"No quiero ver que yo voy a tope y algunos no pueden con su cuerpo"
basilio zamora, 'tato'. jugador del atlético villanueva
Con 45 años, el central habla por primera vez con firmeza de su retirada una década después de que lo quisieran jubilar "No me veo como entrenador", reflexiona sobre su futuro inmediato
Ha decidido poner fin a su carrera como futbolista tras 24 temporadas en activo. Y, aunque en alguna otra ocasión ya dejó caer esta posibilidad, parece que ahora sí va en serio. Se irá sin grandes despedidas ni reconocimientos, en silencio y avalado por su buen hacer en los terrenos de juego, ya fueran de albero, césped natural o sintético, en categoría nacional o en las divisiones más profundas donde se respira el auténtico deporte rey. Es Basilio Zamora Romero (Villanueva de Córdoba, 28-01-71), un hombre en primera instancia anónimo que pasa a ser conocido por todos los aficionados de la provincia por Tato. Porque con 45 a sus espaldas ya, el jarote es un referente del fútbol modesto, el estandarte y eterno capitán del Villanueva, con el que ha vuelto a cuajar una temporada notable en Primera Andaluza siendo un baluarte imprescindible para su técnico, José Ángel Garrido, uno de los que ya ha tratado de convencerle de que recapacite su decisión. Pero parece que Tato está decidido a irse. Y con él se irá un futbolista polivalente, que comenzó a jugar en el centro del campo y que, aunque lo ha alternado después, pasó a ocupar la demarcación de central. Buen marcador, siempre bien colocado, con un impresionante salto, buena salida de balón y, sobre todo, implicación, raza y liderazgo, su vida deportiva ha transcurrido entre la Regional Preferente, la Tercera División y la actual Primera Andaluza Sénior, sin olvidar un exitoso año en Segunda División B con el mejor Villanueva de siempre.
-Dígame que no es verdad los rumores que apuntan a que se retira...
-Pues son ciertos, casi seguro dejaré el fútbol de competición cuando acabe esta temporada. Hay unas altas probabilidades de que sea así.
-Pero después de cuajar de nuevo una buena temporada, ¿qué le lleva a dejarlo?
-Que tengo ya 45 años, aunque la edad es lo de menos, es sólo un número. Yo siempre he dicho que mientras mis piernas aguantasen y la gente apostase por mí, yo iba a estar defendiendo al Villanueva. Pero lo cierto es que las lesiones han aparecido sobre todo esta temporada y me han obligado a estar algunas jornadas parado. A mi edad, cada lesión cuesta más tiempo de recuperación.
-Pero ¿entonces seguro que lo deja? ¿No hay ninguna posibilidad de que recapacite como ya lo hizo otras veces?
-A ver, tendría que ver el proyecto, el entrenador que dirigiera el equipo, la directiva, los propios componentes de la plantilla… Una serie de cosas que ahora mismo desconozco. Pero la realidad es que es difícil que continúe. A mí me han enseñado a competir, a tener ilusión. Y la de ahora no es la de antes, no en mí, sino en los que me rodean. Echo en falta el compromiso de los jugadores hacia un club. A mí no me ha faltado nunca la competitividad ni el compromiso y eso conlleva unos sacrificios que la juventud de ahora no tiene. Los sábados son muy largos, las fiestas, las novias… y eso no va con el fútbol. Para jugar y competir hay que entrenar y estar preparado y eso incluye el día a día. A algunos les falta ese compromiso, y hablo en general. A mí me gusta esforzarme al máximo y hay jóvenes muy buenos a los que les falta ese compromiso. Mi mayor motivación siempre ha sido el enfrentarme a rivales superiores.
-Pero usted también ha sido joven...
-Sí, y también me ha pasado eso. Pero yo no quiero ser el que tire de todos, ver que yo voy a tope y que haya algunos que no pueden con su cuerpo. Uno se viene abajo si ve esas cosas. No es excusa ni echar en cara nada, pero a mi edad ya lo veo todo de otra forma.
-Insisto, no le veo fuera de los terrenos de juego. Ahora llegará un nuevo presidente y quizás un nuevo entrenador y tratarán de convencerle.
-(Ríe) Garrido ya me ha dicho que no me puedo retirar, que tengo que pensármelo, pero va a ser complicado, en serio. La verdad es que lo he dicho ya tantas veces que nadie me cree, aunque en esta ocasión quizás el que no lo haya dicho he sido yo. No me veo haciendo una nueva pretemporada, no quiero llegar a ser un lastre para el equipo. El entrenador y los compañeros sé que están contentos conmigo, me dicen que todavía doy mucho al equipo. Ya veremos, depende de todo lo que llegue. Pero cada día me cuesta más adaptarme a las pretemporadas y a todo. Se hace largo el año. Antes, un golpe me duraba un día; ahora, para recuperar al cien por cien necesito diez o doce días. Aunque debo reconocer que siempre me han respetado las lesiones.
-¿Qué se le viene a la cabeza en estos momentos que pueden ser los últimos como jugador?
-Sobre todo, todos los momentos que he vivido en el Villanueva. No los podría explicar con palabras. Hemos vivido momentos maravillosos que ahora no se dan y nos falta apoyo incluso de la afición. El Villanueva siempre ha sido un ejemplo y espero que llegue gente que tire del carro, tanto jugadores como directivos. Sé que el dinero no es el que era, faltan recursos económicos y ahora no van tantos aficionados al campo como lo hacían al viejo San Miguel. Son épocas diferentes y la crisis hay que sobrellevarla como mejor se pueda.
-Si se para a pensar, ¿cuáles han sido sus mejores momentos en un terreno de juego?
-Sin duda alguna los dos ascensos con el Villanueva, a Tercera y luego a Segunda B. Fueron maravillosos. El público se volcaba con nosotros y el equipo era un grupo muy unido. Se mantuvo un bloque muchos años y eso es inolvidable. El campo lleno, los ascensos… También ha habido momentos malos, pero los buenos tapan a los malos.
-Muchos años en activo, 24 de momento, muchos compañeros con los que ha compartido vestuario. ¿De quién guarda mejores recuerdos?
-No me puedo olvidar de cuando empecé, sobre todo de Picón. Pero después he tenido grandísimos compañeros como Miguel Ortiz, Falín, Toni, Moyano, José Ignacio, Pablo, Ñoño, Javi Cuadra, Dani Lanza, Rafa Fernández, Rafa Navarro, Obregón, Juanito, Hermosín… No me gustaría nombrarlos porque me dejo a muchos atrás. Todos los que han pasado por el Villanueva han contribuido a que este equipo haya sido lo que ha sido.
-Imagino que en la parte negativa estaría la retirada del equipo en Segunda B, la forma en que prescindieron de usted unos meses antes...
-La retirada del equipo fue por una mala gestión. A mí me gustaría ser agradecido, pero fue una mala gestión. El segundo año en Segunda B echaron a todo el bloque y fue un batacazo. Había algunos jugadores que merecían seguir. Nos echaron y trajeron más nombres... y pegamos el batacazo. Todo lo que se ganó con mucho esfuerzo, trabajo y sacrificio se desvaneció en un año. Pero el fútbol es así y hay que aceptarlo como viene. A nivel particular, los peores momentos han llegado con las lesiones porque mi mayor sacrificio era lesionarme, tener que ir a ver a mis compañeros y no poder ayudarles por estar lesionado.
-Le abrieron la puerta y decidió firmar por el Pozoblanco, eterno rival de los jarotes. ¿Cómo se vive desde la otra acera?
-Yo no lo llamaría rival directo, pero se me hacía muy extraño. Cuando jugamos el derbi en Villanueva me metí por equivocación en la caseta local. Pero en Pozoblanco me han tratado espectacular. Pasé también tres años inolvidables allí.
-Ha nombrado a algunos compañeros, pero también le han dirigido muchos entrenadores. ¿De quién no se ha olvidado?
-Sobre todo del que me metió en el fútbol, de Antonio Galán. Yo no había jugado antes y él me convenció para hacerlo en el Villanueva. Luego, he tenido grandísimos entrenadores. Aprendí mucho de Rafael Sedano y no me puedo olvidar de José Antonio Neva, que con 35 años apostó por mí en el Pozoblanco. También Antonio Cobos, Pepe Hueso, Félix Ruiz, con el que ascendimos a tercera, Antonio Gutiérrez, con el que dimos el salto a Segunda B, o el que ahora mismo tengo, José Ángel Garrido, con el que en su momento compartí vestuario en el Villanueva como jugador.
-Pero, claro, los profesionales sin gestores no pueden llegar lejos.
-Ahí me quedo con mi primer presidente, Moisés. También guardo un grato recuerdo de Pedro Martos, el Peri, delegado del equipo; de Isabel Serrano, un todoterreno que hacía de todo en el club, o Fernando cepas, el tesorero. Hicieron mucho por nosotros. También tengo que reconocer la labor que ha hecho el hasta ahora presidente, Francisco Bernal, aunque se ha visto muy solo. Y cómo no, del delegado actual, Ambrosio Ruiz, o Aurelio Tamaral.
-Confiéseme una cosa. ¿Quién era su ídolo, su referencia?
-De siempre me gustaba Zidane, por su elegancia y su clase. Yo soy del Barcelona, pero futbolistas como Zidane ha habido pocos. También me gustaba Beckenbauer. Pero todos los jugadores de élite tienen algo bueno, algo en lo que fijarse.
-Y como rival, ¿a quién le ha costado más marcar o frenar?
-Me he enfrentado con muy buenos jugadores. Pero me acuerdo cuando jugamos contra La Laguna, en la Copa Federación, de Pier. Era perqueño de estatura, pero tenía un salto descomunal. Era espectacular por arriba, aunque por abajo era torpón. Yo siempre he tratado de adaptarme a las virtudes del contrario y así poder contrarrestarlo. Además, he tenido suerte con los compañeros que han jugado conmigo formando la pareja de centrales y eso nos ha valido a los dos.
-Ya que habla de parejas, ¿cuál ha sido con el que mejor se ha entendido en el campo?
-Sobre todo con Moyano, era frío. Me corregía mis defectos y no se enfadaba cuando yo le corregía. También con Manolo Acaíñas. Quedamos quintos en el Pozoblanco y nos comprenetramos muy bien. Y no me puedo olvidar de Alberto Fernández, llegamos el mismo año al Pozoblanco. Y por supuesto, de Pablo Niño, el mejor futbolista con el que he jugado, un jugador creo que desaprovechado, con una calidad técnica impresionante. Quizá no llegó más alto por su culpa, porque a veces no quería compromisos fuertes.
-Ahoar que abre la puerta para irse, ¿qué le dice a los chavales que tratan de hacerse un sitio?
-A los chavales los considero como hijos. Les suelo dar consejos y sobre todo tranquilizarlos, quitarles los nervios y el miedo antes de los partidos. Siempre me miran con respetos y yo les digo "venga niños vamos al avío". Hay algunos que muerden, pero a otros les falta más compromiso.
-¿Se ve ligado al fútbol en el futuro en un banquillo?
-No me veo como entrenador. Llevo un equipo de infantiles y tengo paciencia con ellos, pero para llevar un equipo sénior creo que no serviría, me consumiría.
-Porque entonces en seguro que el año que viene no estará como jugador...
-La verdad, no lo sé, pero creo que no. Tiene que haber una cosa muy buena para que juegue otro año. Ahora ya prefiero la familia, mi mujer que es la sacrificada en este caso. Me he cuidado como un profesional y eso le ha privado a ella de salir los fines de semana. Y sobre todo mi hija, que prefiere ver el fútbol conmigo a verme jugar.
-Por último, ¿qué le diría a todos sus compañeros en este viaje?
-Que me siento muy orgulloso de haber podido formar parte de este mundo, que es una experiencia preciosa de la que tengo la suerte de llevarme muchos amigos. Más que patadas. Y que me siento orgulloso de todos y cada uno de los compañeros con los que he compartido este bonito camino.
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