Y al final llegó el principio
El defensa central cordobés Chechu Dorado, pieza capital en un Betis de récords tras una sólida trayectoria profesional en destinos de segunda fila
Después de haber disputado 80 partidos en dos temporadas en Segunda con el Huesca, a José Antonio Dorado (Córdoba, 1982) no debía extrañarle en absoluto que el móvil de su agente sonara en verano. Con 28 años, libre de contrato y con el aval de su solvencia para liderar la retaguardia de un modesto, el lugar donde mejor se curten los especialistas en la defensa, Chechu recibió una llamada que le cambiaría la vida. El Betis le quería. Palabras mayores. El simple interés del histórico club de Heliópolis resultó un elemento disuasorio para cualquiera que pretendiese reclutar al central, entre ellos un Huesca que aspiraba a convencerle para seguir un tiempo más en sus filas. En El Alcoraz, Chechu era un ídolo. Precisamente por eso, los aficionados entendieron su adiós. Muchos lo consideraban como un merecido premio para una trayectoria labrada a pulso. La marcha del preparador físico del equipo oscense, Jesús Paredes, al club andaluz el pasado verano allanó mucho el terreno. Pepe Mel, que le conocía bien, dio la bendición a la operación y Dorado tomó un autobús para incorporarse a la concentración bética en El Portil. Desde entonces, se podría decir que no se ha quitado la camiseta.
Lo ha jugado prácticamente todo. Ha sido titular en 13 de los 15 partidos de Liga (sólo ha estado fuera por lesión) y jugó un papel crucial en el partido de Copa del Rey en el que el Betis volteó la eliminatoria de dieciseisavos en La Romareda ante el Zaragoza, precisamente el lugar donde Dorado inició su camino hacia el profesionalismo. Nunca llegó al primer equipo maño. No ha jugado jamás en Primera División. En la fase decisiva de su carrera, cuando otros otean ya destinos más cómodos, Dorado ha afrontado un desafío de exigencia brutal: liderar la defensa del gran aspirante al ascenso, el enemigo público número uno en la Liga, una entidad histórica que vive tiempos de revolución y que arrastra multitudes allá donde va.
Dorado, ya en su madurez, puede culminar sus anhelos infantiles a poco que a su equipo -y a él mismo- le sigan rodando las cosas del mismo modo que hasta ahora. Al final estaba el principio. Dorado se enfrentará mañana al equipo de su tierra, un Córdoba en el que nunca jugó como profesional. Sí se enfrentó a él en las filas del Huesca en los dos últimos cursos en Segunda (3-1 y 0-0 en El Alcoraz; 1-0 y 2-1 en El Arcángel) actuando como central o lateral izquierdo, la posición en la que destacó en sus inicios, cuando era un niño con todo el futuro por delante en las categorías inferiores del Córdoba. El jugador del Campo de la Verdad pasó sus primeros años con la blanquiverde antes de cruzar la acera para fichar por el Séneca, ya en edad cadete, y seguir una progresión imparable. Destacó en las selecciones provinciales y el club que preside Manolín Cuesta lo colocó de inmediato en su lanzadera de talentos con destino a cualquier parte. Dorado fichó por el Zaragoza y despachó interesantes campañas en el filial, aunque no alcanzó el destino del primer equipo maño. El Lleida y el Huesca se beneficiaron de su eficiencia. Con los ilerdenses padeció la amargura del descenso de Segunda y con los oscenses experimentó la euforia del ascenso.
"Es una oportunidad que no aparece todos los días", declaró el jugador al aterrizar en Sevilla, donde le esperaba un entorno enloquecido por el abrupto final de la etapa de Lopera. Con la misma naturalidad que había desempeñado su labor en destinos menos lustrosos, Dorado se acopló el eje de la defensa con compañeros tan variopintos como el veteranísimo Belenguer, el joven trotamundos Miki Roqué o el brasileño Roversio. El central zurdo aporta contundencia con estilo -ni una sola tarjeta en el Betis, sólo una expulsión en su carrera- y, sobre todo, un conocimiento certero de la categoría. En la Liga 2009-2010 fue el jugador de campo más utilizado de toda la Segunda. Sólo los porteros Calatayud (Hércules) y Goitia (Betis) le superaron en partidos (42) y minutos. El Córdoba encontrará a un paisano como gran obstáculo para sus pretensiones de dar la sorpresa en el Villamarín.
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