El patrón de casa triunfa a domicilio

Antequera-lucena · la crónica

Un autogol de Marcos y otro de Cabello en la primera mitad tumban a un débil Antequera · La fórmula de los tres centrales dio resultado a Montero

P. J. Guerrero (G. S.) / Antequera

13 de octubre 2008 - 05:02

Salidas pares, 0-2 al canto. Ése parece ser el lema del Lucena en sus desplazamientos de esta temporada. En las impares... Mejor no recordarlo. El cuarto viaje del curso lo llevó ayer a Antequera. Era una especie de derbi por los escasos 50 kilómetros que separan ambas ciudades. Los protagonistas también se habían encargado de recordarlo durante la semana con actos e iniciativas conjuntas. Pero cuando el balón echó a rodar, todo ese buen rollo cayó en el saco del olvido. Es lo que corresponde entre profesionales. El equipo aracelitano llegó como hermano rico, como experto pese a que éste es su segundo año en la elite de la categoría de bronce. Y pronto se encargó de plasmar sobre el tapete verde que esta campaña puede ser la suya. Lo hizo con un gol en propia puerta de uno de los productos de su cantera: Marcos. Luego llegaron el tanto de Cabello y la posterior expulsión de Richard. Todo antes del descanso. Ahí se acabó el partido.

Antonio Montero pidió tras el descalabro de Puertollano -salida tres, impar- poder entrenar en un campo de césped natural en la previa de los desplazamientos para que el equipo se adaptase a las condiciones del terreno de juego. La directiva puso a su disposición el Municipal de Montilla, que el pasado jueves acogió por primera vez a la plantilla lucentina. Mano de santo. En Antequera todo salió a pedir de boca.

No fue el único factor determinante. Harto de cambiar el sistema para los desplazamientos, Nene apostó por repetir el dibujo con tres centrales y dos carrileros que tan buen resultado está dando en la Ciudad Deportiva. La única novedad, la entrada de Quique para reforzar el centro del campo. Jugada de maestro. El ex del Jerez de los Caballeros fue de los mejores en El Maulí, multiplicándose en defensa y ataque. Justo lo que más le gusta a su técnico. Trabajo, trabajo y más trabajo. Pese a ello, lo que más se le atragantó al Antequera fue esa peculiar manera de atacar del Lucena. Libertad al poder. Paso a la imaginación. Ante la falta de un referente fijo, la defensa local ni se enteró.

Además, si a todo eso se le une que el Lucena dio en la diana antes de que muchos aficionados tomaran asiento , pues mil sobre hojuelas. Ni el más optimista hubiera firmado un arranque así. Minuto dos, 1-0. Cabello lanzó una falta, el balón tocó en la testa de Marcos y se fue directo a la escuadra de la portería de Lara. El cordobés, ubicado en su aventura en el Antequera en el lateral derecho, encarrilaba el partido para el equipo de su ciudad. Él, desde luego, no quería.

Con el viento a favor, todo fue mucho más fácil. El Lucena se replegó a la espera de una contra u otra acción aislada para matar el partido. El fútbol de toque habitual en el Antequera se estrellaba contra la muralla lucentina. Y en éstas, llegó el segundo. Sarmiento y Quique se encontraron en el inicio de la jugada, éste llegó hasta la línea de fondo y puso el balón en el corazón del área para que Cabello, que pasaba por allí, fusilara a Lara. Era el minuto 21. Pero estaba todo visto para sentencia.

El cuadro malagueño siguió intentándolo, sobre todo de cara a una afición que no desfallecía. Pero era imposible. Óscar, Pineda -otro lucentino que sigue dando el callo en el exilio-, otra vez Óscar... Todos lo intentaron; todos se toparon con la cruda realidad. La zaga del Lucena respondía a la perfección una y otra vez. Los nervios empezaron a apoderarse del Antequera. Pero el que acabó de perderlos fue Richard, que sacó el codo a pasear en un salto con Sarmiento y vio la roja. Más difícil.

En la segunda parte, el Antequera salió con ganas. Tello se la jugó con una línea de tres zagueros y dio entrada a Trigo, Popo y Juan Jesús. Toda la carne en el asador. El resultado fue una sucesión de ocasiones que se estrellaban ante el muro lucentino, con alguna oportunidad aislada de Óscar, Pineda y Trigo. Con todo, la ocasión más clara la tuvo Óscar, que vio cómo Antonio sacaba en la misma línea de meta un disparo que ya había superado a Toni García. Solidaridad en estado puro.

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