La nublada azotea del señor Terrazas

El Mirandés mantiene su apuesta por el ascenso pese a vivir al borde del descenso y con la portería coja

C. L.

15 de abril 2014 - 05:02

Cuando Carlos Terrazas arribó al Mirandés a mediados de diciembre, el equipo burgalés vivía en la decimosexta posición con 22 puntos, a sólo uno del descenso. Pero su discurso no pudo ser más ambicioso, apostando por el ascenso a Primera en el segundo curso de la entidad en la categoría de plata. A ocho jornadas para el final de la liga, el conjunto rojillo ha doblado su puntuación (44) y habita a cuatro del pozo y seis del play off tras la goleada encajada en el feudo de un Girona que era penúltimo. Sin embargo, eso no ha servido para moderar el mensaje de un técnico convencido de que tiene mimbres de sobra para aspirar a lo máximo. Aunque hay veces que el guión se tuerce y cuando uno aspira a algo que aparece como inalcanzable, la caída puede ser de órdago.

De momento, el Mirandés encarará este fin de semana la visita de Las Palmas, que sí aspira de verdad al ascenso directo -es tercero a sólo un punto del Eibar-, con un serio problema en la portería. Porque la derrota en Montilivi dejó a Terrazas sin los dos porteros que normalmente han ido entrando en las convocatorias: Prieto y Dani Jiménez. Ambos fueron expulsados por el madrileño Fernando López Acera, algo que no sucedía desde la campaña 90-91. El titular vio la roja al cometer penalti sobre Eloi en el minuto 62 y sólo seis minutos después se repitió la historia con el meta criado en la cantera del Sevilla. Al final fue el defensor José Antonio Ríos el que tuvo que acabar como cancerbero.

Ante Las Palmas, esa situación no se repetirá. Será Bernardo, inédito en lo que va de curso, el que se ponga bajo los palos. El veterano portero disputó su último partido oficial en mayo de 2012 con el Dumfermline Athletic escocés, pues en la temporada y media que lleva en Miranda de Ebro no se ha estrenado. Una racha que tocará a su fin el próximo sábado en una cita que debe servir para que Terrazas refuerce su postura de mirar hacia el ascenso o tenga que poner los pies en el suelo y centrarse en amarrar una permanencia que no está tan barata como en anteriores ocasiones. Cosas de un torneo totalmente alocado.

EL DÉPOR PONE LA DIRECTA

El Deportivo arrancó la temporada como uno de los firmes candidatos al ascenso. Y a ocho jornadas del final se presenta como el mejor colocado para estar el próximo curso en Primera División. El conjunto gallego no sólo es el líder, sino que con su triunfo en el duelo vital ante el Recre (2-0) y el pinchazo del Eibar con el Tenerife (1-2) disfruta ya de una ventaja de cinco puntos -seis con el tercero- que se antoja definitiva. Lanzado y con Riazor disfrutando del momento, el equipo de Fernando Vázquez comienza a acariciar su regreso a la élite. Es el más regular, tiene la defensa más segura de la competición con sólo 24 tantos encajados y, encima, empieza a recuperar jugadores para la causa en este tramo determinante. De hecho, para la final del domingo en Palma de Mallorca, el técnico ya podrá contar con dos piezas fundamentales: Bergantiños y Toché, que han estado fuera el último mes por sendas lesiones musculares.

EN MANOS DE LA 'PILARICA'

En los últimos 60 años, el Zaragoza no ha estado más de una temporada en Segunda División. Hace unos meses cayó al pozo y, si la Pilarica no lo soluciona en los dos próximos meses, en agosto arrancará de nuevo como equipo de la categoría de plata. Porque ni con Paco Herrera ni con Víctor Muñoz el equipo es capaz de rendir como se esperaba en un principio. Ahora mismo su única preocupación es atar cuanto antes la permanencia, pues está a cuatro puntos del descenso y seis del play off. En su historia reciente el equipo aragonés no ha pasado más de una temporada en Segunda desde que logró el ascenso en la 55-56, tras tres años consecutivos en la categoría de plata. Desde entonces ha sumado otras cuatro caídas de la élite solventadas por la vía rápida. Muñoz, el último entrenador que llevó al equipo aragonés a una final de Copa del Rey (2006) y también a conquistar su sexto y último título copero (2004), ya anunció en su regreso la complejidad de la tarea que asumía y cuyo único punto de mira debía de ponerse en conseguir que el equipo siga en Segunda División y si al final llegaba algo más bienvenido sería.

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