Mi nombre es Pepe Díaz
córdoba cf
El cordobés se revela como un elemento de referencia en el sistema de Lucas Alcaraz · El equipo sostiene su eficacia en una de las mejores fases de la trayectoria del de Almodóvar


Siete goles sobre un total de once. Un 63,6% por ciento. A José Díaz Sánchez (Almodóvar del Río, 1980) le ha llegado el momento de cobrarse su deuda con el destino. No hay ni un solo jugador en todo el panorama actual del fútbol profesional en España cuya producción ofensiva sea tan relevante para su equipo. Sólo se le acerca el argentino Marco Ruben, que acumula en su expediente la mitad de los doce tantos que ha marcado hasta ahora el Villarreal B, precisamente el primero de la lista de víctimas de la voracidad de Pepe Díaz en este curso de auténtico impacto en la carrera del cordobés. Al filial del submarino amarillo le encasquetó un buen par en uno de los arranques ligueros más memorables de la historia blanquiverde en la categoría: un 3-0 en 26 minutos que llevó al éxtasis a una afición que todavía no ha visto caer a los suyos en casa. Gran parte de culpa en esa rutilante racha recae en Pepe Díaz, quien no pierde un gramo de su proverbial modestia y recuerda cada vez que tiene ocasión que lo suyo -sus goles- es producto de una tarea global. "Sí, llevo siete, pero no los hago yo solo; son de todo el equipo, porque sin el trabajo de todos los compañeros sería imposible", apuntó al finalizar el último encuentro en Soria, donde a pesar de sus dos goles acabó fastidiado porque el Córdoba no salió con los tres puntos agarrados pese a haber tenido quizá la oportunidad más clara -el Numancia jugó tres cuartas partes del pleito en inferioridad numérica- de toda la temporada. Así es Díaz, un delantero que huye del vedettismo y que se emociona cuando escucha al estadio corear su nombre. Se ha transformado en un ídolo sin pretenderlo, lo que otorga el verdadero mérito a una explosión contra corriente. Su historia representa el descubrimiento tardío de un delantero que salió de la cantera local, se curtió en destinos de segundo orden (Pozoblanco, Novelda, Guadalajara, Baza, Écija…) y regresó a casa para reivindicar su sitio entre los nombres para el recuerdo. Pepe Díaz es uno de los indiscutibles protagonistas en el primer cuarto de la Liga Adelante, que se ha rendido al estilo solidario y corajudo del cordobés y a sus devastadores efectos para las porterías rivales.
Marcha segundo en la clasificación de goleadores de la Liga Adelante, sólo superado el uruguayo Christian Stuani, un delantero cedido al Albacete por la Reggina italiana que hizo cuatro de una tacada ante el Castellón para sumar un total de ocho. Aquella tarde de gloria mantiene en la cúspide de los realizadores al Matador de Tala, un futbolista al que en su país comparan con Diego Forlán y cuyas condiciones exprime desde el banquillo del conjunto manchego otro Pepe cordobés, Murcia, quien seguramente esbozará una media sonrisa al conocer las hazañas de un paisano al que conoce al dedillo por sus etapas tanto en el Séneca como en el filial blanquiverde. Díaz apareció en las fotos del glorioso 30-J del 99, cuando a las órdenes de otro Pepe (Escalante) el Córdoba salió de las catacumbas de la Segunda B después de 17 años de ominoso peregrinaje. Recién adquirida la mayoría de edad, vivió la fiesta pero no cató sus resultados. Era un prometedor talento, una etiqueta que históricamente ha significado poco a la hora de conceder ocasiones a los que se forjan en las divisiones inferiores del propio club. El caso es que no contó para el proyecto de Segunda División y tuvo que hacer las maletas. Quién sabe si aquel episodio le marcó por dentro y le forzó a marcarse el desafío de retornar, un reto que resulta poco menos que una quimera para la gran mayoría de los productos de la factoría blanquiverde. Él lo hizo en el verano de 2008.
Se le escaparon lágrimas de gratitud en la sala de prensa cuando se le presentó como el primer fichaje para la Liga 08-09. Llegaba como máximo goleador (15) y estrella del Écija, en el que llevaba dos años y con el que había conseguido un título de campeón del grupo IV de Segunda B. El fútbol, a veces, concede una segunda oportunidad.
Despidió la Liga anterior festejando con una rabiosa carrera hacia la tribuna un gol ante el Real Murcia. En la portería adversaria estaba Alberto, ahora su compañero de equipo; en el palco, Rafael Campanero, su paisano y presidente en el último partido en El Arcángel antes de decir definitivamente adiós con 83 años. Pepe Díaz hizo dos goles en la Liga. Intervino en diez encuentros, sólo cuatro de ellos como titular. Para el primer técnico, el gaditano José González, resultó una presencia intrascendente. Apenas contaba con él para las convocatorias. Después, con Luna Eslava, encontró un sitio en los estertores de la campaña, cuando todo lo demás -Yordi, principalmente- había fallado. El balance no resultó alentador.
Después del desembarco de una legión de jugadores ofensivos (los argentinos Lizio y Savoia, el húngaro Andras Simon, el cántabro Juanjo…), se podía prever que Pepe Díaz iba a mantener un rol secundario, el clásico papel del alborotador de partidos para situaciones de urgencia. Sin embargo, las circunstancias le concedieron una oportunidad y el de Almodóvar se ganó la confianza de Alcaraz, que lo ha mantenido como titular en el once en todas las competiciones. Fue intocable incluso en la Copa del Rey, en la que el técnico granadino reformó completamente la formación. Excepto el 10, claro. Y éste responde marcando en cualquier torneo (uno ante el Betis en la Copa, siete en la Liga, uno en verano ante el Xerez…) y de todas las formas (cuatro con el pie, uno con la cabeza, dos de penalti).
El Córdoba sostiene gran parte de su holgada situación actual en la aportación ofensiva de Pepe Díaz, cuyo nombre aparece asociado al de delanteros legendarios del club como Manolín Cuesta o Mariano Mansilla, los únicos que presentan unas cifras de productividad similares. El primero materializó ocho tantos en las once primeras jornadas de la temporada 70-71 en Segunda. El Córdoba acabó ascendiendo. El segundo puso su rúbrica a doce en idéntico periodo del calendario en la 84-85, en Tercera. El Córdoba acabó ascendiendo. El último precedente goleador lo protagonizó Javi Moreno, autor de ocho en los once partidos iniciales del curso 2006-07 en Segunda B. El Córdoba acabó ascendiendo. Las estadísticas y la historia forman un maridaje singular, que no garantiza su repetición cíclica pero sí permite al menos la licencia de la ilusión. Que no es poco.
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