Liga adelante

El ibuprofeno no acaba con la resaca (1-2)

  • La mayor intensidad y acierto del Mirandés en el arranque de cada periodo inclina un partido en el que el Córdoba eligió siempre mal en la definición. El acoso final ante un rival con diez estuvo falto de remates.

El Córdoba se fue de fiesta con una derrota en Elche y volvió con otra en El Arcángel. En medio, un par de semanas en las que poco o nada cambió. El conjunto blanquiverde repitió ante el Mirandés los aciertos y, sobre todo, los errores que lo habían condenado a orillas del Mediterráneo: salió peor que su enemigo en ambos periodos y cuando quiso reaccionar ya estaba por debajo doblemente en el marcador. Además, su habitual eficacia ofensiva se vio nublada de nuevo por malas elecciones en la definición, incluso en un tramo final que se jugó prácticamente en el área burgalesa por la inferioridad provocada por la expulsión de Álex Ortiz. Fue un acoso sin derribo, pues apenas hubo un par de remates de un acelerado Raúl de Tomás y, sobre todo, un cabezazo a quemarropa de Rafa Gálvez que entre Raúl y el larguero dejaron en nada para sellar la segunda derrota de la temporada en casa de un equipo que, pese a todo, se mantiene segundo y, por tanto, en puesto de ascenso directo. Y es que el resto de la jornada estuvo salpicada de empates entre rivales directos y, ya se sabe, eso hace que siempre gane la banca.

Después de pasar la noche juntos, por aquello del horario en la matinal, el Córdoba se presentó al partido con un once continuista. Oltra premió a Bijimine por su aseado partido en Elche y siguió confiando en Abel Moreno, dejando en el banco a Héctor Rodas y Domingo Cisma. Más de uno se llevó las manos a la cabeza al ver la alineación, pero al final ambos cumplieron de sobra. Como Xisco, que siempre lo hace, ocupando el hueco de Raúl de Tomás, al que como Pineda se sigue esperando que aparezca. Sin embargo, como ya le pasó más de una vez, el rival irrumpió con más intensidad, con más ganas de balón. Y demostrando que sin nombres, pero con hombres con muchas ganas de hacérselo en esto del fútbol, puede llegar muy alto. De momento, ayer durmió sexto al alargar su buena racha lejos de Anduva. No es de extrañar con el descaro mostrado en El Arcángel. Enganchado a la velocidad de Lago Junior y la calidad entre líneas de Néstor Salinas, los burgaleses se adelantaron con una combinación entre ambos.

Ya por entonces, en apenas siete minutos, había quedado patente que la comparecencia de Fidel no era sinónimo de que estuviera. Con un agujero tremendo por su costado, donde Carlos Moreno ofrecía una autopista sin peaje, el onubense dio un primer pase de gol que Xisco no hizo bueno, pero tras errar un primer balón franco, se fue del partido. Y eso que había muchos espacios por el descaro visitante y esa disposición táctica que presenta, pero si no se aprovechan... Con todo, el Córdoba poco a poco fue encontrando el balón y trató de mandar moviéndolo de lado a lado -su rival ya sólo se estiró en un par de contras que Lago Junior y Álex García no terminaron con acierto-, si bien estuvo falto de la regularidad necesaria para poner en serio peligro a Raúl, cuyo único sobresalto llegó al filo del descanso con un gol de Luso que anuló el colegiado por fuera de juego. Era, y así lo reflejaron las imágenes de televisión, pero ante la falta de esa respuesta la grada se encendió contra el tinerfeño.

Esa rabia contra Trujillo fue la que se echó en falta en los jugadores del Córdoba que, aunque parecieron volver con más ímpetu de la caseta (acciones de Florin y Fidel sin remate final), pronto cayeron en los mismos errores. Un despiste defensivo permitió la entrada de Álex García en el área que Bijimine abortó cortando el balón con la mano. Penalti, tan claro como protestado por la afición, que Lago Junior hizo bueno. Más difícil todavía. Era el momento de que un equipo con aspiraciones demostrara de qué material está hecho. Y lo hizo pronto, cuando Xisco recortó distancias apenas un par de minutos después. Con más de media hora por delante, la remontada era posible... si cambiaba algo. De inicio, el Mirandés ya no estaba tan fresco y miraba más hacia atrás que hacia adelante, incluso en una fase de locura provocada por el gol local y el incendio del estadio. Xisco, tras un buen pase atrás de Ríos, y Nando, en una acción individual, iniciaron la fase de acoso total que ni el erróneo cambio de Raúl de Tomás por el valenciano frenó. La inercia del partido estaba clara.

El Córdoba atacaba sin cesar y el cuadro burgalés defendía con su particular orden cerca de su área. Con Víctor al mando y sin opciones de contra, los costados, sobre todo el de Ríos, pasaron a ser un surtidor de balones sin temple. De hecho, la gran ocasión llegó con un saque de banda largo de Stankevicius que Gálvez conectó a bocajarro para que Raúl se luciera y encontrara la complicidad del larguero. Ya entonces estaba en el verde López Silva y Oltra jugaba con tres atrás. Riesgo que no se vio reflejado más que en una lluvia de centros sin rematador, dejando al final una derrota que heló el ánimo de un cordobesismo luego animado al ver que los efectos en la tabla son mínimos. Pero el que se quede sólo con eso... mal va.

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