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Kick boxing
Nada es imposible, es la frase que se puede leer serigrafiada en el cinturón negro que la Federación Española de Kick Boxing entregó a Antonio Romero el año pasado. A base de constancia, esfuerzo y sacrificio, este joven deportista cordobés de 22 años se convirtió en la primera persona con síndrome de Down de España que se hace con el cinturón negro de esta disciplina.
Todo un hito que perdurará para la historia y que ganó, como comenta su entrenador, Jesús Bellido, sin que "nadie le haya regalado nada, sino trabajando a pico y pala". De hecho, para estos casos en los que el deportista que se examina es una persona con discapacidad, la Federación adapta las pruebas especiales al grado y equivalen a un cinturón naranja. Sin embargo, Antonio las hizo en igualdad de condiciones con alguien sin discapacidad. Hizo el examen perfecto, le dieron la enhorabuena y logró el primer dan de cinturón negro.
Ahora, para el mes de octubre de este 2022, Antonio Romero y su entrenador preparan el examen del segundo dan. Un claro ejemplo de talento y ganas pese a sus circunstancias, que no le impiden luchar por el ambicioso reto de romper todavía más las barreras ya superadas. Y eso que, Antonio, asegura entre risas a el Día que llegar hasta donde ha llegado ha sido "fácil", aunque lo cierto es que, desde que comenzó a los 17 años en el mundo del kick boxing, la experiencia y su amor por este deporte ha sido lo que le ha permitido llegar tan lejos.
Nada de esto hubiese ocurrido si no fuese porque el maestro, Jesús Bellido, fue a hacer una exhibición al instituto de Alcolea donde estudiaba Antonio Romero y a él le llamó la atención el kick boxing. Cuando llegó a casa, lo primero que le dijo a su padre fue que le gustó mucho lo que vio. Paco Romero, su padre, asegura que no le han puesto "nunca ningún límite", y por ello no dudaron en presentarlo al día siguiente en Team Bellido, el centro deportivo que dirige Jesús Bellido. "Probó, presentó maneras y no ha parado de entrenar ningún día hasta la fecha", asegura el entrenador.
Desde aquella ocasión, este deporte se ha convertido en la vida de Antonio Romero. El joven cordobés entrena dos veces a la semana, cuatro horas cada día, a las que se le suma su hora diaria de cardio siguiendo vídeos de Youtube en casa. Antonio es incansable, vive por y para entrenar y es lo que más le gusta hacer. "Cuando no va a entrenar es porque tenga 40 de fiebre", comenta su padre, quien destaca sobre él "la constancia".
Aunque Antonio Romero ha sorprendido a todo el mundo, a quien más ilusión le hizo su interés por el kick boxing fue a Jesús Bellido. El entrenador vio en él una "flexibilidad" y una "elasticidad" que le permiten destacar en este deporte. No obstante, lo que más le llamó la atención es "su coordinación y psicomotricidad, que es el aspecto donde más falla la gente" y que a alguien como Antonio "le podría dar problemas", pero es todo lo contrario, pues "son sus puntos fuertes".
Pero este crecimiento de un joven con síndrome de Down como es el caso de Antonio Romero va más allá de lo deportivo. Y es que, el kick boxing lo ha hecho crecer también como persona y le ha permitido abrirse socialmente con los demás en su día a día. Como destaca su padre, es un chico que sale con sus amigos que no presentan ninguna discapacidad y viven vidas comunes, porque siempre lo han arropado y en las relaciones sociales se entienden a la perfección.
También tiene un gran sustento en la familia, que "lo quieren mucho y son su principal apoyo". De hecho, practicar deporte de contacto le hace "tener más autoestima", como subraya Jesús, quien no duda en recordad el "increíble" crecimiento que ha experimentado su alumno: "Cuando llegó, apenas hablaba ni se relacionaba, pero se ha ido integrando progresivamente hasta ser uno más".
"Ahora llega al gimnasio y se pone a ayudar a la gente y a ejercer de monitor. Al principio no sabía ni vendarse las manos, que es normal, y a día de hoy se hace un vendaje profesional y lo hace todo como cualquier persona. Incluso cuando llega alguien nuevo le enseña los movimientos básicos, calentamientos y golpes", añade el maestro.
El problema para Antonio y los suyos es que a las personas con discapacidad no se les permite competir ni oficial ni extraoficialmente para velar por su integridad física. Sin embargo, el deseo de este joven deportista que ya terminó sus estudios de FP básica de Alojamiento y Lavandería, es que la Federación algún día le permita hacerlo y así poder dedicarse en cuerpo y alma al kick boxing y llegar a ganarse la vida con ello.
Como bien refleja su lema, "nada es imposible", y, tras ser un pionero en el kick boxing, con su ejemplo pretende que a personas con su discapacidad se les permita competir. Mientras tanto, Antonio Romero seguirá luchando por romper todavía más las barreras de la discapacidad, siendo un referente para todas estas personas que padecen síndrome de Down. También lo es para su ciudad, Córdoba, que ya lo galardonó con la medalla del Ateneo Cordobesista 1954 y donde es todo un ejemplo de vida e integración.
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