Cuando el fútbol ya no es lo importante

El Racing lleva toda la temporada en puestos de descenso. Ha cambiado tres veces de entrenador, la primera de ellas aún en pretemporada. Vive una situación preocupante que amenaza incluso con su desaparición el mismo año que celebra su centenario. Un cúmulo de circunstancias que invita a la locura del que está deseando dejar a un lado su lado cuerdo. Es lo que pasó el domingo, horas antes de que el equipo montañés recibiera al líder de la competición, el Elche. Se ve que la envidia de ver unos colores similares a los propios en una situación tan diferente, el madrugón o la resaca de la noche de farra anterior le jugó a alguno una mala pasada y decidió liarla pardísima. Para desgracia propia y del club, cuya imagen queda nuevamente dañada.

Eran las 9 de la mañana cuando unos 50 miembros de la peña Jove Elx y otros aficionados ilicitanos, mientras desayunaban en los aledaños de El Sardinero recibieron la bienvenida de unos 300 ultras del Racing. Según fuentes de la Policía Nacional de Santander, se inició entonces una una serie de intercambios de lanzamientos de objetos, principalmente botellas y algunas sillas, llegando incluso a haber alguna reyerta, entre no más de diez personas. Entre otras cosas porque a pesar de que los seguidores franjiverdes estaban a cargo de cuatro dotaciones del Cuerpo Nacional de Policía, estos se vieron superados al no haber escolta alguna de los aficionados locales.

Tras estudiar lo ocurrido, el Racing emitió un comunicado en el que asumía la culpabilidad de sus radicales, que se enfrentan ahora a sanciones que pueden llegar a los 12:000 euros y la prohibición de la entrada a recintos deportivos. "Aficionados racinguistas increparon, insultaron y agredieron con piedras y palos a varios aficionados ilicitanos que se encontraban en los aledaños de los Campos de Sport", asegura la nota, que va más allá pues, según las palabras del presidente, Ángel Lavín, "la actitud pacífica de los aficionados del Elche contrasta con la violencia callejera" de los seguidores cántabros, a los que calificó como "vándalos que quieren por todos los medios perjudicar a la imagen de un club centenario y de la propia ciudad de Santander". Una piedra más en el difícil caminar de un equipo que busca la permanencia, aunque se tenga que pelear hasta con los que dicen ser sus fieles, a los que el fútbol ya no importa tanto...

Airam, estreno a lo grande

Tras pasar por el CCF en la segunda mitad de la temporada pasada, con un balance de 3 goles en 763 minutos repartidos en 16 partidos, Airam Cabrera hizo de nuevo las maletas y se marchó de vacaciones a su Tenerife natal a la espera de encontrar un nuevo destino. Al final, el Numancia llamó a su puerta, pero en Soria nada fue como esperaba. Tanto que en enero cambió de nuevo de aires para recalar en un Lugo con la permanencia encarrilada. Le costó entrar en los planes de Quique Setién, que tiraba de él en las segundas partes, pero el sábado le llegó su gran día ante el Xerez. Después de 21 partidos de Liga -12 con los rojillos y 9 con los lucenses-, Airam celebró su titularidad con un hat trick. Un estreno de lujo para un delantero ansioso de demostrar que no se le había olvidado marcar.

Once metros de paz o nervios

Peter Handke publicó en 1970 El miedo del portero al penalty, obra que va más allá del fútbol, con el recuerdo a su época de jugador que al protagonista le sirve para salvar las dificultades que le presenta la vida. El autor alemán se detuvo en el cancerbero, pero su miedo es igual al de su retador, del que lo separan sólo once metros. Esos suspiros de Djukic en aquel dramático final de Liga en Riazor, con el Barcelona festejando el título a cientos de kilómetros, no se le olvidan a nadie, menos aún a los seguidores del Deportivo. Es una sensación que el domingo vivieron dos futbolistas también curtidos en mil batallas y en momentos claves. Braulio se topó con Santamaría en el último segundo del duelo entre un Hércules que sigue en descenso y la Ponferradina. Poco después, Juli falló ante Javi Jiménez para la frustración de un Alcorcón que, aún así, es segundo.