación, la Copa de Campeones en Benidorm. El Madrid juvenil no tocaba ese trofeo desde 2006. Si llega el triplete, Toril habría llevado al Real Madrid a uno de los mayores hitos de la historia de su cantera. La ambición como patología. Puro Madrid.

"Ellos son conscientes de que hace tres años que este equipo no gana nada, ni en nuestro grupo ni a nivel nacional. Desde el cuerpo técnico les hacemos ver que es una oportunidad única, que ellos cuando cumplan su etapa juvenil se tienen que ir con un título. Que sean campeones de España, campeones de un grupo o que ganen la Copa del Rey. Ellos son conscientes y estamos intentando fomentar eso, que este año es muy importante para ellos". Así hablaba Toril el pasado mes de agosto en realmadridtv.com tras recalar en el primer equipo juvenil del club. Claro que sabía dónde estaba. Retornó a su viejo hogar desde al Albacete juvenil para tomar las riendas del Real Madrid C, que atravesaba una fase deprimente en Tercera División. Suplió a Antonio Díaz al mando de un equipo que estaba en puestos de descenso a falta de doce jornadas y arrastrando un lastre de dos meses sin triunfos. Una situación intolerable. El cordobés supo tocar las teclas adecuadas, tanto futbolísticas como anímicas. Los blancos se transformaron: dos meses sin perder, sólo una derrota hasta el final y salvados a falta de dos citas. Y con un juego impresionante. "Con unas jornadas más, nos hubiéramos metido en el play off de ascenso a Segunda", dijo Toril. Por entonces todos se preguntaban de dónde había salido aquel tipo. Pardeza, uno de sus grandes valedores, le tiene guardado en el juvenil A de la entidad, una de las zonas nobles de La Fábrica que también necesitaba una ración de títulos, el alimento básico del Madrid.

El juvenil A se proclamó campeón de la División de Honor el pasado 18 de abril por delante del Atlético de Madrid y el Real Valladolid, sus más serios competidores en una campaña en la que los blancos acreditaron unos registros demoledores: 80 goles en 30 partidos, con 21 triunfos, 6 empates y sólo 3 derrotas. En la Copa de Campeones, los de Alberto Toril se deshicieron de Las Palmas (1-3), Athletic de Bilbao (1-2) y, en la final, del Valencia (1-3). "Veníamos a ser campeones y lo hemos conseguido", dijo el cordobés, que adiestra a un grupo en el que sobresalen chicos con un toque especial, como los puntas Sarabia y Sobrino. No son los únicos. Aquella camada que iba camino de cerrar un ciclo sin levantar un solo trofeo se percibe ahora como un vivero más que interesante. José Alberto Toril tiene bastante que ver en esta mutación. Su estilo no está pasando desapercibido. En Mallorca le sitúan como el sucesor de Gregorio Manzano si el jiennense, como parece, cambia de aires.

Ya van dos copas al saco para este juvenil resucitado de la mano de Toril. Y no faltan quienes, con cierta temeridad, dejan caer en el entorno de Florentino Pérez la necesidad de volver los ojos con decisión hacia la cantera, portadora de valores y fútbol, tal y como viene ocurriendo desde hace tiempo en el más encarnizado de los rivales blancos, un Barcelona que construye a sus campeones en La Masía.

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