El regreso de la sirena varada
natación
Paula Camino narra su vuelta a las piscinas tras superar una grave lesión de hombro


Sirena, vuelve al mar, varada por la realidad. Sufrir alucinaciones cuando el cielo no parece escuchar. Así dice el estribillo de La Sirena Varada, la canción que en 1993 escribió Enrique Bunbury para Héroes del Silencio basándose en la obra de teatro que 60 años antes creó Alejandro Casona. No es una letra fácil, ya que está llena de simbolismos, pero el genial autor zaragozano quería instar a la protagonista a volver al mar, a defender la imaginación y la libertad frente a las ataduras del sentido común. Algo similar le sucedió a Paula Camino, la sirena varada de la natación cordobesa que la pasada semana regresó a su medio natural para volver a disfrutar de su deporte. Sus tres medallas de oro en el Campeonato de Andalucía -en 50, 100 y 200 mariposa- fueron más allá de un simple resultado, trozos de metal que esconden tras de sí una historia de superación personal.
Porque Paula (18-08-1991) ha pasado los peores ocho meses de su aún joven carrera deportiva. Todo comenzó en julio del año pasado, cuando la mariposista del Navial -que ya había logrado dos títulos nacionales en los 200 metros en 2008 y 2009- tuvo que pasar por el quirófano tras sufrir la temida lesión de Bankart. Para el común de los mortales ya es un fastidio, pero para los nadadores es una de las peores noticias. Se trata de un desgarro en los ligamentos que anclan el hombro y que permiten el movimiento rotatorio de la articulación, lo que provoca una sensación continua de que se sale de su sitio. La cirugía (una artroscopia de 40 minutos) era sólo el primer paso del largo calvario que le esperaba a Paula, que de repente vio cortada toda la preparación de una temporada clave para intentar lograr un billete para los Juegos Olímpicos de Londres.
Las previsiones indicaban un periodo de baja de entre cuatro y seis meses, plazo que finalmente se estiró hasta el pasado mes de enero, cuando por fin Paula pudo volver a los entrenamientos. "He estado seis meses sin meterme en una piscina, sólo con trabajo de bicicleta. Sólo tenía ganas de que me dijesen que podía volver a nadar", señala Camino, que paso su particular travesía por el desierto "con el brazo en cabestrillo, sin poder hacer nada". "Se pasa muy mal, para qué te voy a mentir", reconoce la cordobesa, que pese a su lesión tuvo que regresar en septiembre al Centro de Alto Rendimiento de Málaga, donde desde hace dos años compagina entrenamientos y estudios. "Allí estaba, viendo entrenar a la gente y yo sin hacer nada. Tenía ganas de que todo esto acabara para poder volver a empezar de nuevo", señala de unos momentos duros que acabaron con el Andaluz de Cádiz, donde volvió a recuperar las sensaciones de competir y pelear por ser la mejor.
"Estaba contenta, nerviosa, muy ilusionada después de casi nueve meses sin competir. Parecía una niña pequeña", señala Paula, feliz por volver a ponerse el gorro del Navial, pero asaltada de repente por un mar de dudas y preguntas. "¿Cómo lo haré? ¿Me dolerá el brazo? Tenía miedo por ver cómo iba a responder el hombro, sobre todo en los 200 metros", asume Camino, quien temía especialmente el rendimiento de la articulación en su prueba favorita. La dureza de una distancia larga y exigente era una de las mayores preocupaciones de la nadadora del Navial, "pero terminé las semifinales muy cómoda. Me salió bien, y aunque las marcas también eran importantes, la clave era el conjunto, que nadase cómoda y que me sintiese bien".
Y todo en una cita que apenas había preparado durante un puñado de semanas. "En tres semanas tenemos el Nacional Open de Málaga y ahí sí quiero nadar mejor", avisa Paula, consciente de que "queda poca temporada y quiero hacer cosas importantes antes de que termine". Allí, la sirena varada volverá de nuevo al mar, porque como cantaba Bunbury, Cuando las estrellas se apaguen, tarde o temprano también vendrás tú.
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