Toda la temporada a una sola carta, que además está marcada. La derrota es lo único que está prohibido; el resto de resultados multiplican por mil las opciones de que el CCF pelee por el ascenso a Primera División, ese sueño que lleva persiguiendo más de cuatro décadas y que ahora parece que se pone más a tiro que nunca. Noventa minutos de infarto para reír, llorar, sufrir... y ojalá celebrar. No será fácil, pero nadie dijo que fuera a serlo. Las cosas difíciles saben mejor y eso es algo que conoce mejor que nadie el cordobesismo, que ha demostrado de nuevo esta semana que está preparado para lo que le echen, que tiene cuerda para otras cuatro finales, aún más importantes que la que hoy toca librar ante el Mallorca. Una finalísima que esconde un premio para el vencedor y, seguramente, un castigo para el que termine doblando las rodillas en un estadio que estará lleno hasta la bandera. Porque nadie quiere perdérselo, todos quieren poner su gratino de arena para que esta bonita aventura no acabe aquí.
Porque la historia debe seguir por los que se llevaron el chasco final en el Colombino, por los que se han partido la cabeza toda esta semana buscando ideas para dar color y calor al partido, por los que sufrieron como perros cuando el peligro del descenso acechaba, por una plantilla y una afición que ha reflejado que cuando se funden en uno son invencibles... Y, sobre todo, esto no puede terminar hoy por aquellos que decidieron que el cordobesismo debía ser universal y se fueron con sus bufandas y sus banderas al cuello para teñir de blanco y verde el cielo. Ellos, desde allí arriba, seguro que se sumarán a las 21.000 voces que desde la primera hora de la tarde inundarán El Arenal para terminar de explotar en un partido, el partido.
Una batalla en la que hay que tener muy en cuenta también que el rival no será un mero convidado de piedra. El Mallorca, recién descendido de la máxima categoría, se juega la continuidad en Segunda y, quién sabe, si su supervivencia como club. Está a dos puntos de la zona de descenso y ni siquiera el empate le garantiza la permanencia. Todo un castigo para una plantilla confeccionada para estar en la pelea que libra el CCF y que ahora tiene que lidiar con un toro que no sabe por dónde le va a salir. Aún así, el conjunto bermellón atesora calidad y experiencia de sobra para ser capaz de dar un susto, por lo que más valdría no fiarse lo más mínimo de lo que dicta la tabla.
Ese trabajo de mentalización a buen seguro que lo hecho durante toda la semana Albert Ferrer. Baste tener una mínima charla con algún miembro del plantel para darse cuenta de que todos están convencidísimos de que este cuento no se va a acabar aquí. Las sensaciones del equipo han ido mejorando semana tras semana, y quizás ahora el CCF viva su mejor momento de toda la temporada. Firme a la hora de tomar decisiones, seguro en labores defensivas, solidario en la ayuda al compañero, clarividente en ataque... Factores que se han visto, sobre todo, en los dos últimos partidos ante el Castilla y el Recreativo, y que deben tener continuidad esta tarde.
Para ello, Ferrer vuelve a confiar en el grupo que lo ha llevado hasta esta posición de privilegio tras tocar fondo dos meses atrás. Ayer citó a 19 jugadores, entre ellos el canterano Mendi, con los cambios de los ya recuperados Fran Cruz y Luso ocupando el sitio de Juanlu y Raúl Bravo; Samu sigue fuera, al igual que un Obiora que no termina de superar sus molestias. Parece difícil que haya variación en el once inicial que tan buena cara dio en Huelva, aunque se mantiene la duda de López Garai o Luso para formar pareja con Abel Gómez en el centro del campo. Arriba, parece que jugará Xisco. Ellos son los elegidos para escribir otra página más en la historia cordobesista.
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